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Los Tigres del Norte se convierte en el primer grupo norteño en tocar en el Hollywood Bowl

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La historia de Los Tigres del Norte se puede contar con números.

En una carrera que abarca cinco décadas, el grupo ha vendido 37 millones de álbumes y ha grabado 500 canciones. Tienen siete Grammy Awards, ocho Latin Grammys y 66 canciones en la lista de “Hot Latin Songs” de Billboard, la mayor cantidad que cualquier otra agrupación musical latina.

En 2002, más de 67,000 personas asistieron para verlos tocar en el Astrodome de Houston. 12,000 más de los que se presentaron para ver a los Beatles en el Estadio Shea en 1965.

Pero también puedes contar la historia de Los Tigres a través de los lugares en los que han estado.

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Rosa Morada, por ejemplo, la pequeña ciudad ganadera en el estado de Sinaloa, donde crecieron. Mexicali, la ciudad fronteriza donde tocaban en los burdeles locales. Soledad, California, donde tocaron su primer concierto en Estados Unidos - para los mexicanos en la prisión estatal en ese sitio-.

Desde entonces, Los Tigres han tocado en casi todas las sedes de México y EE.UU., incluyendo el Staples Center de Los Ángeles y el Walt Disney Concert Hall, el estadio Azteca con capacidad para 87,000 personas en la Ciudad de México y el Auditorio Nacional de ese país, el equivalente del Kennedy Center en Washington, DC, un lugar en el que también se han presentado.

En esta etapa de sus carreras, es difícil imaginar otro límite que puedan romper estos estadistas del género norteño. Pero el sábado, un día antes de la independencia de México, Los Tigres del Norte se convertirán en el primer grupo norteño en ser titular en el Hollywood Bowl.

“Quién podría imaginarse que cuando venimos aquí por primera vez, tendríamos la oportunidad de tocar en todos estos lugares”, dice el cantante Jorge Hernández, mientras se acomoda en una silla en una sala verde de Hollywood Bowl. Esos lugares incluyen conciertos en 48 de los 50 estados de EE. UU. (Excepto Dakota del Norte y Montana).

“Es un sueño para nosotros”, agrega Hernández, rodeado de sus compañeros de banda, todos vestidos con atuendos elegantes: sus hermanos Hernán, Eduardo y Luis, y su primo Oscar Lara. “Sigue siendo como un sueño cada vez que sucede algo como esto”.

Pero el concierto en el Bowl, de alguna manera completa un círculo en la historia de Los Tigres.

“Hollywood tiene un significado muy importante para nosotros”, dice Hernán, el bajista del grupo, conocido por sus peinados extravagantes pintados con una veta prominente de color blanco. “La primera canción de Los Tigres del Norte que el público conoció era sobre Camelia, que iba a Hollywood”.

Se refiere al primer éxito de la banda, “Contrabando y Traición”, de 1972, que contaba la historia de Emilio Varela y Camelia la Texana, un par de contrabandistas que trasladaban una carga de marihuana desde San Ysidro hasta Hollywood. Después de hacer su entrega, Varela anuncia que está abandonando a Camelia por otra mujer. Ella le dispara y desaparece con el dinero de la droga.

Con sus letras cinemáticas, su impulsivo protagonismo femenino y sus sonidos sampleados (los disparos suenan cuando Camelia despacha a su hombre en los versos finales), la canción fue un éxito rotundo. Esa canción estableció la reputación de Los Tigres como una banda digna de ser escuchada, y ayudó a inspirar todo el género de los narcocorridos. Inevitablemente, en 2014, la canción también inspiró una telenovela de Telemundo llamada “Camelia la Texana”.

“Hollywood es importante para Los Tigres del Norte”, agrega Hernán. “Nuestra primera canción fue sobre Hollywood. Tenemos una estrella en el Hollywood Walk of Fame”, otorgada en 2014.”Y ahora, por primera vez, haremos un concierto aquí”.

“Estar aquí”, dice Jorge, “es el mismo tipo de prueba que en el Auditorio Nacional en México”.

Es otra pequeña insignia de prestigio para agregar a las muchas que ya han acumulado.

Es difícil exagerar la importancia de Los Tigres del Norte para la música latina y el género norteño, sin mencionar a los inmigrantes latinos en general. Los miembros de la banda, que desde ese primer concierto en la prisión de Soledad se establecieron en el área de la bahía (San José, para ser exactos), son ciudadanos de EE.UU. y su trabajo a menudo ha tocado la vida cotidiana de inmigrantes recientes: el trabajo duro, el anhelo de hogar y el sentimiento de ser un extraño cuando los de adentro no te quieren cerca.

