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Los Chargers deben darse cuenta que no caben en Los Ángeles

CARSON, CA - SEPTEMBER 17: A general view of empty seats during the first half of a game between the Los Angeles Chargers and the Miami Dolphins at StubHub Center on September 17, 2017 in Carson, California.

CARSON, CA - SEPTEMBER 17: A general view of empty seats during the first half of a game between the Los Angeles Chargers and the Miami Dolphins at StubHub Center on September 17, 2017 in Carson, California.

(Sean M. Haffey / Getty Images)
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Ellos no pueden decir que no se les advirtió.

Los Chargers representaron a Los Ángeles en casa en una temporada regular de manera oficial por primera vez en 57 años el domingo, pero el gran regreso a casa ocurrió en frente de dispersados asientos vacíos en momentos vacíos de juego.

Los Chargers jugaron contra un equipo del otro lado del país, aún así, la mitad de los aficionados en el StubHub Center apoyaban a los Dolphins de Miami.

La familia Spanos, dueños de Chargers y que trajo al equipo aquí de San Diego, fue agradecida públicamente durante el corto pero emocional discurso de LaDainian Tomlinson, lo que causó el abucheo de la gente.

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En dos ocasiones, el réferi Tony Corrente se refirió a la casa de los Chargers de manera equivocada – “Timeout San Diego… disculpen, Los Ángeles”, de lo que muchos rieron y otros reclamaron.

Y, ah sí, en los últimos segundos, el edificio tembló por el rugir de lo que hubiera podido significar un triunfo de los Chargers… pero por el contrario representó la derrota después de que Younghoe Koe fallara un gol de campo de 44 yardas que se fue muy a la derecha y que fue celebrado de gran manera por los visitantes.

Todo lo que hizo ver que oficialmente ambos equipos eran visitantes, dos equipos de colegio jugando en un campo neutral y no un equipo de mil millones de la NFL empujando forzosamente sus primeros pasos en lo que será un hogar muy glamuroso.

Los Dolphins ganaron el partido 19-17 mientras que los Chargers sufrieron otra derrota de organización que les ha perseguido desde que tomaron la no tan popular decisión hace ocho meses de abandonar San Diego a una ciudad que no los quería o no los necesitaba.

“Era perfecto, fue perfecto para nosotros”, dijo el recibidor de los Dolphins Jarvis Landry. “Siempre es bueno dominar en el estadio de alguien más”.

Ellos realmente no fueron dueños del estadio, los aficionados de los Chargers era igual de ruidosos, de manera seguida, pero ¿debería ser eso un concurso? Las palabras de Landry no fueron como un rap para los aficionados de Los Ángeles, pero sí un rasguño a los Chargers, quienes a pesar de hacer lo mejor posible en su estrategia de mercadeo, tienen que enfrentar una pequeña realidad.

Ellos no caben aquí aun. Tomaron por asalto a la ciudad sin previo aviso el pasado invierno, tal como muchos lo predecían, la ciudad ha suspirado, encogido sus hombres y le ha dado la espalda.

Ellos juegan un lugar magnífico para ver futbol americano, el estadio más íntimo de la NFL en muchos años. Aún así el estadio no vendió los 27,000 asientos del palacio de futbol en un domingo, y aún no ha podido venderlos desde que empezó a jugar en partidos de exhibición en agosto.

Ellos juegan un estilo de futbol americano emocionante, con un futuro perteneciente al Salón de la Fama, el tight end Antonio Gates, quien sigue agregando a su legendaria carrera al atrapar por 112ava vez para un touchdown. Pero han perdido sus primeros dos partidos, ambos perdidos en los últimos segundos al fallar goles de campos. Desde 2006, solo 10 de 87 equipos que han empezado la temporada 0-2 han llegado a los playoffs.

“Si podemos seguir y sumar algunos triunfos –tenemos que ganar uno primero- entonces veremos más a nuestros aficionados”, dijo el mariscal de los Chargers, Philip Rivers.

Ellos necesitan ganar rápido y eso no está sucediendo. Necesitan conectarse con locales escépticos y eso no está sucediendo.

Hubo un momento particularmente incómodo antes del partido del domingo cuando, en el televisor de pantalla gigante, el nuevo integrante del Salón de la Fama, Tomlinson llevaba a cabo una entrevista que debería ser humorística con otras dos exestrellas de los Chargers. El estadio se mantuvo en silencio, era fácil pensar que los aficionados de los Chargers veían y se decían entre ellos: “¿Quiénes son?”.

Los Chargers tienen un pasado, pero no es nuestro. Sean testigos de su insistencia de continuar de alentar a la afición con un cañón y una corneta. Algo que se hacía en San Diego, ambas tradiciones, fue algo muy extraño.

Los Chargers están enfrascados en la rabia del sur y la apatía del norte. Antes del juego del domingo, un avión voló sobre el vecindario con una pancarta que leía: “¿El peor dueño en los deportes? Dean Spanos, paga tu renta”. Cerca, había una cartelera digital que había sido comprado por un aficionado de San Diego que mostraba mensajes en contra de la NFL y Spanos. Mientras tanto, un par de horas antes del juego, todos los caminos a Carson desde Los Ángeles, estaban despejados.

Y, por cierto, tienen que actualizar su programa de juego. En la biografía del vicepresidente del equipo, Michael Spanos, hermano de Dean, dice: “Michael se une a su hermano… en direccionar la organización, incluyendo el proyecto en marcha de traer un nuevo estadio en la región de San Diego”.

¿Qué diablos? ¿Se moverán de regreso?

Aunque parece que la mayoría de aficionados parecen llegar desde San Diego, seguramente esas personas no quieren que la familia Spanos regrese. En Los Ángeles, muchos aún no los aceptan tampoco.

En el primer domingo oficial en su nueva casa, esto dejó a los Chargers atorados en un debut inquietante que terminó con un momento embarazoso cuando Koo falló ese gol de campo.

Rivers escuchó un ruido muy alto antes de terminar la patada, pero aunque no lo crean, él no sabía cuál equipo estaba siendo ovacionado.

“Escuché el rugido antes de la señal del oficial”, dijo Rivers. “No estaba seguro cuál rugido era”.

Ese ruido vino de los aficionados de los Dolphins de Miami. El tenso silencio continua por los Chargers de Los Ángeles.

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