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Simpatizantes y opositores de Trump tuvieron la oportunidad de expresar directamente sus emociones

President Trump visited California for the first time as president March 13.

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El presidente Trump pasó su día en California examinando prototipos para el muro fronterizo, criticando a funcionarios del estado, recaudando dinero y reiterando una tradición de la Casa Blanca: provocar grandes congestionamientos de tránsito y hasta bautizarlos.

El martes, los Obamajams dieron paso a los “Make America Late Again”, cuando Trump realizó su primera visita a California desde que ganó las elecciones en 2016.

Fue un viaje que trajo a sus más ardientes seguidores y enemigos, con suficientes fuerzas policiales y barricadas para evitar que se atacaran mutuamente, al menos hasta el martes por la noche.

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En la Estación Aérea de la Infantería de Marina en Miramar, su presencia provocó risas y aplausos mientras desgarraba los medios y proponía una nueva “Fuerza Espacial” para hacer la guerra en el espacio.

En el área de Los Ángeles, se encontró con signos de protesta y todo tipo de burlas, como “Chicken Don”, un pollo inflable con cabello anaranjado destinado a burlarse de él calificándolo de cobarde.

Cuando el Marine One aterrizó en el aeropuerto de Santa Mónica, la gente movió el dedo medio hacia el helicóptero o gritó “¡no Trump, no KKK, no Estados Unidos fascista! “ Para muchos manifestantes, esta era la primera vez que podían dirigir su ira directamente hacia él.

Otros vinieron a presenciar el espectáculo y un pequeño pedazo de historia. Carlos Jiménez llevó a su hijo de 4 años al aeropuerto solo para ver a un presidente. “Independientemente del partido político, sigue siendo el presidente”, dijo Jiménez. “Es una experiencia”.

En una parte azul profunda de un condado azul (los colores demócratas), ese fue el apoyo más grande que se pudo encontrar.

Susan Diamond, de 49 años, quiso mostrarle a su hijo de 12 años que la libertad de expresión es importante. “Vinimos a protestar y mostrar que nuestros valores son diferentes a los de este presidente”, dijo.

Su hijo estaba más entusiasmado con el Marine One. “Me gusta la forma en que despegan”, dijo.

Mientras la caravana de Trump aceleraba rumbo a una recaudación de fondos de $ 35,000 como mínimo en Beverly Park, docenas de manifestantes se alineaban en las calles. En la intersección de Bundy Drive y Ocean Park Boulevard, Will Kozicki paseaba a sus dos perros cuando se detuvo para observar a los manifestantes. “Prefiero que Trump esté jugando al golf en algún sitio en lugar de que venga aquí”, dijo.

“Apoyo a los manifestantes”, dijo Kozicki, que trabaja en finanzas. “Estoy emocionado de sentir su energía”.

Bajo un cielo gris, a veces lluvioso, la asistencia fue más ligera de lo esperado. Las carreteras resbaladizas empeoraron el tráfico.

Las calles alrededor de Beverly Hills se paralizaron y ofrecían a los visitantes a bordo de un Starline Tour vistas desde el autobús no solo de las casas delas celebridades, sino también de los manifestantes y la congestión del tráfico.

Las intersecciones fueron cerradas cerca del centro, donde se esperaba a Trump más tarde en el InterContinental Los Angeles Downtown Hotel en el Wilshire Grand.

En Otay Mesa, docenas de partidarios de Trump se reunieron el martes temprano a media milla del límite internacional, donde Trump inspeccionaría ocho prototipos para el muro fronterizo.

“¡Construye esa pared! ¡Construye esa pared!” coreaban sus seguidores. “¡Trump 2020! ¡Trump 2020!”

Agitaban banderas americanas y usaban sombreros rojos “Make America Great Again”. Los conductores que pasaban tocaban la bocina y bajaban las ventanas para expresar su apoyo.

Un hombre agarró un letrero hecho a mano que decía: “Asimilar Asimilar Asimilar” en rojo, blanco y azul. Una mujer sostenía un letrero que mostraba ladrillos que decían: “¡Construye la maldita pared!” La canción “Born in the USA” sonó desde un altoparlante.

Gregory Brittain, abogado y miembro de los Patriotas del Tea Party de Redlands, dijo que le preocupa la porosidad de la frontera, diciendo que “criminales, terroristas y drogas aún pueden cruzar”.

Expreso que ser partidario de Trump en California “es algo así como librar una guerra de guerrillas detrás de las líneas enemigas”.

Después de sus visitas a la base de la frontera y del Cuerpo de Marines, Trump voló al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, luego a Santa Mónica en helicóptero. Cientos de manifestantes se reunieron en Beverly Hills, a varias millas de la recaudación de fondos, un evento que se asemejaba más a un festival que a una protesta.

Los vendedores ambulantes vendían perros calientes, una banda en vivo tocaba música y se preparaba un escenario para los oradores. Algunos manifestantes aprovecharon las áreas cubiertas de lodo en el Beverly Gardens Park que se formó después de la lluvia y escribieron “dump Trump” con las suelas de sus zapatos.

Era solo el segundo día de Omar Mohamed en Los Ángeles, pero dijo que ya se sentía como si estuviera en casa.

Nacido en Tanzania, Mohamed, de 37 años, vivió la mayor parte de su vida en Columbus, Ohio, y dijo que la elección del presidente Trump lo sorprendió. Se mudó aquí esta semana para comenzar un trabajo de dos meses como enfermero, y ver a cientos de personas expresar su frustración e ira hacia las políticas de Trump lo hizo querer quedarse.

“La gente de mi comunidad en Ohio votó en silencio, así que nos sorprendió cuando Trump se convirtió en presidente”, dijo.

Una amiga de Ohio, Heather Semreen, dijo que estaba encantada de ver el activismo.

“Esto debe ser escuchado en el resto del pais”, dijo.

Los redactores del Times, Sarah Parvini, Hailey Branson-Potts, Ruben Vives, Richard Marosi y Benjamin Oreskes contribuyeron a este informe.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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