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Ladrones enamorados de la sirena: robaron otra ambulancia en L.A., la segunda en una semana

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Los paramédicos estacionaron su ambulancia en el centro de Los Ángeles durante las oscuras horas previas al amanecer del domingo 8 de abril, en plena tarea para ayudar a un paciente.

Cuando regresaron, el vehículo ya no estaba.

La policía halló la ambulancia desaparecida poco después, a unas dos millas de distancia, estrellada cerca de MacArthur Park. Quien la había sustraído ya no se encontraba en el lugar.

Se trata del tercer vehículo de emergencias de la ciudad -y la segunda ambulancia, específicamente- que ha sido robado en cuestión de pocos días.

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El martes 3 de abril, una mujer se subió a una ambulancia cerca del California Hospital Medical Center, en el centro de Los Ángeles, y generó una persecución policial de casi 40 millas antes de rendirse finalmente, en Chino Hills.

Luego, el viernes 6 de abril, un hombre tomó un SUV policial, que los oficiales del LAPD habían dejado atrás mientras perseguían a un sospechoso de vandalismo en Hollywood. El ladrón, que según las autoridades estaba bajo la influencia de narcóticos, condujo el vehículo hacia Woodland Hills, donde fue detenido con una tira de púas.

Ver a la policía siguiendo una ambulancia robada o uno de sus propios vehículos atrajo a una absorta audiencia en las redes sociales, en una ciudad donde las persecuciones de autos son casi un deporte con espectadores.

Ninguna entidad rastrea el número de ambulancias robadas en todo el país, según los expertos, pero hay noticias prácticamente todos los meses sobre ladrones que huyen en vehículos de emergencia.

En marzo pasado, un marine de los EE.UU. fue arrestado en Michigan después de presuntamente robar y estrellar una ambulancia mientras celebraba su cumpleaños. Un mes antes, en febrero, alguien descartó una ambulancia robada conduciéndola hacia un río, en Florida. En otoño de 2017, una mujer tomó una ambulancia en Las Vegas y condujo 50 millas hacia California antes de detenerse.

Para los expertos en emergencias, lo que algunos podrían considerar una diversión puede plantear serios riesgos.

Sin un entrenamiento adecuado, las ambulancias son difíciles de conducir y pueden causar daños o lesiones importantes si se estrellan. Su reparación puede costar decenas de miles de dólares; reemplazarlas es aún más oneroso. Y una ambulancia menos en funcionamiento podría significar una espera más larga para alguien que necesita ayuda crítica.

Los robos también pueden ser mortales. Una paramédica murió en Nueva York en 2017, después de que un hombre secuestrara su ambulancia y la atropellara.

“Son vehículos muy inusuales en su operación y en cómo se les debe conducir para que sean seguros”, consideró Dia Gainor, directora ejecutiva de la National Association of State EMS Officials. “Son vehículos inherentemente peligrosos cuando los conduce alguien que no está preparado para hacerlo”.

El robo del domingo en Los Ángeles ocurrió alrededor de las 3:25 a.m., mientras los paramédicos ayudaban a un paciente cerca de 7th Street y Grand Avenue, precisó la agente Rosario Herrera, vocera del Departamento de Policía de Los Ángeles.

Los paramédicos llamaron a la policía para reportar el vehículo perdido, aseveró Herrera, y utilizaron un dispositivo de rastreo en el vehículo para determinar su ubicación. Las autoridades lo hallaron estrellado, en 7th y Rampart Boulevard. Aparentemente, no hubo lesiones causadas por la colisión.

Hasta el domingo 8 de abril, por la tarde, no se habían realizado arrestos, señaló el LAPD.

Peter Sanders, portavoz del Departamento de Bomberos de Los Ángeles, destacó que, según la investigación preliminar, la ambulancia había quedado en marcha pero estaba cerrada; el sospechoso rompió una ventana para ingresar.

El vocero indicó que la ambulancia robada el 3 de abril, estaba en el exterior de la sala de emergencias, con el motor apagado, mientras los paramédicos dejaban a su paciente. Luego de esa sustracción, dijo, los comandantes emitieron directivas internas “reiterando medidas preventivas y de precaución para reducir el riesgo de robo”.

“Ambos incidentes siguen siendo investigados”, escribió Sanders en un correo electrónico. “Cada uno es diferente”.

La mayoría de las veces, las personas que hurtan ambulancias “no tienen la intención real de causar ningún daño”, sino que actúan por impulso, consideró Vince Robbins, presidente de la National EMS Management Association.

Esas oportunidades pueden surgir en la rutina regular de un paramédico, consideró. Algunos dejan sus ambulancias desbloqueadas para permitir el fácil acceso durante una emergencia. Otros las dejan en marcha para preservar la batería y mantener una temperatura adecuada para los pacientes que se encuentran en el interior.

“Generalmente, es alguien sin hogar que vio la ambulancia y entró porque quería calentarse, o alguien que ha estado bebiendo demasiado”, explicó. “Usualmente detectamos que se hace por diversión, para dar un paseo en un vehículo robado”.

Sin embargo, algunos temen que alguien pueda tener motivos más siniestros en el futuro, advirtió Robbins. Ciertos expertos temen que una ambulancia robada pueda ser utilizada en un ataque terrorista, tal como la empleada en un bombardeo en Afganistán, a principios de 2018.

Un boletín de 2015 del Departamento de Seguridad Nacional de los EE.UU. remarcó esa inquietud e instó a las agencias a instalar dispositivos de seguimiento en los vehículos de emergencias, así como a controlar de cerca su paradero. “Es imperativo que las organizaciones de servicios de emergencia sigan educando a su personal e implementando las mejores prácticas para evitar el robo de vehículos y equipos de respuesta”, señaló el memorándum.

Cuando se roba una ambulancia, dijo Robbins, hay algunas medidas que las agencias pueden tomar para evitar que vuelva a suceder. Los supervisores pueden recordarles a los paramédicos que estén más atentos. Los operadores telefónicos pueden ayudar a monitorear los vehículos a la distancia, con la tecnología de seguimiento, para asegurarse de que estos no se alejen de la escena.

Pero obviamente, la solución más fácil, remarcó, es trabar las puertas.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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