El repertorio de Los Tigres incluye canciones sobre el muro fronterizo, sobre trabajadores que cruzan la frontera sin documentos, sobre migrantes centroamericanos que tienen que cruzar no solo una frontera nacional para llegar a EE.UU., sino varias.

A sus historias de lucha y migración le han agregado el característico sonido norteño: polkas y valses acelerados, salpicados por acordeones y el bajo sexto (un tipo de guitarra de 12 cuerdas). Un remedio seguro para mejorar un mal día es sonar su álbum ‘Jefe de jefes’ al máximo volumen, la voz penetrante de Jorge irradia alegría, furia y dolor simultáneamente.

Las narrativas que tejen con sus letras, su ética de trabajo meticulosa y la devoción que han mostrado a sus fanáticos los han mantenido en la cima, incluso cuando otros grupos regionales mexicanos han desaparecido.

“Tenemos canciones que incluyen niños, jóvenes, nuevas generaciones, canciones para la comunidad gay”, dice Jorge. “Tratamos de cubrir todo para que ningún miembro del público se sienta excluido. Esa es la misión que tenemos”.

Eso es evidenciado por la multitud en cualquier concierto de Los Tigres del Norte, un evento multi generacional que incluye abuelas y niños pequeños y todos las demás generaciones. Asistí a un concierto suyo en la ciudad de Nueva York hace aproximadamente una década, y vi a una anciana lanzando un sostén al escenario. Sus generosas copas estuvieron en la cabeza de Hernán por el resto de la noche.

Dada su estatura y la popularidad de la música regional mexicana, es sorprendente que les haya tomado tanto tiempo invitar a Los Tigres a tocar en el Bowl.

“De alguna manera es impactante”, dice Chon Noriega, director del Centro de Investigación de Estudios Chicanos de UCLA, donde la banda ha apoyado un importante esfuerzo de digitalización de la música mexicana del siglo XX. “Ellos son los cronistas en español de nuestro tiempo. Están hablando el idioma dominante del hemisferio y lo hacen con la comprensión de todas las personas que componen ese hemisferio”.

La banda recién está empezando a trabajar en su próximo álbum de estudio, el primero desde que se lanzó “Realidades” hace cuatro años.

Jorge dice que aún no han decidido la dirección que tomará este nuevo álbum. Pero es probable que el clima político actual hacia los inmigrantes mexicanos y centroamericanos enmarque este trabajo musical.

“Es como si estuvieran tendiéndonos trampas”, dice Jorge sobre las medidas contra la inmigración. “Así que todos nosotros, los mexicanos, y Los Tigres del Norte, tenemos que tener cuidado; tenemos que tener cuidado con lo que cantamos, con lo que decimos”.

Pero, por supuesto, seguirán defendiendo a los latinos. (La banda desplegó un letrero en los Premios Grammy Latinos 2015 que decía “Latinos Unidos. No Voten por los Racistas”). Y recientemente, se han interesado por la creciente población de latinos en las cárceles de Estados Unidos. En abril, la banda dio un concierto en la prisión de Folsom, marcando el 50 aniversario del famoso concierto de Johnny Cash allí.

“Cuando nos llevaron a la prisión, y estábamos caminando por donde viven los presos, lo que sentí...”, dice Eduardo, luchando por encontrar las palabras correctas, “... fue algo que se metió dentro de mi corazón”.

Eduardo dice que estaban nerviosos por el programa, que incluía una versión en español de “Folsom Prison Blues” de Cash, pero luego de tres canciones, dice que todos se relajaron y se convirtió en otro espectáculo de Los Tigres.

“Pidieron canciones”, recuerda. “Nos pasaban pequeñas notas con sus solicitudes, lo cual no estaba permitido, pero lo hicieron de todos modos”.

Los prisioneros exigieron un bis (“Jefe de jefes”, por supuesto) y un prisionero incluso se les unió en el escenario: Manuel Mena, un ex músico condenado por asesinato en primer grado, que aprendió a tocar el acordeón dentro de Folsom y se unió a la banda para una interpretación de “Un día a la vez”.

“Fue su canción favorita”, dice Hernán. El espectáculo, fue todo un éxito, “pero fue algo triste”.

Y fue la manera en que la banda dijo “que esta comunidad que ha sido olvidada es importante para nosotros, y queríamos llevarles un poco de felicidad”, agrega Jorge.

Actualmente, la banda está trabajando en un acuerdo televisivo para transmitir el concierto. Esperan hacer el anuncio en otoño.

Mientras tanto, todos los ojos están en Hollywood Bowl.

Le menciono a Jorge que el Bowl tiene fama de ser un lugar difícil para los músicos.

“Ya veremos”, dice con una sonrisa. “Experimentaremos con eso el día 15”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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