Anuncio

La guerra comercial encarecerá muchos productos y eso es apenas el comienzo

Share

Los estantes de los supermercados de lujo de Beijing están llenos de productos familiares y aparentemente imprescindibles para los estadounidenses expatriados, desde cereales crujientes para el desayuno con el nivel justo de azúcar, hasta nueces saladas ahumadas y productos de limpieza con la cantidad correcta de vigor.

Pero los occidentales, principales clientes en supermercados como Jenny Lou’s, Jenny Wang y April Gourmet, tendrán que pagar más por esos sabores ‘de casa’, según el gerente de Jenny Lou’s, Rocky Jia, a medida que el presidente Trump avanza con nuevos gravámenes rígidos, cuya última ronda afectó a bienes por un valor de $200 mil millones y fue anunciada este 17 de septiembre.

Un día después, China prometió tomar represalias con aumentos de impuestos sobre importaciones estadounidenses por valor de $60.000 millones de dólares, incluidos artículos como café, miel y productos químicos; los analistas pronostican una larga e incierta batalla por delante.

Anuncio

Algunos artículos familiares, como ciertas galletas Oreo y la mantequilla de maní Skippy, se producen bajo licencia en China y probablemente no subirán de precio. Pero muchos otros son importados, y es posible que incrementen su valor, advirtió Jia.

En los supermercados de vecindarios de Beijing como Sanlitun, que recuerdan a Estados Unidos o Europa con sus bares, restaurantes, centros comerciales y calles arboladas, algunos clientes occidentales aseguran que no se sentirán intimidados por las alzas de precios. “Supongo que seguiré comprándolos”, expuso Patricia Water, una consultora alemana y exdiplomática que ha vivido en China por 15 años y compra en April Gourmet marcas que conoce y en las cuales confía.

Ronald Walter, un traductor de los Países Bajos que reside en China hace 21 años, dijo que incluso si aumenta su factura de comestibles, “supongo que aún vendría aquí porque es una de las tiendas que tiene muchos productos occidentales. Compro comestibles, comida y básicamente de todo”.

Pero no todo el mundo puede permitirse ser tan exigente. Stephanie Landes, una estadounidense de 23 años, se esfuerza por economizar. Únicamente visitó April Gourmet, en Sanlitun, porque tenían una oferta de cereal para el desayuno, comentó.

A pesar de la lealtad de marca de muchos clientes, Jenny Lou’s, que importa aproximadamente el 30% de su stock desde EE.UU., se prepara para un gran impacto en los precios y las ganancias. La cadena de supermercados fue lanzada en 1988 y cuenta con 10 tiendas; casi tres cuartas partes de sus productos provienen del extranjero, indicó Jia.

El polvo para importado lavar la ropa es más popular que las conocidas marcas occidentales producidas bajo licencia en el sur de China. “Nuestros clientes quieren cosas que provienen de fuera de China. Ellos creen en estas marcas. Creen en la calidad y también en el hábito”.

Aunque algunos occidentales afirman que seguirán comprando sus productos estadounidenses favoritos, Jia consideró que si los precios suben abruptamente, algunos probablemente elegirán artículos similares fabricados en Europa. Es posible que los ingresos de Jenny Lou’s disminuyan entre un 10% y un 20% una vez que el impacto de las nuevas tasas se haga efectivo.

Muchas empresas estadounidenses que hacen negocios con China se enfrentan a similares opciones dolorosas en los próximos meses. “Lo que siento al comunicarme con la gente en los gobiernos chino y estadounidense, es que ambas partes están endureciendo sus posiciones y que ninguna está dispuesta a tomar la acción unilateral que resolvería la situación”, afirmó Jacob Parker, vicepresidente de operaciones de China en el Consejo Empresarial EE.UU.-China.

“El gobierno estadounidense espera que su par chino demuestre esfuerzos de buena fe, como anunciar [que está] implementando nuevas liberalizaciones que permitan a China operar más como una economía de mercado. [Pero] China ve esas liberalizaciones como elementos para negociar, que no cederá unilateralmente”, señaló PArker.

La administración de Trump busca que China suspenda las prácticas comerciales restrictivas, como obligar a las compañías extranjeras a entregar tecnologías clave a cambio de acceder a su vasto mercado. También quiere cambios fundamentales a largo plazo, exigiendo que China opere más como una economía de mercado, menos dependiente de los subsidios a las empresas estatales que dificultan la competencia de las compañías externas.

