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El Papa Francisco enfrenta las secuelas del escándalo de abuso sexual en Irlanda

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El Papa Francisco aterrizó en Dublín el sábado 25 de agosto por la mañana, y se encontró con una tierra muy distinta a la que recibió a su predecesor Juan Pablo II, con una bienvenida eufórica hace casi cuatro décadas.

“La devoción estaba en su apogeo, había alrededor de 450,000 personas para ver al Papa aquí en Knock, un pueblo en el oeste de Irlanda”, dijo Bernard Byrne, de 74 años, sentado en su tienda de souvenirs junto a la iglesia parroquial.

Tras él se alzaban estatuas de la Virgen María y fotos enmarcadas de Francisco, que visitará el lugar de peregrinación católica el domingo, emulando a Juan Pablo II.

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Pero la Irlanda que recibió a Juan Pablo II ya no existe.

Francisco llega en un momento de gran desafío para la Iglesia Católica Romana. En los últimos 10 días, ha sido sacudida por un informe del jurado en Pensilvania que detalla más de 1,000 casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes predadores, que estaban protegidos por lo que el jurado llamó “un libro para ocultar la verdad”. El Papa respondió con una carta a católicos de todo el mundo admitiendo que “no mostramos ningún cuidado por los pequeños”.

Hay pocos lugares donde esa verdad se haya sentido más agudamente que en Irlanda, una vez un cimiento de fe en la Iglesia Católica, conservada tenazmente a través de siglos de discriminación bajo el dominio británico.

En las últimas décadas, Irlanda se ha convertido en un país mucho más secular, siguiendo el patrón establecido en otras partes de Europa occidental, donde la asistencia a la iglesia ha declinado por mucho tiempo. “Ha habido un cambio total en la posición de la iglesia”, dijo Dara Calleary, sublíder de Fianna Fail (Soldados del Destino), el mayor partido político de Irlanda.

En 2015, este país se convirtió en el primero en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo a través de un referéndum. Eso fue seguido este 2018 por la aprobación de otra consulta para poner fin a la prohibición constitucional del aborto.

La Iglesia Católica se opuso a ambos referendos.

El primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, y el ministro de Salud, Simon Harris, revirtieron su anterior oposición al aborto y encabezaron la campaña, que se aprobó por un margen de 2-1. Como hijo homosexual de un médico hindú, Varadkar, de 39 años, es conocido como la personificación del cambio cultural realizado por Irlanda en las últimas cuatro décadas desde la visita de Juan Pablo II.

Se estima que alrededor de 2.7 millones de personas asistieron a los tres días de eventos públicos de Juan Pablo II, la primera visita de un pontífice a Irlanda. Este número representaba alrededor de la mitad de la población de la isla en ese momento.

“Hubo una atmósfera espiritual llena de fe en todo el país”, dijo el padre Terence Harrington, uno de los cientos de sacerdotes que ayudó a celebrar una misa liderada por Juan Pablo II en el Phoenix Park de Dublín, un evento al que asistieron aproximadamente 1.2 millones de personas.

Las multitudes serán mucho más pequeñas para la visita de 36 horas del Papa Francisco, de 81 años. Solamente se han distribuido 45,000 boletos para su escala de una hora en Knock, la décima parte de la multitud que llegó al pueblo en 1979. Se espera que entre 400,000 y 500,000 asistan a la misa que Francisco celebrará en Phoenix Park el domingo por la tarde.

Francisco visitará Irlanda para el Encuentro Mundial de las Familias, una conferencia de la Iglesia Católica y un festival que se celebra cada tres años. Sin embargo, las consecuencias de las revelaciones de abuso sexual en Pensilvania han llevado a los cardenales estadounidenses Donald Wuerl y Sean O’Malley, a cancelar sus visitas a Irlanda. Wuerl, el arzobispo de Washington, quien anteriormente fue obispo en Pittsburgh y ha sido objeto de intensas críticas por su manejo de casos de abuso sexual, debía de haber sido el orador principal en la conferencia.

La carta de Francisco a los 1,300 millones de católicos del mundo, sobre los diversos escándalos de abuso sexual, dijo que “no se debe escatimar esfuerzos para crear una cultura capaz de prevenir tales situaciones, sino también para evitar la posibilidad de que se encubran y sean perpetuadas”.

Pero Marie Collins, una sobreviviente de abuso que renunció a la Comisión Pontificia para la Protección de Menores en 2017, citando la obstrucción de funcionarios del Vaticano, dijo en Twitter que “las declaraciones del Vaticano o del Papa deberían dejar de decirnos cuán terrible fue el abuso y empezar a decir lo que está haciendo para castigar a los responsables”.

Eso se hace eco de innumerables declaraciones de supervivientes y muchos otros católicos, que se han indignado por lo que entienden como una cultura de encubrimientos y complacencia.

El portavoz papal Greg Burke dijo el 21 de agosto, que el Papa se encontraría con sobrevivientes de abuso sexual durante su estancia en Irlanda, lo que pondría fin a meses de especulaciones sobre si tal encuentro se llevaría a cabo. Pero mientras Francisco celebra la misa en Dublín, el domingo, Collins y otros sobrevivientes de abuso se encontrarán a tres millas de distancia en un monumento conmemorativo a los héroes de la independencia de Irlanda, un evento que podría atraer a varios miles de personas.

Francisco enfrenta una crisis global por el encubrimiento de los escándalos de abusos sexuales en la iglesia -incluidos sacerdotes en varios países, Irlanda incluida- y es probable que encabece la agenda cuando se reúna con el primer ministro de Irlanda el sábado 25. “Hay asuntos serios y se discutirán”, dijo Michael Ring, ministro de Irlanda para el desarrollo rural y comunitario.

El martes, después de inaugurar la nueva plaza ‘Papa Francisco’ en Knock, Ring dijo en una entrevista que cualquier diferencia de opinión no debería socavar la visita. “Será respetuosamente recibido como todo un Jefe de Estado”, dijo Ring.

Pero los irlandeses, que han disminuido su número de feligreses, no están seguros si pueden asegurar que el líder de la Iglesia Católica será recibido con respeto.

“La gente parece no estar tan interesada ahora como en aquel entonces [1979]”, dijo Mary Prenty, quien despertará a las 4:30 el domingo por la mañana, para llegar a Knock para la llegada del Papa.

Pero otros sugieren que en esta ocasión, incluso la nostalgia prevalecerá sobre cualquier sentimiento de malestar hacia la iglesia.

“Han pasado 40 años desde que llegó el último Papa”, dijo Anne-Marie Tiernan, una de los centenares de voluntarios que ayudarán durante el evento en Knock.

“Cualquiera que sea el malestar de la gente con la institución, todavía existe una gran fe y se verá este fin de semana”, dijo Dara Calleary.

Alrededor de Knock, hasta donde llegan un millón de peregrinos al año, viñetas de esa fe se pueden ver entre las legiones de devotos que vienen a orar, donde, según creen, la madre de Jesucristo apareció hace casi un siglo y medio.

Aldrin Bañas, quien emigró de Filipinas a Irlanda hace 17 años, dijo que visita Knock varias veces al año. Para Bañas, el pueblo a veces nebuloso es un lugar donde las oraciones obtienen una respuesta. “Pedimos, sufrimos, obtenemos”, dijo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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