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Beto O’Rourke se une a la carrera presidencial: ¿Puede el entusiasmo llevarlo a la Casa Blanca?

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Beto O’Rourke ingresó a la carrera presidencial el pasado jueves –está entre los candidatos con menos cargos y menos experiencia en un numeroso grupo demócrata, pero también entre los que generan más entusiasmo.

El ex congresista, en tres períodos por Texas, está bien posicionado en un momento en que los demócratas están desesperados por encontrar un nuevo enfoque, nuevas ideas y una infusión de carisma. El candidato cuyo logro distintivo fue cubrir a los demócratas detrás de una campaña en el Senado que finalmente perdió, probará rápidamente qué tan dispuestos están los votantes del partido para cambiar la estirpe política y la experiencia por el optimismo y energía elocuente.

“Este es un momento definitivo para este país y para cada uno de nosotros”, dijo O’Rourke, en un video anunciando su candidatura. “Los desafíos que enfrentamos en este momento, las crisis interconectadas en nuestra economía, nuestra democracia y nuestro ámbito caldeado nunca han sido mayores”.

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“O nos consumirán, o nos darán la mejor oportunidad para desatar la genialidad de Estados Unidos de América”, agregó.

Ha planeado una serie de eventos en Iowa, que celebrará la primera votación en la temporada de nominaciones demócratas en febrero del próximo año.

En el primero de ellos, en Keokuk, abrazó algunas partes del credo demócrata estándar y dijo, por ejemplo, que “cada mujer debería poder tomar sus propias decisiones sobre su propio cuerpo”. Pero también adoptó algunas posiciones notablemente más restringidas que sus rivales, como aprobar “un aumento del salario mínimo a $ 15 en los próximos seis años”.

Cuando se le preguntó sobre la legalización de la marihuana, que él apoya, le dijo a una multitud abrumadoramente blanca, que las personas encarceladas por cargos sobre el tema de marihuana, en su mayoría “no se parecen a los que están en esta habitación. Son más marrones y más negros que la mayoría de la gente de Estados Unidos”.

Sin embargo, a diferencia de algunos de sus rivales de campaña, la candidatura presidencial de O’Rourke no se basa en posiciones políticas. El ex congresista, de 46 años, cautivó la atención de los demócratas el año pasado cuando en su intento de destituir al senador Ted Cruz impulsó un movimiento político nacional.

Eso habría sido un serio revés en la carrera para la mayoría de los políticos, si no el final de su carrera. Pero en el caso de O’Rourke, el impulso nacional fomentado por él, se transformó en un clamor por la candidatura presidencial.

O’Rourke atrae a un inmenso público por lo que hace, ya sea que se deslice en su patineta por un estacionamiento de Whataburger o que ofrezca un discurso apasionado sobre los horrores que enfrentan los inmigrantes centroamericanos en su viaje a EE.UU.

Los demócratas de todo el país estaban tan cautivados con él durante su campaña por el Senado que contribuyeron con fondos por casi $80 millones en donaciones para impulsar a O’Rourke -en su mayoría pequeñas contribuciones- casi el doble de lo que recaudó Cruz. Al final, aunque perdió, O’Rourke estuvo más cerca de derrocar a un senador republicano que cualquier otro demócrata de Texas en 40 años.

Si el candidato puede atraer multitudes y dinero, a un ritmo similar, en las elecciones primarias presidenciales, será digno de ser considerado.

Pero O’Rourke, ha cambiado a un escenario muy diferente al de Texas, donde el único candidato que le significó batalla fue universalmente menospreciado por los demócratas.

“Va a ser mucho más difícil sobresalir con estos candidatos que se postulan de manera similar a Beto: todos ellos también defienden algo”, dijo Matt Barreto, cofundador de Latino Decisions, una empresa de investigación y encuestas que trabaja para varios grupos liberales.

“Esto no es como hacer campaña contra Ted Cruz. Este grupo está lleno de candidatos que los demócratas también encontrarán agradables. Es difícil ‘predecir’ hacia donde va esto”, agregó.

Una distinción importante, es la aparente capacidad de O’Rourke para movilizar a un gran número de nuevos votantes, especialmente los jóvenes descontentos y los latinos, dijo Barreto. El porcentaje que O’Rourke logró atraer a las urnas en Texas, especialmente en las áreas urbanas, hace que algunos activistas del partido crean que es el único adecuado para reconstruir la coalición que formó el ex presidente Obama para ganar dos veces la presidencia.

