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‘¿No me amas más?’ La desgarradora llamada de un niño separado de su padre en la frontera

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El día en que el gobierno se apresuraba a reunificar a docenas de familias separadas en la frontera, un padre inmigrante se presentó a una cita federal en el centro de la ciudad, temeroso de ser deportado sin su hijo, de seis años.

Hermelindo Che Coc llegó de Guatemala a fines de mayo pasado para buscar asilo junto con su niño, Jefferson Che Pop, relataron sus abogados. El hombre afirmó que le arrebataron a su hijo con pocas explicaciones, y lo enviaron a un refugio en Nueva York.

Los oficiales de inmigración y aduanas le pidieron a Che Coc el 10 de julio por la mañana que comparezca ante un oficial como parte de su proceso de deportación. Pero los funcionarios lo desestimaron rápidamente porque no pudieron ubicar su expediente, detalló Lindsay Toczylowski, directora ejecutiva del Immigrant Defenders Law Center.

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Aunque la corte los dejó en libertad por el momento, aún no está cerca de reunirse con su hijo. Su caso subraya la confusión y la angustia que impregna los esfuerzos de la administración Trump para reunir a las familias en la segunda semana de julio.

Mientras que algunos menores fueron ubicados con sus padres el martes 10, muchas más familias permanecen separadas, sin saber cuándo volverán a verse.

“No puedo dormir. Todas la noches, todas las mañanas rezo. Le pido a Dios que pronto me devuelva a mi hijo”, narró Che Coc. “Vine con él. Lo cargué en mis brazos. Le pido a Dios volver a tenerlo en mis brazos lo antes posible. Sin él no puedo ser feliz”.

Hermelindo Che Coc llegó de Guatemala a fines de mayo para buscar asilo junto con su hijo, Jefferson Che Pop, dijeron sus abogados. El hombre aseguró que le arrebataron a su hijo con poca explicación y lo enviaron a un refugio en la ciudad de Nueva York.

Toczylowski expuso que el archivo perdido de su cliente es “más evidencia del caos que proviene de estas separaciones fronterizas”. “Ahora vamos a hacer todo para reunir a este padre con su hijo, lo antes posible”, aseguró.

Los funcionarios del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (HHS, por sus siglas en inglés) no hicieron ningún comentario sobre Che Coc o su hijo, y emitieron una declaración: “HHS continúa trabajando tiempo extra para conectar a los menores con sus padres dentro de las limitaciones de tiempo actuales exigidas por la corte. Por la seguridad de los niños extranjeros no acompañados que están a nuestro cuidado, no podemos discutir la identidad de ningún menor de edad”.

Una orden judicial exigió a la administración Trump que reunifique a los niños menores de cinco años para el martes 10. De 2,000 a 3,000 chicos adicionales deberán reunirse con sus mayores para la fecha límite del 26 de julio.

Las autoridades informaron que esta semana solo podrán cumplir parcialmente con el primer plazo del juez, y que devolverán a los padres la mitad de los 102 niños pequeños.

Esas familias han pasado semanas separadas en remotos centros de detención y albergues en todo el país, con contacto telefónico limitado, entre ellos y con el mundo exterior. Los abogados también remarcaron que algunos padres separados fueron presionados a aceptar la deportación en pos de reunirse con sus hijos.

El lunes 9, la abogada del Departamento de Justicia Sarah Fabian afirmó que las familias reunidas obtendrán la libertad condicional inmigratoria y serán liberadas, juntas, a la comunidad. Luego podrán continuar con sus casos de inmigración o solicitudes de asilo, como una unidad.

Algunos padres no cumplían los requisitos para reunirse con sus hijos porque tienen antecedentes delictivos o porque se descubrió que no eran los progenitores del niño.

Otros 12 padres fueron deportados sin sus pequeños.

Fuera del edificio federal, el martes, Che Coc ahogaba las lágrimas mientras hablaba sobre su pequeño, Jefferson. No podía imaginarse irse de Estados Unidos sin él.

Los abogados que representan al hombre de 31 años todavía están reconstruyendo lo que sucedió después de que él y Jefferson fueran detenidos en la frontera.

Che Coc dejó a su esposa y dos niños más pequeños en San Andrés, Petén, por el peligro y los delitos que impregnan la vida cotidiana en Guatemala. Fue detenido por agentes de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. cerca de El Paso, el 28 de mayo. Al día siguiente le quitaron a su hijo.

“Me dijeron que la ley que permitía ingresar con niños ya no existía”, relató, refiriéndose al asilo. “Me llevaron a la cárcel y yo no sabía cuál era el motivo”.

También contó que firmó una serie de documentos, aunque no estaba seguro de lo que decían, porque estaban escritos en inglés.

Toczylowski cree que Che Coc puede haber firmado sin saberlo una remoción expeditiva, lo cual desencadenó su deportación antes de que pudiera solicitar asilo, una protección otorgada por el derecho internacional. Los cargos de ingreso ilegal presentados en su contra fueron desestimados. “Desafortunadamente, a Hermelindo se le negaron sus derechos al debido proceso cuando estaba en Texas”, afirmó. “Creemos que no recibió una entrevista para evaluar su temor creíble, y que no vio a un juez”.

Ahora deberá presentarse ante un oficial de ICE en octubre.

Debido al espacio limitado en las instalaciones de detención en Texas, Che Coc fue liberado con un monitor de tobillo.

El hombre contó que esos días de detención fueron desgarradores. Durante casi un mes no tuvo noticias sobre su hijo. Le dieron un número de teléfono, pero las llamadas no se conectaban.

Finalmente pudo localizar a Jefferson una vez que llegó a Los Ángeles, en autobús, a fines de junio. Se enteró de que su hijo estaba en la ciudad de Nueva York, en Cayuga Centers, una agencia que ha albergado a cientos de niños separados de sus padres, en hogares de guarda.

Esa primera llamada telefónica pasó rápidamente de alegre a insoportable. “Papá, pensé que te habían matado”, le dijo Jefferson, llorando. “Te separaste de mí. ¿Ya no me amas?”.

“No, hijo mío”, respondió Che Coc. “Lloro por ti. Lo prometo que pronto estarás conmigo”.

Cada día desde entonces, Che Coc espera ansiosamente noticias de dos trabajadores sociales, a quienes conoce simplemente como Nancy y Guario. Ellos le cuentan que Jefferson está en la escuela, que está vestido, alimentado y cuidado.

Esto le brinda al padre poco consuelo. Le preocupa no estar con su niño para su cumpleaños, el próximo viernes 20 de julio. También le preocupa que su hijo se sienta aún más aislado que otros chicos, porque mayormente habla la lengua maya kekchí.

La última vez que habló con Jefferson, hace una semana, vio la cara de su hijo por video. Tenía un hematoma prominente en su frente. “Me caí de la cama”, dijo el niño, llorando.

“Está bien, eso pasa a veces”, le respondió Che Coc, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

Quería consolar a su hijo, decirle que iba a sanarse y estar bien, pero la comunicación se escuchaba mal. Poco después, la llamada se interrumpió.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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