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Angustia después de que el fuego en una cárcel de Venezuela mató a 68 personas: ‘Los que hicieron esto deben pagar’

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Mientras los familiares esperaban a que las autoridades entregaran los restos de sus seres queridos muertos en un incendio en una cárcel, la ira estalló nuevamente en este país.

El fuego del miércoles barrió con una estación de policía donde se mantenía a los prisioneros, matando al menos a 68 personas que se encontraban en celdas diseñadas para albergar a apenas una fracción de los reclusos que ahí se encontraban. Varios funcionarios dijeron que pensaban que el número de muertos iba a aumentar.

Mientras el humo y las llamas envolvían la cárcel, las imágenes de la televisión mostraban a familias desesperadas empujando a un grupo de oficiales de policía antes de ser rechazadas por gases lacrimógenos y balas de goma. Algunas personas tropezaron y cayeron cuando las balas levantaron bocanadas de polvo en la calle frente a la estación de policía.

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“Quiero justicia para mi hijo”, dijo Rocky Varela, de 53 años, quien dijo que su hijo de 27 años había muerto en el incendio. “Quienes hicieron esto deben pagar”.

Venezuela se ha tambaleado por su crisis económica, la hiperinflación, la escasez de alimentos, la falta de empleos y las olas de anarquía han hecho intolerable la vida para muchos, algunos de los cuales han huido a países vecinos en busca de ayuda.

Las condiciones en las cárceles son terribles, con presos que no tienen comida o cuidado de salud básico y la existencia de armas que ingresan gracias a guardias corruptos, dijeron grupos de defensores de los derechos humanos.

El fiscal de Venezuela, Tarek William Saab, dijo que cuatro fiscales habían sido asignados para determinar qué sucedió y quién fue el responsable de la tragedia en Valencia, un pueblo en el estado de Carabobo a 160 kilómetros al oeste de Caracas, la capital del país.

Saab, quien dijo que todas menos dos de las víctimas eran hombres, prometió una “investigación exhaustiva para arrojar inmediatamente luz sobre los dolorosos acontecimientos que han puesto de luto a docenas de familias venezolanas”. Se cree que las dos mujeres que murieron eran visitantes.

La cifra de muertos en el desastre del miércoles supera a casi todos los recientes eventos de muertes masivas en las cárceles venezolanas. Un incendio en una prisión en el estado occidental de Zulia mató a más de 100 reclusos en 1994. En 2013, 61 personas murieron y más de 100 resultaron heridas, la mayoría por heridas de bala, después de un motín en Barquisimeto. Y en 2017, un disturbio en la prisión estatal de Amazonas dejó 38 muertos.

El gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, mantuvo el silencio oficial el jueves sobre las causas de los disturbios y los disparos mortales, incluso cuando los miembros del Congreso de la oposición y grupos de derechos humanos pidieron una investigación.

Los líderes de la oposición rápidamente señalaron el fuego mortal como un ejemplo de un gobierno fallido y una sociedad que se está desmoronando. En su tercer año de recesión, Venezuela sufre una inflación de tres dígitos y grave deterioro en las condiciones de vida. Hasta 2 millones de personas han huido y, de los que permanecen, se estima que hasta el 82% de ellos viven en la pobreza.

“Toda Venezuela está indignada”, dijo la ex miembro de la Asamblea Nacional, María Corina Machado a través de las redes sociales. “Esta es una masacre, un crimen brutal que intentaron ocultar incluso cuando ocurrió”.

Henrique Capriles, el líder de la oposición y ex gobernador del estado de Miranda que perdió las elecciones presidenciales de 2013 frente a Maduro, calificó el incendio y sus consecuencias de “dantescas”.

“¿Cuántas veces más tendremos que presenciar estas mismas escenas? ...Más de 70 muertos apilados en un centro de comando de la policía muestran el fracaso de un gobierno que debería estar obligado a garantizar la vida de los venezolanos”, dijo Capriles.

Las agencias de derechos humanos que han condenado el sistema penal venezolano como uno de los más inhumanos en América Latina, han pedido una investigación completa.

“Tristemente, queman prisioneros en las cárceles de Venezuela”, dijo Humberto Prado, director del Observatorio Penitenciario de Venezuela, que monitorea las condiciones carcelarias y penitenciarias. “Hay personas que han muerto quemadas y el gobernador de (Carabobo) todavía no ha salido a dar la cara y asumir la responsabilidad de lo sucedido”.

El grupo de Prado hace tiempo que advirtió sobre la situación insostenible en las cárceles de las comisarías de policía, donde a los detenidos a menudo se les mantiene mucho más tiempo que el período de detención de 48 horas establecido por ley.

Aunque no se ha divulgado ninguna secuencia oficial de los hechos previos a los disturbios y al fuego, una fuente anónima de la policía dijo a la agencia de noticias Carabobo que la violencia comenzó después de que un prisionero desarmara y apuñalara a un oficial de policía que realizaba un registro en las celdas.

Si bien la cifra oficial de muertos se mantuvo sin cambios el jueves, Juan Miguel Matheus, miembro de la Asamblea Nacional dijo que recibió informes de que 78 personas habían muerto en el incendio, incluidas 10 mujeres. Hasta el momento, no se ha mencionado si entre las víctimas había guardias o policías.

La mayoría, si no todas, de las víctimas se cree que murieron por inhalación de humo.

Carmen Valera, quien se identificó como la tía de uno de los presos muertos, le dijo a Caraota Digital TV que el incendio fue una “masacre” iniciada por guardias y policías.

“Aquí nadie descubre nada”, dijo. “Está todo escondido”.

El jueves, el olor a humo aún flotaba en el aire y una columna blanca en la entrada principal de la estación estaba marcada por una mancha negra del fuego.

Félix Brugera, de 73 años, dijo que los funcionarios se presentaron en su casa temprano en la mañana y le informaron que Eduardo, su hijo de 25 años, había muerto. Dijo que su hijo había estado detenido cuatro meses por presuntamente robar un teléfono celular.

“Esto no es justicia”, dijo, prometiendo quedarse fuera del edificio hasta que los funcionarios entreguen los restos de su hijo. “Esto es una injusticia”.

Aida Parra dijo que vio a su hijo por última vez cuando le llevó comida el día anterior.

“¡No sé si mi hijo está muerto o vivo. No me han dicho nada”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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