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VIDEO: El viaje a Juárez: “Es tiempo de construir los sueños”

Bienvenido a México… esas palabras en el cruce fronterizo hacia Ciudad Juárez hicieron que el corazón de Olga Soto se desbordara de felicidad. Video cortesía de: Paulo Martínez Medeles

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Bienvenido a México… esas palabras en el cruce fronterizo hacia Ciudad Juárez hicieron que el corazón de Olga Soto se desbordara de felicidad.

Para ella significaba el paso final para cumplir una de sus mayores ilusiones, poder vivir legalmente en Oklahoma después de 11 largos años. Algo que le permitiría sacar su licencia de conducir y no temer a la policía.

Con un perdón aprobado en mano y dispuesta a todo, viajó por carretera con su esposo y sus dos hijos, uno de 2 años y otro de nueve meses de edad. En casa se quedaron dos hijos de su esposo y el que ella procreó en México hace 16 años.

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“Tuve sentimientos encontrados, mucha felicidad y a la vez un miedo, miedo a no regresar, miedo a que me dijeran ‘no te vamos a dar tu visa’’.

Su entrevista era a las 9:00 de la mañana, pero llegó media hora antes. “Empecé a sentir más miedo porque en la fila escuché cuando a muchos se las negaron”.

Su temor no era para menos. Ya había escuchado historias de cómo el gobierno de Estados Unidos está castigando a padres que llevaron a sus hijos desde México.

La Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA) define a un contrabandista extranjero como “una persona que a sabiendas ha alentado, inducido, asistido, instigado o ayudado” a cualquier otra persona a ingresar o intentar ingresar a los Estados Unidos ilegalmente. Lo cual hace inadmisible a cualquier persona que busca regularizar su estatus. Sólo puede lograrlo por medio de un perdón.

“La oficial me empezó a preguntar quién me estaba pidiendo”, dice Soto, recordando la tensión que le generaron las preguntas.

“… ¿Y tu hijo que nació en México, quién lo trajo a Estados Unidos?, me preguntó. Le dije, a mi hijo lo trajo su papá”.

Soto cuenta que huyó de su ex marido por maltrato y dejó a su hijo con los abuelos. Un día, el hombre llegó a su casa con el niño para entregárselo y al regresar a México fue asesinado.

A medida que avanzaba la entrevista, la insistencia de la oficial de inmigración aumentaba. Al parecer la historia no le era creíble.

“…Entonces ¿usted no quería a su hijo?, ¿Usted no quería tener a su hijo con usted, ¿verdad? no le importaba su hijo”.

Soto dice que la oficial cuestionó la validez de su matrimonio. “Me insinuó varias veces que yo me casé por los papeles, a pesar de que había estado con mi esposo nueve años y tenemos dos hijos”.

La desesperación la arropó. Sentía que todo estaba perdido. Narra que en un momento la oficial le dijo que se sentara, que pensara muy bien las cosas y regresara cuando estuviera lista para decir la verdad.

Un temblor le atacó cuando la oficial se alejó de la ventanilla por 15 minutos. En su mente pensaba “Dios mío, si no me los va a dar, [los papeles] que no me los dé pero que me dejé en paz”.

Soto explica que la agente llegó enojada y le aventó los papeles. La visa había sido aprobada. “Yo agarré los papeles y me salí. Iba totalmente traumada con las lágrimas asomando en los ojos, pero no fue tanto de gusto sino del coraje que sentí de todo lo que pasé”, expresó Soto, con la emoción reflejada en su rostro.

Del temor a la luz

“Tuve que convencerme de que no había nada que temer, no hay por qué sentir miedo, que uno no está ocultando nada, simplemente ellos hacen su trabajo”. Esa es la visión de Víctor López, un veracruzano que reside en Nueva York. Él viajó a la ciudad fronteriza después de haber cruzado a Estados Unidos por primera vez por Nogales, Arizona hace 20 años.

López describe su paso por Juárez como “una experiencia maravillosa”, pese a que también vivió momentos de incertidumbre a partir de recibir la cita, que por lo regular llega con un mes de anticipación.

“El día que llegó mi cita, fue de mucho estrés, vengo de una familia muy pobre, desgraciadamente mis padres no pudieron darme estudios.

López dice que los trámites antes de la entrevista fueron fáciles e incluso, le dieron seguridad para lo que pudiera suceder en la ventanilla.

En el examen físico le pidieron que se desvistiera. “Me preguntaban sobre mi quemadura, le dije que me quemé prendiendo un boiler. Que cuál era la otra mancha que tenía en el hombro, le dije que era mi lunar de nacimiento, porque ya uno sin ropa ya no puede ocultar nada, todo sale a la luz”, dice sobre la meticulosa evaluación de que fue objeto.

La entrevista de López fue relativamente corta. Bastaron unas cuantas preguntas para que el oficial de inmigración deslizara el “papelito verde” por debajo del vidrio de la ventana.

Y es ese el momento cuando los sueños empiezan a verse más reales. “Uno de los sueños que siempre he tenido desde que tengo viviendo en Estados Unidos, es poder comprar mi casa, abrir mi compañía de electricista y más que todo, volver a conocer a mis hermanas. Porque las deje cuando una tenía dos años, la otra tenía, si tengo memoria 4 añitos y la otra 7 añitos”, puntualizó con una sonrisa y un suspiro que se quedará en Ciudad Juárez por la eternidad.

Video cortesía de: Paulo Martínez Medeles

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