O’Rourke cuenta entre sus admiradores con algunos de los autores intelectuales detrás de la máquina política de Obama. Dicen que ven en él algunos de los mismos rasgos que vieron en el ex presidente.

“Hay un factor de autenticidad”, “Y ese factor está movilizando a mucha gente”, dijo David Axelrod, quien fue el asesor político de Obama por mucho tiempo.

Aun cuando los ex ayudantes de Obama lo elogiaron, la candidatura potencial de O’Rourke, ha causado molestia entre los partidarios de otros aspirantes a la presidencia, especialmente los del senador Bernie Sanders de Vermont. El innovador enfoque digital de O’Rourke, la ausencia de encuestas y grupos focales y el culto a los nuevos votantes tienen eco de la campaña de Sanders que comenzó hace cuatro años. Eso podría establecer al tejano como un rival para Sanders entre la generación de milenios.

Entonces, quizá no sea sorprendente que muchos partidarios de Sanders han recurrido a las redes sociales durante semanas para señalar que los resultados en la votación previa son mucho más moderados de lo que su imagen progresista podría implicar.

El director de la campaña de Sanders en Iowa de 2016, Pete D’Alessandro, dice que el hecho de que el campo de candidatos ya esté saturado, reduce el espacio que un candidato poco ortodoxo como O’Rourke pudiera llenar.

“Esa podría ser su lucha”, dijo D’Alessandro. “Las candidaturas como la suya suelen despegar si no hay más opciones”.

Hizo público su malestar, compartió fotos de Instagram de su revisión dental, rechazó la atención de los medios mientras viajaba por la mitad de América, y en la única entrevista nacional que concedió durante ese tiempo parecía confundido sobre cómo arreglar el sistema de inmigración del país.

Pero aunque ese período, no les haya parecido especialmente bueno en los estados que celebran con anticipación las elecciones primarias, O’Rourke no parecía tener problemas para volver a convertirse en el centro de atención. Regresó al escenario público a principios de febrero en una entrevista en Times Square con Oprah Winfrey, durante la cual la presentadora casi le suplicó a O’Rourke que entrara a la elección.

Poco después, el entusiasmo por O’Rourke generó otro gran momento en los medios de comunicación, ya que protagonizó una manifestación contraria a un evento que el Presidente Trump celebró en El Paso, la ciudad natal de O’Rourke.

La visita de Trump cayó perfecta en las manos de O’Rourke. La clasificación de El Paso, entre las ciudades más seguras de EE.UU, ha sido pronunciada por largo tiempo por O’Rourke, contraria a las exageradas afirmaciones de Trump sobre el peligro en la frontera.

La burla de Trump sobre el ex congresista esa noche, por supuesto, simplemente aumentó la credibilidad de O’Rourke ante los votantes demócratas. Mientras otros candidatos se preocupaban por no ser reconocidos en las calles en estados claves, O’Rourke era seguido en El Paso por la famosa fotógrafa Annie Leibovitz.

El delgado y animado tejano, ha desarrollado su movimiento con un estilo de campaña poco ortodoxo, que anima a la confrontación con inspiración, con el enfoque informal y relajado que infunde un discurso motivacional.

Durante su campaña en el Senado, O’Rourke atrajo a multitudes a mítines en ciudades fronterizas que era sólo una gracia para los políticos de Texas antes que él. Aprovechó la ira de los votantes indignados por la demanda de Trump de construir un muro fronterizo; la separación de los hijos inmigrantes de sus padres en la frontera por parte de su administración, el uso de redes sociales y la experiencia para organizar ese fervor en un movimiento.

Al mismo tiempo, obsesivamente se lanzó a visitar pueblos rurales profundamente conservadores para construir las conexiones que precisaba. La tarea exhaustiva le ganó a O’Rourke el respeto de los votantes indecisos y los elogios de los progresistas que se habían quejado durante mucho tiempo de los demócratas que sólo hacían campaña en los lugares predecibles.

Ese es también un estilo que juega bien en los caucuses de Iowa, el primer paso de la temporada electoral primaria, donde una victoria puede impulsar una carrera presidencial, como lo hizo para Obama.

“Beto es un candidato a la medida de Iowa”, dijo Dan Pfeiffer, ex asesor de Obama. “Dirigió en Texas una campaña gigante como lo hizo en Iowa: visitar todos los condados, en una política minorista”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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