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¿Responderá Trump alguna vez por las mujeres que lo acusan de hostigamiento y acoso?

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Ahora que los estadounidenses se enfrentan a la verdad sobre el acoso sexual, ¿responsabilizarán al presidente Trump por su propio mal comportamiento?

El año pasado, después de que se escuchara a Trump en una cinta de “Access Hollywood” presumir acerca de agredir a mujeres, 16 personas lo acusaron de conducta sexual inapropiada, desde voyeurismo hasta ataques.

Las mujeres sostienen que él agarró sus pechos y genitales, y que las besó sin permiso. Las participantes del concurso de belleza afirman que ingresó sin invitación a las habitaciones donde estaban desnudas y vulnerables. Ninguna de las denunciantes se esconde en el anonimato; ellas hablaron y dieron sus nombres. La portavoz de la Casa Blanca aseguró que todas mienten.

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Sus nombres son Cathy Heller, Jill Harth, Temple Taggart, Cassandra Searles, Jessica Leeds, Kristin Anderson, Lisa Boyne, Karena Virginia, Mindy McGillivray, Rachel Crooks, Natasha Stoynoff, Jessica Drake, Ninni Laaksonen, Samantha Holvey, Tasha Dixon y Summer Zervos, quien presentó una demanda por difamación contra Trump por llamarla mentirosa.

Los fragmentos de sus relatos aparecen en “16 Women and Donald Trump” (16 mujeres y Donald Trump), un nuevo video recopilatorio, de 31 minutos de duración, realizado por Brave New Films, un estudio no partidista y sin fines de lucro que realiza cortometrajes sobre una variedad de temas vinculados con la justicia social, como la reforma carcelaria, el control de armas y los derechos de los inmigrantes.

Anderson, una fotógrafa del sur de California, era aspirante a modelo en sus 20 años, cuando se sentó junto a Trump en un club nocturno de Manhattan, a principios de la década de 1990. Sin decir una palabra, el magnate de bienes raíces le deslizó la mano por debajo de la falda, afirmó ella. “Me tocó la vagina a través de la ropa interior”, dijo.

Virginia, una instructora de yoga y entrenadora de estilo de vida, se encontró con Trump mientras esperaba que pasaran a buscarla después del torneo abierto de tenis de los EE.UU. en Queens, en 1998. Totalmente desconocido para ella, se acercó y “Entonces su mano tocó el costado derecho de mi pecho”, afirmó Virginia. “Me sentí intimidada e impotente”.

El fundador de Brave New Films, Robert Greenwald, relató que se sintió motivado para revisar las acusaciones contra Trump después de que las denuncias sobre Harvey Weinstein en el New York Times y el New Yorker abrieran las compuertas sobre el acoso sexual.

Cuando las mujeres hablaron por primera vez, durante la campaña presidencial, destacó Greenwald, “fueron amenazadas e intimidadas, y les dijeron que serían demandadas. Pero ahora es un entorno diferente”.

Muchas personas, incluidos los demócratas, ahora afirman que Bill Clinton debería haber renunciado a la presidencia por mentir sobre su aventura con Monica Lewinsky y por acosar sexualmente a Paula Jones. Entonces, ¿por qué debería Trump escapar de la investigación?

Muchos republicanos han instado a su colega de Alabama Roy Moore, cristiano “devoto” y obsesivo de los Diez Mandamientos, a retirarse de la carrera al Senado de los Estados Unidos porque al menos ocho mujeres lo acusaron de agresión sexual o avances inapropiados cuando eran adolescentes. Si creen que no es apto para ocupar el cargo, ¿cómo pueden defender al presidente?

Durante mucho tiempo, Trump guardó silencio sobre las acusaciones de Moore. Luego, justo antes del Día de Acción de Gracias, en comentarios a los periodistas le restó interés al tema. Podría haber hablado de sí mismo cuando dijo: “[Él] Dice que no sucedió. Hay que escucharlo”, afirmó Trump a los periodistas. “Debo decir que 40 años es mucho tiempo”.