Pero cuanto más presión sume la guerra comercial contra el líder chino, Xi Jinping, menos dispuesto estará éste a ceder, porque significaría una humillación y la pérdida de prestigio. Según los analistas, es posible que la guerra comercial sea prolongada y dolorosa.

Aunque China no puede igualar el monto en dólares en tasas de los EE.UU. porque importa menos de ese país que lo que exporta, tiene innumerables formas de poner presión sobre las compañías, los consumidores y los agricultores estadounidenses.

China es un mercado importante para las cerezas estadounidenses, por ejemplo, y no solo apuntó a esta fruta con gravámenes sino también impuso un nuevo período de cuarentena de una semana, suficiente para que el producto se eche a perder. Solo las tasas le costaron a los productores de cerezas del noroeste al menos $86 millones este verano, según el Consejo de Horticultura del Noroeste.

Los automóviles estadounidenses importados están sujetos a un arancel del 40% en China, lo cual les imposibilita competir con los modelos europeos, con impuestos del 15%.

Parker dijo que una amplia gama de empresas estadounidenses enfrenta costosas inspecciones, demoras y control regulatorio. Hace poco, una automotriz sufrió el aumento de su tasa de inspección aleatoria del 2% al 100%, afirmó.

Las investigaciones cerradas sobre los precios que las compañías estadounidenses cobraban, se reabrieron abruptamente. Incluso los eslóganes publicitarios, utilizados durante años, fueron cuestionados de repente. “Creemos que hay suficiente evidencia fáctica para indicar que hay una tendencia”, indicó Parker.

Otro riesgo es que compañías omnipresentes, como Starbucks, McDonalds y KFC, se enfrenten a un boicot de consumidores.

Ambos países parecen creer que ganarán la guerra comercial. Los comentarios de los medios estatales chinos señalan que la economía es lo suficientemente fuerte como para superar a Estados Unidos. Trump, por su parte, destacó el 18 de septiembre, que EE.UU. podría imponer aranceles a otros bienes chinos por valor de $267 mil millones de dólares. “No queremos hacerlo, pero probablemente, no tendremos otra opción”, consideró.

El vocero del Ministerio de Comercio chino, Gao Feng, aseveró que Estados Unidos, buscando convertir a China en el chivo expiatorio de sus propios problemas, había iniciado una guerra comercial que socavaría el comercio mundial y perjudicaría a sus socios comerciales. También adelantó que China emprenderá una serie de medidas en represalia, sin detallar qué se haría, aparte de aumentar los aranceles. “China está totalmente preparada para defender los intereses de la nación y la gente”, indicó Gao.

La nueva ronda de tasas podría descarrilar las nuevas conversaciones comerciales planificadas. Trump aseguró recientemente que “no era el momento adecuado para hablar” con China, porque las relaciones comerciales entre los dos países habían sido demasiado unilaterales durante muchos años, aunque consideró que, eventualmente, él y Xi podrían llegar a un acuerdo.

La administración de Trump presentó un paquete de asistencia de $12 mil millones para los agricultores estadounidenses afectados por la guerra comercial, pero algunos de ellos temen que no sea suficiente.

China, un importante mercado para la soja estadounidense, planea impulsar la producción interna de ese cereal, así como también importar frijoles de Brasil, Polonia y Argentina.

Un efecto a largo plazo de la guerra comercial es la creciente determinación de China de aumentar también su producción en productos de alta tecnología, como los superconductores.

Parker dijo que, en ese sentido, ya se había perjudicado a las empresas de EE.UU. “Muchos en el gobierno chino están preocupados de que Estados Unidos pueda controlar y retener vínculos clave en la cadena de suministro, y que solo el desarrollo de la industria nacional y la diversificación más allá de los productos estadounidenses permitirán que las cadenas de suministro de China estén seguras de ahora en más”.

También indicó que los miembros del consejo de negocios compartían las preocupaciones de Trump, pero que no respaldaban los gravámenes. En su lugar, creen que la administración debería presentar sus reclamos ante la Organización Mundial del Comercio y otros organismos multilaterales, junto con aliados en Europa y otros sitios.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio