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Con honestidad, los raperos jóvenes abordan su lucha contra la depresión, las adicciones y el suicidio

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En diciembre, frente a una audiencia colmada en el Forum que aguardaba a la estrella principal -el ganador del Grammy Jay-Z-, el rapero a cargo de la apertura del show, Vic Mensa, saltó al escenario. Vestido de cuero rojo eléctrico, salió bullicioso y triunfante; el espectáculo era un logro supremo en su carrera.

Pero debajo de la energía se escuchaban letras lacerantes sobre la depresión y las drogas. “En el ciclón de mi propia adicción”, cantó en su tema “Wings”, “Las voces en mi cabeza siguen hablando/Nunca serás lo suficientemente bueno... nunca lo has sido/Heriste a todos a tu alrededor, eres imposible de amar/Desearía que nunca hubieras nacido, todos estaríamos mejor así/Sigues siendo un drogadicto, no eres nada sin tu medicina/Ve y corre hacia tu sedante, pero no puedes correr para siempre, Vic”.

Los artistas de hip-hop Jay-Z, Kendrick Lamar y Logic probablemente dominarán las principales categorías de los próximos Grammy, en un año en el cual el género se metió en temas de salud mental, drogadicción y suicidio, cuestiones que han estado subyacentes desde hace tiempo. Algunos artistas, como Logic (junto con Khalid y Alessia Cara) abordarán esos temas de frente en la ceremonia de los máximos premios de la música, donde interpretarán el gran éxito “1-800-273-8255” (la Línea Nacional de Prevención de Suicidio) con un grupo de sobrevivientes de pérdidas por suicidio y personas que se han recuperado de intentos.

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Después de que el videoclip de la canción se volviera viral, las llamadas al teléfono de emergencia aumentaron entre un 30% y un 50%, indicó John Draper, director de la línea de prevención de suicidios. “Son miles de personas que llaman ahora, quienes de otra forma no lo hubieran hecho”, aseguró. ”Mensajes como el de Logic, que dice: ‘Estoy pensando en el suicidio, pero quiero obtener ayuda’, son un modelo muy positivo”.

Pero algunos, como el prometedor rapero Lil Peep, no lo oyeron a tiempo. Peep murió a los 21 años, en noviembre pasado, de una presunta sobredosis, después de una corta carrera donde escribió abiertamente sobre sus impulsos suicidas y su adicción a las drogas. Muchos de sus jóvenes compañeros de la generación “Soundcloud Rap” tienen el fetiche de rapear sobre el abuso de medicamentos recetados, como Xanax o “Lean” (una bebida con jarabe para la tos a base de codeína), y algunos, como la nueva artista Lil Uzi Vert -también nominada- alude al suicidio, la violencia o la sobredosis como un destino probable para la mayoría de las personas que conocen.

Ahora que el género es finalmente más abierto acerca de sus oscuras tormentas mentales, ¿cómo deberían los artistas escribir y trabajar de manera honesta, a la vez que ayudan a aquellos que realmente están sufriendo?

“Fue grandioso para mí reconocer que las drogas son el síntoma de un problema subyacente”, afirmó Mensa a The Times, después del concierto. “Lo ves en el hip-hop, o en el punk. Estos chicos provienen de la nada. Los jóvenes negros experimentan muchos traumas; han perdido a personas queridas, han visto violencia, han sido humillados por la sociedad. Entonces recurren al alcohol, al molly [comúnmente conocido como écstasy], al lean”.

Canciones como las de Logic podrían ser una forma de ayudar a que ese mensaje llegue a los jóvenes y fanáticos de la música, que ven un estigma en torno al tratamiento de la salud mental. “1-800-273-8255” fue una sensación pop poco probable: alcanzó el puesto tres en el Billboard Hot 100 e hizo de “Everybody” su primer álbum número uno.

Está nominada para la canción del año, a pesar de que parece sombría al principio: “No quiero estar vivo/solo quiero morir hoy”.

Luego los versos hacen algo asombroso. Logic (cuyos representantes afirmaron que no estaba disponible para hablar en este artículo) confronta esos sentimientos, los reconoce y los analiza, y finalmente se da cuenta de que, de hecho, tiene el poder de buscar ayuda y sobreponerse a ellos.

“Tienes que vivir en este momento/Tienes todo para dar en este momento”, dice. Luego el coro cambia: “Finalmente quiero estar vivo/no quiero morir hoy”.

Para Draper, es un modelo perfecto de cómo un artista debería escribir sobre los pensamientos suicidas. “Hay una diferencia entre la conciencia del suicidio y la prevención de ese hecho. Es muy fácil darle un toque de glamour y transmitir el mensaje incorrectamente”, advirtió. “El arte puede conectar a las personas con el sufrimiento, pero tiene que haber esperanza en el otro lado. No termina en tragedia si le das a la gente un paso para accionar”.