¿Lo es?

“Señor Trump, quizás no me recuerde, o no recuerde lo que me hizo hace tantos años “, expresó Virginia, quien habló en una conferencia de prensa en octubre de 2016 junto con la abogada Gloria Allred a su lado,” pero puedo asegurarle que yo lo recuerdo a usted y lo que me hizo como si hubiera ocurrido ayer”.

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Como se ha visto en el desfile de títulos grotescos sobre el acoso sexual de esta temporada, los hombres poderosos parecen incapaces de distinguir entre el interés sexual y la repulsión. Esto debe ser algún tipo de patología; he comenzado a llamar a este desorden “ceguera de patrón masculino poderoso”.

¿Acaso Charlie Rose, quien tiene 75 años, realmente piensa que las asistentes veinteañeras a quienes llevó a su lujosa casa en la playa se sentían encendidas por su albornoz abierto y sus duchas al aire libre, desnudo?

¿El senador demócrata de los Estados Unidos Al Franken realmente pensó que era gracioso posar para una foto mientras pretendía tocar a tientas los senos de una mujer dormida?

¿Acaso el representante demócrata de Michigan John Conyers, un auténtico defensor del movimiento por los derechos civiles, no comprendió la estupidez agresiva de reunirse con una empleada de alto rango vistiendo sólo sus calzoncillos?

“No lo hizo para insinuarse”, afirmó la abogada Melanie Sloan al Detroit Free Press. “Fue más una cuestión de mostrar que él podía hacer lo que quería”.

Exactamente.

De vuelta, la ceguera de patrón masculino poderoso.

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Tristemente, la única cura para esta condición parece ser la humillación pública.

El fundador de Fox News Network, Roger Ailes, fue despedido. También lo fue la estrella de Fox, Bill O’Reilly.

CBS echó a Rose de su popular programa matutino.

Weinstein fue expulsado de su propia compañía cinematográfica, así como de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, y está bajo investigación criminal.

Franken se disculpó repetidamente y dijo que le da la bienvenida a una investigación ética del Senado.

Conyers dimitió de su puesto de liderazgo en el Comité Judicial de la Cámara.

El lunes, en Sacramento, el asambleísta Raúl Bocanegra, un demócrata de Pacoima, renunció después de que seis mujeres lo acusaran de hacer avances sexuales no deseados sobre ellas (este martes, la asambleísta demócrata Laura Friedman, de Glendale, convocará la primera de una serie de audiencias públicas sobre la cultura del acoso sexual en la capital del estado).

También hay una petición al grupo de rendición de cuentas del gobierno, Common Cause California, para que rescinda el próximo premio para el exgobernador republicano Arnold Schwarzenegger, quien fue acusado de tocar y humillar a seis mujeres en 2003, poco antes de que ganara su primer mandato por una avalancha de votos.

¿Podría volver a ocurrir ese tipo de farsa?

Tal vez.

El 12 de diciembre, los votantes de Alabama elegirán entre Moore y su oponente demócrata, Doug Jones, un exfiscal que logró condenar a dos miembros del Ku Klux Klan por orquestar el atentado de 1963 que mató a cuatro niñas afroamericanas en la iglesia 16th Street Baptist Church, en Birmingham.

Algunos senadores republicanos ya han expresado que se negarán a aceptar a Moore si gana. Sin embargo, sólo una, Susan Collins, de Maine, abordó las persistentes acusaciones contra Trump, las cuales consideró “muy inquietantes”, la semana pasada.

“De repente vivimos en un universo muy diferente”, expresó Greenwald. “En un mundo donde las personas son debidamente desafiadas por las acciones abusivas y horrendas, Trump se ha salido con la suya sin problemas”.

Los poderosos están siendo llamados a rendir cuentas. ¿Por qué el primer mandatario debería ser una excepción?

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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