Anuncio

La realidad de las mujeres transgénero en la caravana de inmigrantes: ‘Si volviera a Honduras, no duraría un solo día’

Share

De los 225 solicitantes de asilo que escapan de lugares como Honduras, Guatemala y El Salvador, la docena de miembros de la comunidad transgénero que llegaron a Tijuana se sienten atacados donde sea que vayan.

No todas llegaron a Tijuana.

“Algunas de nosotras hemos sido secuestradas, agredidas y desaparecidas”, remarcó Iván Mondragón, de 30 años, quien organizó el grupo transgénero. “Algunas han sido forzadas al trabajo sexual. Aquí en Tijuana, una de nuestras chicas fue atacada; alguien le rompió las costillas y no la hemos visto desde que publicó un video en Facebook después de la golpiza”.

Mondragón, quien vive en el estado mexicano de Chiapas, organizó una caravana transgénero en 2017. Durante ese viaje, transportaron exitosamente a 17 personas, incluidas 11 mujeres transgénero, a Nogales, Arizona.

Anuncio

Mientras planeaba un segundo viaje, este 2018, Mondragón supo que la caravana centroamericana estaba lista para salir de la frontera entre Guatemala y México; la misma caravana que el presidente Donald Trump criticó abiertamente como un signo de las leyes de inmigración “débiles” y convirtió así, sin quererlo, en un espectáculo mediático internacional.

Mondragón decidió unirse a la gran caravana para protegerse. Cinco mujeres transgénero formaban parte de ella y otras más se unieron en el camino, incluyendo un gran contingente en Puebla.

A lo largo de un recorrido de un mes por México, cerca de 35 mujeres transgénero se unieron y unas 20 lograron llegar a Tijuana, indicó Mondragón.

Muchas de ellas afirman haberse fugado de casa, expulsadas por sus familias. La mayoría tiene al menos una amiga que fue asesinada por ser transgénero. “Tengo amigas que no tienen la oportunidad de pedir asilo porque ya están muertas”, expresó Shannel Smith, de 28 años de edad y hondureña.

Smith salió de la capital de Tegucigalpa con dos amigas, después de que los miembros de una pandilla que mataron a su amiga transgénero fueron tras ellas. Sus acompañantes decidieron quedarse en México, pero Smith decidió seguir. “No creo que México pueda darme la seguridad que estoy buscando”, consideró. “Tengo amigas que viven aquí, en México, y dicen que no es tan seguro como parece”.

Melany Santiago, de 19 años, es una de las mujeres transgénero que se unió a la caravana en Puebla. Ella es de Honduras, pero vive en la Ciudad de México desde que tenía 14 años.

Santiago abandonó Honduras después de que alguien trató de matarla, relató. Al marcharse, tomó copias de los registros del hospital y esperaba usarlas para solicitar asilo.

La joven pensó que en México encontraría aceptación, pero experimentó el mismo nivel de discriminación que en Honduras. Además de negarles el empleo y la vivienda, la violencia contra las mujeres transgénero queda impune, remarcó. “Cuando se informa de un delito, nadie le da seguimiento”, dijo Santiago. “No hay una investigación, hay impunidad. El sistema legal aquí es una farsa”.

A lo largo de su viaje de un mes a través de México, las mujeres transgénero formaron una comunidad unida. El vínculo fue muy evidente para Alexandra Mejilla, de 29 años y oriunda de El Salvador, cuando tuvieron que abrirse camino en una serie de trenes conocidos colectivamente como “La Bestia”.

Mejilla tuvo problemas para subir al tren, y por un instante pensó en renunciar y quedarse en México. Pero sus amigas, algunas ya en el vagón y otras detrás de ella, la empujaron hacia arriba y en un carrito. “Sentí más apoyo porque ya no estaba sola”, expresó. “Si algo sucede, tus amigas te protegen. Todas estamos huyendo de lo mismo, así que nos ayudamos unas a otras”.

En El Salvador, las personas transgénero son tratadas “como extraterrestres”, indicó Mejilla. “No nos hablan, no se nos acercan”. En 2017, 15 de sus amigas transgénero fueron asesinadas en El Salvador, dijo. Algunas fueron masacradas con machetes hasta el punto de que ya no eran reconocibles.

Durante el viaje, los organizadores de caravanas ayudaron a todos los solicitantes de asilo a construir un caso sólido. Mondragón organiza chequeos legales y trabaja con organizaciones sin fines de lucro en los Estados Unidos para encontrar patrocinadores para las mujeres transgénero.

También organizó charlas y talleres de empoderamiento para ayudar a las mujeres trans a encontrar una voz propia. Idealmente, le gustaría que algún día puedan quedarse en México, pero las opiniones del país hacia las personas transgénero deben cambiar antes de que eso suceda, señaló.

Los casos de asilo son difíciles de ganar. Pueden demorar meses, incluso años, y más de siete de cada 10 peticiones de centroamericanos son denegadas.

Para que se les otorgue asilo en los Estados Unidos, los solicitantes deben demostrar que sufren persecución debido a su raza, religión, nacionalidad, opinión política o pertenencia a un grupo social en particular.

Para Nicole Ramos, una abogada de inmigración que ayuda a preparar a los solicitantes, algunos de los casos más fuertes provienen de la comunidad LGBTQ, en particular de las mujeres transgénero.

Cinco mujeres transgénero ingresaron a los EE.UU. el pasado miércoles 2 de mayo, informaron los organizadores. Cinco más lo hicieron el viernes. Alrededor de 10 de ellas se quedaron en Tijuana. Los organizadores aún no están seguros de cuántas tratarán de solicitar asilo y cuántas permanecerán en México.

Incluso, mientras se preparaban para ingresar a territorio estadounidense, la muerte seguía de cerca a las mujeres transgénero de la caravana. Melannie Osorio, hondureña de 20 años, recibió por mensaje de WhatsApp la noticia de que su mejor amiga, una mujer transgénero llamada Angie, había sido asesinada a tiros.

Angie fue la tercera amiga transgénero de Osorio en ser aniquilada este año, dijo. “Si yo volviera a Honduras, no duraría un solo día”, aseguró la joven.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio