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Los trabajos no relacionados con los estudios universitarios pueden dañar su carrera

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Desde que se graduó de la universidad en junio, Gabriel Villagómez ha estado mejorando su currículum, actualizando su perfil de LinkedIn, y lleno de preocupaciones.

Claro, el mercado de trabajo parece prometedor para los nuevos graduados. Y el joven, que planea postularse en la escuela de medicina, solo necesita un trabajo durante un año más o menos.

Pero con las facturas de sus préstamos estudiantiles que se avecinan, sabe que obtener un salario podría absorberlo en un trabajo en el que no aprovecharía su educación. Ha visto a primos y amigos abandonar sus ambiciones y caer en la rutina de los trabajos con salarios bajos cuando los problemas se interponen en el camino.

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“Me preocupa no seguir mis planes”, dijo Villagómez, de 27 años, quien pasó cinco años en la Infantería de Marina antes de matricularse en la Universidad de Illinois, en Chicago, donde estudió economía y se especializó en biología. “Es muy fácil quedar atrapado en otros campos”.

Aunque los informes de la nación muestran un desempleo bajo y nóminas crecientes, los empleos disponibles no son necesariamente buenos, y muchos de los nuevos graduados universitarios se están conformando con menos de lo que esperaban. Casi el 43% de los que se reciben están subempleados, es decir, trabajan en campos que no requieren un título universitario, de acuerdo con cifras de marzo del Banco de la Reserva Federal de Nueva York.

Mientras que preparar un latte o atender una caja registradora se considera un rito juvenil durante esa transición del campus a la fuerza de trabajo, una investigación reciente sugiere que conformarse con un trabajo donde no se requieren estudios universitarios puede dañar las perspectivas de la carrera en los años venideros.

Dos tercios de las personas que estaban subempleadas en su primer trabajo luego de finalizar la universidad, todavía lo están cinco años después, mientras que solo el 13% de los recién graduados que obtuvieron de inmediato empleos de nivel universitario lo dejaban después de cinco años, según un estudio publicado en junio por Burning Glass Technologies, una compañía analítica del mercado laboral, y la organización sin fines de lucro Strada Institute for the Future of Work.

El subempleo se vuelve más difícil de ignorar a medida que pasa el tiempo. Tres cuartas partes de los que estaban subempleados cinco años después de la universidad, continuaron estándolo 10 años después, según el informe.

Las habilidades y conexiones profesionales adquiridas en el primer trabajo ayudan a conducir al siguiente y luego al siguiente, y aquellos que se perdieron esa opción tienen dificultades para ponerse al día.

Sus ingresos tambiéen se quedan atrás. Los graduados universitarios recientes que están subempleados ganan, en promedio, $ 10,000 menos por año que sus contrapartes que realizan trabajos a nivel universitario, encontró el informe.

Las mujeres se ven desproporcionadamente más afectadas: el 47% de ellas estaban subempleadas en su primer trabajo postuniversitario, frente al 37% de los hombres, según los datos. Los investigadores no examinaron las razones de la brecha de género, pero podrían vincularse con la creciente especificidad de las descripciones laborales, ya que las investigaciones han demostrado que las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de solicitar un empleo si no reúnen todos los requisitos enumerados, dijo Matt Sigelman, el presidente ejecutivo de Burning Glass.

“Ese primer trabajo es muy importante y las implicaciones financieras también son sustanciales”, dijo Michelle Weise, directora de innovación del Strada Institute. La investigación se basó en 4 millones de currículums de personas que se graduaron después del 2000. Para dar cuenta de las crecientes normas de los empleadores, definió los trabajos de nivel universitario como aquellos para los cuales más de la mitad de los empleos requieren un título universitario.

En décadas pasadas, deambular sin rumbo por un tiempo después de la universidad fue relativamente bien aceptado y parte de la transición a la edad adulta. Los graduados de hoy se enfrentan a un panorama laboral muy diferente, dijeron los investigadores.

Por un lado, la creciente deuda de los estudiantes, que se aproxima a $ 1.5 billones a nivel nacional, con los nuevos graduados de California en promedio enfrentando una deuda de casi $23,000 cada uno a partir de 2016, hace poco prudente reducir el potencial de ingresos a corto plazo.

Además, los empleadores ya no esperan que los nuevos empleados permanezcan con la compañía a largo plazo, por lo que muchos no invierten en capacitación inicial, pero también tienen grandes expectativas de que las personas entren con un conjunto específico de habilidades, dijo Sigelman.

Mientras tanto, la población de graduados universitarios ha aumentado notablemente: más de un tercio de las personas mayores de 25 años tienen al menos una licenciatura, en comparación con una quinta parte hace 20 años, lo que ha hecho que sea más difícil destacar y ha permitido a los empleadores hacer de la universidad un prerrequisito para trabajos que tradicionalmente no lo requerían. Y los nuevos graduados se enfrentan a la competencia de sus pares que aún se están recuperando de la desgracia de graduarse durante la Gran Recesión.

