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Recuento de personas desamparadas en LA: en busca de escondites a lo largo de un lecho del río urbano

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El recuento anual de personas desamparadas en Los Ángeles ha llegado acompañado con grupos de voluntarios que ayudaron a cuantificar esta crisis.

Pero no están solos.

Un pequeño grupo de agentes del sheriff del condado de Los Ángeles se ha unido a los trabajadores sociales que buscan personas desamparadas en lugares de difícil acceso o que pueden representar un peligro para los voluntarios.

Uno de estos equipos se reunió el 24 de enero en South Gate, cerca de donde se unen el Río Hondo y el Río Los Ángeles.

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Los trabajadores sociales de la Autoridad de Servicios para Personas Desamparadas de Los Ángeles y los miembros del equipo de servicios de asistencia para personas desamparadas del Sheriff se subieron a tres Polarises, que parecen carritos de golf, y se dirigieron hacia el canal de concreto, que en gran parte carecía de agua.

Aproximadamente 8,000 voluntarios en todo el condado participaron en el conteo, que comenzó el martes 22 por la noche y terminó el jueves 24, inspeccionando los 2,160 distritos censales de la región. Este equipo se centró en lechos de ríos y lugares como callejones cerrados donde los voluntarios podrían estar en riesgo.

Kimberly Barnette, la gerente para los programas de personas desamparadas, y el sargento William Kitchin, quien lidera el equipo de servicios de asistencia para personas desamparadas del departamento del Sheriff, compartieron una Polaris en un recorrido lleno de baches a lo largo del Río Hondo.

La mayoría de los días trabajan juntos para coordinar las tareas de limpieza, realizar trabajos de divulgación y asegurarse de que las personas desamparadas obtengan la ayuda que necesitan.

“Él es mi compañero. Pasamos demasiado tiempo juntos”, dijo Barnette en tono de broma.

En cada punto donde las vías de una calle o tren cruzan el lecho del río, el agente Fred Nunes detenía el vehículo. Había tomado 16 horas de clases para conducirlo y tuvo un gran placer manejándolo en curvas cerradas y en pendientes inclinadas.

Barnette, Kitchin y Nunes salieron del vehículo y buscaron signos de vida.

Nunes desenfundó su arma y encendió la linterna en varios rincones oscuros. Después de detenerse, Kitchin subió a un terraplén, saltó por encima de una cerca e inspeccionó las vigas de la parte inferior de un puente. Un colchón estaba amarrado, y Barnette lo contó como un refugio improvisado.

También contó personas e ingresó los totales en una aplicación de teléfono inteligente especialmente diseñada para los trabajadores sociales.

Esa información y los miles de registros en papel de los voluntarios se devuelven a la Autoridad de Vivienda y se utilizan para crear estimaciones estadísticas al ponderar las observaciones con los resultados obtenidos de una encuesta sobre personas desamparadas.

El recuento del 2018 sumó 52,765 personas desamparadas en el condado de Los Ángeles. Los números ayudan a determinar cómo se gasta el dinero en toda la región, incluidos $ 350 millones en ingresos por impuestos a las ventas generados anualmente a partir de la Medida H, un impuesto que beneficia programas para las personas desamparadas, que se aprobó en 2017.

La unidad del sheriff se creó hace unos siete años cuando los funcionarios estaban preocupados por el daño que pudiera provocar el fenómeno climatológico de El Niño, dijo Kitchin.

“Simplemente no queríamos que nadie muriera en el lecho del río”, dijo.

Tiene 10 miembros en todo el condado, con dos asignados a cada división de patrullaje. Kitchin, quien se convirtió en parte de la unidad en 2018, había sido previamente sargento en Industry y detective en East L.A.

“Nuestros contactos [con personas sin hogar] no comienzan con la detención”, dijo. “Estamos tratando de demostrar que nos importan. Eso es nuevo para los oficiales de policía. No es para lo que hemos sido entrenados”.

Alrededor de la mitad del conteo, el grupo se encontró con una fila de grandes tiendas de campaña con estufas de leña. Una tenía un baño improvisado.

Cuando los oficiales empezaron a hablar con algunos de los residentes, un hombre llamado Richard Andrande se enojó y les dijo cuánto odiaba a la policía.

Fue esposado, checaron su información y el agente Jeff Tesdahl lo interrogó brevemente, y explicó que estaban allí solo para proteger a los trabajadores sociales y voluntarios y ayudar con el recuento.
Después de eso, Tesdahl lo dejó ir.

“Nunca tuve una conversación así con un oficial”, dijo Andrande, quien dijo que había estado en prisión varias veces. A diferencia de la mayoría de los voluntarios que participaron en el conteo esta semana, este grupo se detuvo para hablar con las personas desamparadas que conocieron, anotando información y programando los horarios en los que volverían para brindar servicios.

A medida que avanzaban a lo largo del lecho del río hacia la presa de Whittier Narrows, pasaron junto a establos de caballos, y se detuvieron en un punto para maravillarse con una elaborada residencia de una persona desamparada.

Había construido una escalera en las entrañas de un puente e instalado gallineros. Gallos y gallinas emitían ruidos roncos en jaulas mientras un gatito negro rondaba a su lado.

En una esquina, a gran altura del suelo, también había un colchón para que durmiera.

Kitchin le ordenó a un oficial que llamara al departamento de control de animales, y el grupo continuó. Cuando el día llegó a su fin, el grupo redujo la velocidad para inspeccionar uno de los últimos campamentos debajo de un puente. Esto alertó a varios de sus residentes.

“No hay necesidad de correr”, un oficial dijo por el altavoz de su vehículo. “Solo estamos llevando a cabo el conteo de personas desamparadas”.

Después de una breve parada y charlar con las personas que se quedaron, el equipo siguió adelante.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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