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El presidente Ortega de Nicaragua dice estar abierto al diálogo, aunque continúa la represión de las protestas

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En su segundo discurso después de cinco días de protestas generalizadas en Nicaragua, el presidente Daniel Ortega anunció la eliminación de las reformas al reglamento de Seguridad Social que reclamaban miles de ciudadanos, sin embargo, pasó por alto las otras demandas.

Ortega invitó a dialogar y a la vez, se negó a garantizar las condiciones que exige la empresa privada para sentarse a la mesa con él: que cese la represión policial, que libere a los detenidos en las protestas, que garantice la libertad de expresión y que levante la censura interpuesta a medios de comunicación.

Esta promesa de diálogo ocurrió luego de que el mandatario se reuniera con representantes de empresas de la zona franca, quienes expresaron su preocupación por el impacto de las protestas en la producción. Las empresas maquiladoras en Nicaragua emplean a unas 130,000 personas que no tienen cómo movilizarse porque el gobierno ordenó a paralizar el transporte público.

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En el quinto día de protestas, la cifra extraoficial de personas muertas superaba las 30. Mientras Ortega pedía en cadena nacional que se restableciera la paz, advertía que “la Policía ya está capturando (a los responsables), y no me vengan a decir que los pongamos en libertad”.

Según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), 43 personas se encuentran desaparecidas a raíz de las protestas, muchos de ellos jóvenes que manifestaron su oposición a las reformas.

El domingo el presidente Ortega dijo que “no queríamos utilizar a la Policía, pero no hay más alternativa”. A partir del día 18, ese cuerpo empezó a reprimir las protestas.

Desde ese día, al grupo de jóvenes universitarios que se oponían a las reformas al seguro social, auto convocándose a través del hashtag #SOSINSS, se han sumado marchas y manifestaciones de ciudadanos en casi todos los departamentos del país: Managua, Masaya, León, Rivas, Granada, Carazo, Matagalpa, Jinotega, Chinandega y la Costa Caribe.

Desde que asumió el poder en 2007, esta es la primera vez que Daniel Ortega se enfrenta al reclamo generalizado. Es también la primera vez que el gremio universitario se rebela en su contra, después de haber ejercido durante décadas el control de ese sector a través de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN).

La noche del sábado, el periodista Ángel Gahona fue muerto de un disparo en la cabeza mientras transmitía a través de Facebook live una manifestación en Bluefields, en la zona del Caribe.

Saqueos en la capital

El domingo, Managua amaneció alarmada por el saqueo en tiendas y supermercados. En varios de los casos, los asaltos ocurrían frente a la policía, o peor aún, con la participación de éstos. Las fotografías circulan ampliamente en las redes sociales.

Los saqueos en Managua y otros departamentos, provocaron mucha especulación. La población acudió masivamente a abastecerse de alimentos. En diferentes barrios los supermercados fueron saqueados y las tiendas de abarrotes no pudieron satisfacer la demanda.

Las calles mostraban los restos de una noche tensa, cubiertas con barricadas y llantas quemadas.

El precio de combustible aumentó nuevamente (US$ 1.07 por litro) y hubo largas colas en las gasolineras. Otras, optaron por cerrar ante la amenaza de asaltos.

En algunas calles, grupos de delincuentes se apostaron para “decomisar” alimentos. Detenían vehículos de individuos y los obligaban a abrir las puertas para robar lo que hubiera en el interior.

En barrios residenciales los mismos habitantes se armaron con palos y machetes para evitar el saqueo en sus comunidades.

Ortega aseguró que Nicaragua no se ha visto afectada por la presencia de las pandillas. “Aquí, gracias a Dios, no hemos llegado a esos niveles”, dijo, haciendo referencia a la presencia de las maras en los otros países de Centroamérica, pero añadió: “esto que está sucediendo nos obliga a poner en nuestra agenda el combate a las pandillas”.

Rosario Murillo, primera dama, vicepresidenta y vocera del gobierno, minimizó el problema y describió a los manifestantes como “grupos minúsculos” que buscan desestabilizar el “milagro de la paz” en Nicaragua.

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