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El presidente mexicano elude las preguntas sobre la amenaza fronteriza de Trump

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Dado que el presidente Trump amenaza con cerrar la frontera suroeste debido a la creciente cantidad de migrantes que llegan allí, se podría esperar que su homólogo mexicano, quien es normalmente abierto, exprese su voz en protesta por el posible daño económico, pero no es así.

“Prefiero amor y paz”, dijo el pasado lunes el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia de prensa de la mañana, evitando las preguntas sobre las advertencias de Trump. “No vamos a entrar en una confrontación con el gobierno de Estados Unidos”.

López Obrador, un izquierdista conocido por decir lo que piensa, se apresuró a denunciar a los críticos nacionales como “snobs” (quienes imitan las maneras u opiniones de los que consideran distinguidos) y recientemente exigió que España y el Vaticano se disculparan por la conquista, un evento que ocurrió hace cinco siglos.

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Pero siempre se ha abstenido de participar en una guerra de palabras con Trump.

“López Obrador no quiere tener problemas con Trump, porque sabe que lo único que podría descarrilar a su gobierno y afectar su proyecto, es el jefe de la Casa Blanca”, escribió el columnista Raymundo Riva Palacio en el periódico El Financiero. “España y el Vaticano no importan”.

El año pasado, como presidente electo, López Obrador incluso agradeció públicamente a Trump por atenuar los “comentarios ofensivos” sobre México.

Sin embargo, en los últimos días, Trump ha aumentado su retórica, declarando una “emergencia nacional” y amenazando con el cierre de la frontera como una medida punitiva contra una nación que depende en gran medida del comercio transfronterizo.

“¡México ... se negó a ayudar con la inmigración ilegal y las drogas!”, tuiteó Trump la semana pasada. “México debe impedir que los ilegales ingresen a EE.UU”.

López Obrador citó la necesidad de “prudencia” y dijo que no iba a involucrarse en lo que caracterizó como una polémica “electoral” de Estados Unidos.

“Estamos ayudando” a regular el flujo de migrantes con destino a Estados Unidos, dijo el pasado lunes López Obrador, quien agregó que busca “una política de amistad con el gobierno de Estados Unidos”.

La prensa mexicana informó que Jared Kushner, el yerno y consejero de Trump, se reunió en privado con López Obrador y sus principales asesores el 19 de marzo y transmitió la amenaza de Trump no sólo de cerrar la frontera sino también de cancelar la nueva negociación del acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, un pilar de la economía de México. La Casa Blanca no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.

Las autoridades de EE.UU han reportado un número creciente de migrantes de Centroamérica, incluidos muchos niños y familias, que llegan a la frontera después de cruzar de Guatemala a México y se dirigen hacia el norte.

Aunque las caravanas organizadas de los centroamericanos con destino a Estados Unidos han capturado los titulares de la prensa, los funcionarios dicen que la mayoría de los migrantes dependen de redes de contrabando bien organizadas.

En los últimos años, los ciudadanos de Guatemala, Honduras y El Salvador han eclipsado a los mexicanos, ya que son la mayoría de los inmigrantes detenidos cuando intentan ingresar de manera ilegal a EE.UU.

Ese cambio ha planteado un dilema cada vez mayor: los ciudadanos mexicanos que se encuentran ilegalmente en los Estados Unidos generalmente pueden ser devueltos rápidamente a México, pero muchos centroamericanos son liberados en Estados Unidos en espera del resultado de las solicitudes de asilo político.

El tema de la inmigración sigue siendo extremadamente delicado en México y las denuncias de la campaña de Trump sobre los mexicanos tachándolos como “criminales” y “violadores” fueron reprendidas, al igual que su insistencia en construir un muro fronterizo.

Desde que asumió el cargo el 1 de diciembre pasado, López Obrador se ha esforzado por cooperar con los funcionarios de Estados Unidos en diversos frentes. Su administración aceptó un plan controvertido según el cual algunos solicitantes de asilo de Centroamérica tienen que esperar en México para que sus casos sean escuchados en los tribunales de inmigración de Estados Unidos.

Pero su gobierno también ha enfurecido a los funcionarios estadounidenses al entregar miles de visas “humanitarias” a los centroamericanos, muchos de los cuales se dirigen a Estados Unidos.

López Obrador, sensible a las críticas de hacer el “trabajo sucio” de Washington, también parece estar alejándose del énfasis en la deportación de su antecesor. Las cifras de deportaciones de los centroamericanos durante los primeros tres meses del mandato de López Obrador se han reducido en casi un 16% en comparación con el mismo período del año en la administración anterior, según muestran las cifras oficiales.

Desde el punto de vista de López Obrador, los principales impulsores de la inmigración ilegal son “la falta de oportunidades” para los centroamericanos en sus países de origen y la violencia generalizada.

Pero Trump no ha respaldado los llamamientos de López Obrador para unirse a México en un plan de estímulo económico para Centroamérica. Por el contrario, el gobierno de Trump dijo el pasado sábado que estaba planeando recortar la ayuda a Guatemala, Honduras y El Salvador, una medida que los defensores de los migrantes dijeron que probablemente aumentaría el flujo de indocumentados, no lo disminuiría.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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