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Los bombardeos de Austin reviven el debate sobre la designación de terrorismo interno

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Mientras las autoridades buscaban frenéticamente pistas en una serie de atentados con explosivos en Austin, Texas, la Casa Blanca pareció invalidar la idea de que los ataques en serie podrían ser un acto de terrorismo interno.

No es esta la primera vez que surge la pregunta. “No hay aparente nexo con un acto de terrorismo en este momento”, escribió la secretaria de Prensa Sarah Huckabee Sanders, el martes, sobre los atentados de Austin, poco antes de que Mark Anthony Conditt se inmolara en su vehículo utilitario deportivo, en las primeras horas del miércoles, cuando las autoridades de Texas lo tenían rodeado.

Describir un acto particular o acciones de violencia como terrorismo nacional no es solo una cuestión legal. Particularmente durante el mandato del presidente Trump, el “terrorismo” se ha convertido en un término altamente politizado y cargado con preguntas sobre la raza, la etnia, la religión y el estado inmigratorio.

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Los bombardeos de Austin, y el debate sobre cómo llamarlos, fueron una reminiscencia de episodios mortales anteriores en suelo estadounidense. ¿Fue terrorismo cuando un francotirador mató a docenas de personas, en un concierto al aire libre en Las Vegas? ¿O cuando se identificó a un joven supremacista blanco como el conductor que estrelló su automóvil contra una multitud de manifestantes antinazis en Charlottesville, Virginia, y mató a una mujer? ¿O cuando un atacante con un furioso resentimiento contra los republicanos acribilló a balazos a los miembros republicanos del Congreso en una práctica de softbol?

A continuación, algunas de las cuestiones legales y políticas que rodean el concepto de terrorismo doméstico:

¿Hay una definición de terrorismo interno en la legislación estadounidense?

Sí. La Sección 802 de la Ley Patriótica, aprobada después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, define el terrorismo interno como un acto “peligroso para la vida humana”, que viola las leyes penales estatales o federales si tiene la intención de hacer algo de lo siguiente: intimidar o coaccionar a la población civil, tratar de influir en la política de un gobierno mediante la intimidación o la coacción, o intentar afectar la conducta de un gobierno mediante destrucción masiva, asesinatos o secuestros.

¿Cómo se traduce eso en cargos contra un sospechoso determinado?

Por lo general no lo hace, en gran medida porque la Ley Patriótica no define específicamente el terrorismo nacional como un delito, y es más probable que los perpetradores enfrenten una variedad de otros cargos. La Ley Patriota amplió los poderes del gobierno para investigar el terrorismo, y algunos de esos poderes se aplican a casos de terrorismo interno. Entonces, lo que hace el acto, de acuerdo con la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), es expandir el tipo de conducta que se puede investigar como parte de una investigación de terrorismo, no designar un cargo penal que pueda emplearse en los tribunales.

¿Importa el motivo de un atacante? ¿Qué hay de las identidades de las víctimas?

A medida que los atentados de Austin comenzaron a llamar la atención en todo el país, las primeras víctimas incluyeron a dos hombres afroamericanos que fueron asesinados, y una mujer latina y anciana, que resultó herida. El lunes, tres miembros demócratas del Congreso presionaron para que el caso sea tratado como un ataque terrorista en curso. Los representantes Bennie Thompson, de Mississippi; Cedric L. Richmond, de Louisiana y Sheila Jackson Lee, de Texas, también pidieron que se determine si los atentados fueron motivados ideológica o racialmente.

“No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestras comunidades son atacadas”, escribieron en una declaración conjunta. “Esto se ha convertido en un problema de seguridad nacional, y toda la fuerza investigadora del gobierno federal debe centrarse en detener estas embestidas”.

El motivo sí importa, especialmente cuando se demuestra que un atacante tuvo como objetivo un grupo en particular. Los eruditos en temas legales señalan que, en actos de estilo terrorista, las designaciones de crímenes de odio pueden dar por resultado sentencias considerablemente más estrictas.

¿Qué ocurre con la identidad del perpetrador?

En los últimos meses, los críticos señalaron un patrón: cuando el perpetrador es blanco, los asesinatos masivos a menudo no logran generar una respuesta rápida o enérgica por parte de la Casa Blanca. Por el contrario, Trump saltó rápidamente a la palestra después de la masacre en un club nocturno en Orlando, Florida, en 2016, cuando aún era candidato; y luego de la embestida de peatones en un carril de bicicletas en la ciudad de Nueva York, el año pasado, ambos hechos cometidos por musulmanes.

En el ataque de Nueva York, los cargos contra Sayfullo Saipov, un inmigrante uzbeko que expresó su apoyo a Estado Islámico, incluyeron haber proporcionado apoyo material a una organización terrorista. El primer mandatario, en ese momento, expresó sus esperanzas de que el culpable sea ejecutado.

Guiarse por la religión de un atacante, lo cual a menudo precede a los hallazgos de investigación y condenas penales, afecta a algunos grupos de derechos. “Es profundamente problemático que, cuando se trata de alguien musulmán, o que se percibe como tal, todo tipo de graves ramificaciones entren en juego”, aseveró Hina Shamsi, directora del proyecto de seguridad nacional de la ACLU.

El sentimiento hacia los musulmanes participa más a menudo en los ataques en el extranjero. Usualmente Trump opina sobre los atentados foráneos antes de que las circunstancias se conozcan por completo. En varias ocasiones, caracterizó los incidentes como ataques terroristas antes de que los propios funcionarios locales estén preparados para hacerlo. El primer mandatario también ha usado repetidamente los ataques extranjeros como una ocasión para protestar contra los gobiernos aliados, por la poca dureza que muestran hacia el extremismo islámico.

¿Qué dijo la administración Trump acerca de lo sucedido en Austin?

Los oficiales de la policía adoptaron un tono sombrío y mesurado al describir los eventos en Round Rock, Texas, en las afueras de Austin, donde Conditt se inmoló mientras estaba rodeado por miembros de un equipo SWAT. Trump, sin embargo, esbozó una nota casi festiva: “EL SOSPECHOSO DEL BOMBARDEO EN AUSTIN ESTÁ MUERTO”, tuiteó el miércoles. “¡Buen trabajo por parte de las autoridades y todos los interesados!”.

Entonces, ¿la cadena de bombardeos en Austin fue un acto terrorista?

Es muy pronto para afirmarlo. Con el sospechoso muerto, queda mucho por saber: si se plantaron más bombas, si Conditt actuó solo, si alguna ideología u objetivo político apuntalaron los bombardeos. Las autoridades estudian actualmente una grabación de un teléfono celular, en la cual Conditt habla obsesivamente sobre los tipos de bombas que ensambló y que es, tal como el jefe de policía de Austin, Brian Manley, le dijo a los periodistas el miércoles, “el clamor de un joven muy perturbado”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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