“The Autobiography”, de Mensa, fue un hito en esta conversación el año pasado. El álbum es implacable acerca de su propio descenso a la adicción, pero sabio y empático sobre las causas de la dependencia (entre ellas la violencia, el aislamiento y la desesperanza en las comunidades pobres de las minorías), así como de la posibilidad de la redención.

Mensa se esfuerza por no juzgar el trauma y las adicciones de nadie, pero admite que la adicción y la enfermedad mental son actualmente endémicas en el hip-hop (y en la música en general). “Muchos de mis amigos son adictos a las drogas, y simplemente no hablamos de eso”, manifestó. “Ciertamente no puedo expresarme desde una perspectiva de superioridad. Pero a veces estoy en el estudio, veo a tres de ellos sentados allí y pienso: ‘Son las 9 p.m. de un martes, ¿por qué estás consumiendo cocaína?’”.

Los dos años de sobriedad constante de Mensa le han dado una nueva perspectiva que lo llevó a crear la música más importante de su carrera. “Todos los sentimientos que había reprimido y de los que escapaba salieron en la música; eso fue muy catártico y necesario para mí”, aseguró sobre “The Autobiography”.

Lo que finalmente lo liberó de la adicción fue encontrar comunidades accesibles (como programas de 12 pasos), herramientas (la combinación correcta de medicamentos) y vías para la recuperación, como la terapia profesional: todas cosas que ojalá hubiera conocido cuando era mucho mas joven. “Comienza a nivel comunitario. Los terapeutas deben estar disponibles para los niños de escuela primaria en el barrio”, indicó. “Apenas teníamos una enfermera allí una vez a la semana”.

No obstante, aún queda mucho trabajo por hacer. Puede ser difícil para los fanáticos, pares y seres queridos saber qué hacer con un artista como Lil Peep, cuya muerte el año pasado a causa de una supuesta sobredosis relacionada con Xanax trastornó las escenas del hip-hop y el punk por igual.

Por un lado, sus letras tenían el glamour nihilista acerca del cual Draper advirtió: “Líneas de cocaína, secretos que estoy escondiendo/No querrás llorar ahora, es mejor que te mueras”, dice el tema “Better Off Dying”. “Incluso si lo intento con fuerza, no voy a lograrlo”.

Pero ese sentimiento era parte de su atractivo ilícito para los jóvenes, y millones de admiradores se identificaban con él de una manera u otra. “Vive rápido, muere joven” es prácticamente el sentimiento más antiguo de la música pop, y todos, desde los artistas de blues anteriores a la guerra hasta Kurt Cobain, han jugado con la autodestrucción como temática.

Cuando un artista como Lil Uzi Vert canta algo como: “Podría volarme el cerebro/Xanny [Xanax] adormece el dolor, sí/Por favor, Xanny, haz que desaparezca”, es difícil comprender a un intérprete nervioso interpretando a un personaje oscuro en una persona que podría aludir que necesita ayuda. Lo mismo ocurre con los fanáticos, algunos de los cuales gustan de la desolación de una canción como su “XO Tour Llif3”, o como “Mask Off”, de Future. Pero otros, con enfermedades mentales, pueden sentir la atracción de una idea verdaderamente dañina.

“Alguna música puede dar glamour a la adicción y el abuso de sustancias. Hay una diferencia entre hablar de tus problemas y endiosar ese estilo de vida”, resaltó Adam Leventhal, director del Laboratorio de Salud, Emoción y Adicciones de la USC.

“Existe la creencia en algunas comunidades de que se supone que eres fuerte y manejas tus cosas y no hablas de ello, o que de alguna manera es tu culpa. Estas ideas han sido perpetuadas durante generaciones, en parte por los medios y los círculos sociales”.

Los jóvenes se enfrentan a desafíos distintos en la actual crisis nacional con las drogas (especialmente los opioides) y la depresión, indicó Leventhal. Muchos carecen de los recursos para buscar asesoramiento profesional o enfrentar la presión y el abuso en el hogar, dijo el especialista.

Pero si la cultura puede ser una influencia estigmatizante sobre la salud mental, también puede ser una salida.

Leventhal desconocía el tema “1-800-273-8255” cuando habló con The Times, pero al enterarse de que era un favorito para los Grammy y un gran éxito, se sintió alentado de que ese mensaje resonara entre la gente joven. “Si sus compañeros y amigos están hablando de sus propias experiencias con el abuso de sustancias o la enfermedad mental, como sociedad estamos muy influenciados por ellos y por personas que ocupan lugares destacados en nuestra cultura. Logic es un gran ejemplo de cómo abordar los problemas propios y desestigmatizarlos”, resaltó.

“Hay tantas maneras en que las personas que sufren pueden buscar tratamiento”, agregó. “Cualquier forma de eliminar el estigma ayuda, y eso puede incluir la cultura popular y a artistas que resuenan en sus comunidades. Esa canción podría cambiar las reglas del juego”.

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Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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