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Disminuyen opciones para la oposición venezolana tras fallida ayuda humanitaria

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Los restos quemados y destrozados de un par de camiones que transportaban ayuda bloqueaban la mitad del Puente Francisco de Paula Santander entre Colombia y Venezuela.

Más al sur, el Puente Internacional Simón Bolívar, que también une a los dos países, estaba lleno de rocas, latas de gas lacrimógeno y cartuchos de escopeta.

Los restos esparcidos en los puentes ahora cerrados fueron un testimonio del fracaso casi total de un esfuerzo de ayuda humanitaria respaldada por Estados Unidos. El pasado sábado, se tenía la intención explícita de romper la lealtad del ejército venezolano con el gobierno del asediado presidente Nicolás Maduro.

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Sin embargo, las fuerzas fronterizas fuertemente reforzadas de Maduro bloquearon la entrega de cientos de toneladas de alimentos y medicamentos, en medio de batallas con activistas de la oposición en los puentes y en la ciudad fronteriza venezolana de Urena. Más de 300 personas resultaron heridas, en su mayoría por gas lacrimógeno disparado por la policía venezolana y la guardia nacional. A lo largo de la remota frontera de Venezuela con Brasil, cuatro personas murieron en enfrentamientos relacionados con la ayuda.

Mientras que las autoridades colombianas afirmaron la deserción de unos 100 miembros del personal de seguridad venezolano, el ejército y la policía venezolana no desertó en masa, ni abrió un camino para la ayuda, como lo había predicho Juan Guaidó, el líder de la oposición y autoproclamado presidente interino.

“El golpe ha fracasado”, declaró un exultante Maduro. “¡La victoria es nuestra!”, agregó Maduro, en compañía de su esposa, Cilia Flores, en un mitin de celebración en el complejo presidencial de Miraflores en Caracas.

En respuesta a estas acciones, los funcionarios de Estados Unidos y la oposición venezolana declararon que los movimientos violentos de Maduro para bloquear la ayuda empañarían aún más su imagen y endurecerían la resolución de aquellos que buscaban expulsarlo.

A raíz de la iniciativa de ayuda, Guaidó y sus aliados de EE.UU se apresuraron a calificar el episodio como una victoria que en última instancia aceleraría la caída de Maduro.

“Hoy vimos a un hombre al que no le duele enviar [a las autoridades] a quemar los alimentos que necesitan los hambrientos”, dijo Guaidó el sábado en Cucuta.

Las autoridades venezolanas culparon a los perpetradores de la oposición por quemar los camiones de ayuda y atacar a las unidades de seguridad venezolanas en los puentes.

La operación de ayuda se desarrolló un mes después de que Guaidó, líder del congreso controlado por la oposición de Venezuela, se declarara “presidente interino” y calificara a Maduro de “usurpador”. Pronto fue reconocido como el líder legal de Venezuela por Estados Unidos y docenas de naciones aliadas.

Guaidó se reunió con los líderes aliados de América Latina y con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, en Bogotá, la capital colombiana, el pasado lunes.

Los funcionarios de Guaidó y EE.UU insinuaron en varias declaraciones este fin de semana, que los movimientos enérgicos dirigidos a forzar a Maduro a dejar el cargo podría ser el siguiente paso tras el esfuerzo de ayuda fallido.

En un mensaje de Twitter, Guaidó dijo que los lamentables hechos ocurridos, lo habían llevado a proponer a la “comunidad internacional” que tuviera “todas las opciones abiertas para obtener la liberación” de Venezuela. Anteriormente, Guaidó había declarado que la intervención extranjera en Venezuela podría ser legal bajo la ley venezolana como un acto “humanitario”.

El senador estadounidense Marco Rubio (R-Fla.), quien ha estado muy involucrado en los esfuerzos para destituir a Maduro, publicó en Twitter una fotografía del ex líder libio ensangrentado, Moammar Kadafi, luego de ser capturado por las fuerzas de la oposición, antes de su ejecución. Rubio adjuntó el hashtag, #MaduroCrimeFamily, a su publicación.

Pero la oposición y sus aliados en Washington no llegaron a pedir directamente la intervención armada de Estados Unidos, una política, que incluso, muchos que se oponen al gobierno de Maduro, rechazan.

“Las bombas no discriminan, matan a inocentes y también a los culpables”, dijo Kimberlit González, de 31 años, madre de tres hijos que formaba parte de un grupo de una docena de venezolanos que esperaban para ser transportados a Perú. “Es cierto: a Maduro no le importa si su gente se muere de hambre o si no tiene medicamentos. Pero la guerra no es la respuesta”.

A pesar del aumento de las agresiones verbales, según los analistas, la administración Trump parece más propensa a imponer sanciones a Venezuela, mientras continúa construyendo esfuerzos internacionales para reconocer a Guaidó como el líder del país, aunque Guaidó no controla territorios ni ministerios gubernamentales.

Una invasión de Estados Unidos sería “extremadamente improbable”, predijo Bruce Bagley, profesor de estudios internacionales en la Universidad de Miami.

“Si fracturamos [Venezuela], tendremos que ‘adoptarlo’ durante al menos una década o más, mientras combatimos una guerra de guerrillas, el terrorismo y la actividad criminal organizada”, dijo Bagley. “Se acerca un año de elecciones presidenciales y Trump estaría cometiendo suicidio político, se suicida si decide invadir y ocupar Venezuela”.

En una entrevista con Fox News Sunday, el Secretario de Estado, Michael R. Pompeo, reiteró la posición de la administración Trump de que “todas las opciones están abiertas”.

“Vamos a hacer lo que tenga que hacerse para asegurarnos de que la voz del pueblo venezolano se escuche -que la democracia reine y que exista un futuro más brillante para el pueblo de Venezuela”, dijo Pompeo.

Mientras que los funcionarios estadounidenses y la oposición culpan a la mala gestión y la corrupción de Maduro por los problemas de Venezuela, Maduro culpa a la “guerra económica” de Estados Unidos por la escasez crónica en su país y la hiperinflación.

“Ellos [los funcionarios de Estados Unidos] seguirán imponiendo las sanciones que ya están destruyendo el país “, dijo Mark Weisbrot, codirector del Centro de Investigación Económica y Política, un grupo de expertos de izquierda de Washington.

Cualquier intervención militar directa de Estados Unidos en Venezuela podría resultar en una “guerra civil sangrienta”, dijo Weisbrot.

El éxito de la oposición en Venezuela dependería, probablemente, de un enfoque paciente, dijo Luis Salamanca, profesor de ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela en Caracas. Eso requeriría que la oposición permaneciera unida detrás de la figura de Guaidó, lo cual podría ser un desafío para un movimiento fragmentado durante mucho tiempo.

“Hay varias formas de lograr el cambio, pero lo que se perfila es una estrategia lenta, sin límite de tiempo”, dijo Salamanca. “Para que haya un derrocamiento militar, hay que socavarlos desde adentro, cansarlos, superar su irracionalidad revolucionaria”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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