Como resultado, dijo Sigelman, los estudiantes universitarios no pueden esperar hasta el segundo semestre de su último año para visitar la oficina de servicios de carrera y deberían comenzar a pensar estratégicamente sobre carreras profesionales durante su primer año.
“Le corresponde a los estudiantes tener un plan”, dijo.

No todo el subempleo se crea igual. En un estudio publicado el año pasado, el sociólogo Kody Steffy, director de investigación estudiantil de la Universidad de Indiana, realizó entrevistas en profundidad con tres docenas de graduados universitarios subempleados de una gran universidad del medio oeste. Steffy encontró una clara división de clases entre los que estaban en esa posición intencionalmente y los que no.

Los subempleados voluntarios solían provenir de familias con dinero, y muchos consideraron que la decisión no era un desvío exploratorio temporal, sino un camino permanente. Hablaban de rechazar el capitalismo o priorizar otras facetas de la vida además de la ambición profesional, o habían encontrado un trabajo significativo que simplemente no requería un título universitario, dijo Steffy.

Más preocupantes fueron los casos de los nuevos graduados en su estudio que estaban involuntariamente subempleados. Solían provenir de la clase trabajadora y, a menudo, fueron los primeros en sus familias en ir a la universidad, lo que puede dificultar su primer trabajo posterior a sus estudios porque carecen de amigos de la familia que puedan hablar bien con un empleador. Esos jóvenes se sintieron muy estresados por no encontrar trabajo acorde con su educación, que sus familias habían creído que sería el boleto a la movilidad ascendente, y varios lloraron durante sus entrevistas, dijo Steffy.

La distinción es importante, dijo, para enmarcar correctamente el problema y dirigir los recursos a las personas que más lo necesitan.
“Creo que hay una historia positiva aquí y otra inquietante”, dijo Steffy. “Es grandioso que haya un grupo de graduados universitarios que piensen seriamente sobre lo que es la buena vida, pero ese mismo tipo de exploración no está disponible para nuestros graduados universitarios de primera generación”.

Villagómez, que vive con dos compañeros de cuarto en el vecindario de Humboldt Park en Chicago, es el primero en su familia en ir a la universidad, y está ansioso mientras contempla su siguiente paso.

Nació en Chicago pero se crio en México, donde pasó largos días haciendo malabares con la escuela y ayudando a administrar la tienda de productos agrícolas de la familia. Cuando se dio cuenta de que su familia no podía permitirse enviarlo a la universidad, ahorró suficiente dinero para un boleto de autobús y, a los 16 años, regresó a Chicago para vivir con parientes y aspirar a más.

Mientras estudia para el MCAT, Villagómez está trabajando en una pasantía remunerada con un corredor de bienes raíces y un consultor, para ver si ese es otro camino a seguir. Pero su salario de $13 por hora no será suficiente para llegar a fin de mes cuando los préstamos estudiantiles comiencen a vencer en unos pocos meses, dijo.

Solicitó algunos empleos a través de la red de antiguos alumnos de su fraternidad, pero le preocupa que los empleadores no quieran contratar a alguien que tenga la intención de irse para regresar a la escuela. A medida que crecen las presiones financieras, le preocupan las opciones más inmediatas que podrían llevarlo a abandonar completamente su costosa carrera en la facultad de medicina.

“Creo que sería chofer o trabajaría en seguridad privada, y ahí es donde me quedaría atascado”, dijo Villagómez, que califica para numerosos programas de empleo para veteranos militares, incluidos algunos que lo ayudarían a obtener una licencia de conducir comercial.

Jaime Velásquez, director asociado de relaciones laborales en la oficina de servicios de carrera de la Universidad de Illinois en Chicago, dijo que ahora no es el momento de conformarse con un trabajo mediocre, ya que las oportunidades son abundantes y los nuevos graduados deberían buscar esos empleos mientras el mercado está caliente. La feria de trabajo de marzo de la escuela atrajo a 156 empleadores que intentaron llenar más de 2,600 puestos vacantes, un retorno a los niveles previos a la recesión.

Los resultados de la contratación han sido buenos para los nuevos graduados, dijo Velásquez, quien aconseja a los estudiantes realizar una investigación exhaustiva sobre las empresas que les interesan para que su entusiasmo y preparación puedan diferenciarlas en las entrevistas.

Pero, dijo, “me preocupan los estudiantes que nunca han estado en nuestra oficina”.

National Louis University, ubicada en Chicago, tiene iniciativas para garantizar que los estudiantes comiencen a explorar opciones de carrera desde el principio. A partir de este otoño, todos los nuevos estudiantes de pregrado tendrán que completar una pasantía o un proyecto final similar dirigido por el profesorado para graduarse, dijo Smret Smith, director ejecutivo de la oficina de servicios de carrera de la escuela.

Una herramienta clave para ayudar a los estudiantes a construir sus currículums profesionales ha sido los llamados “microinternos”, dijo. Esos son proyectos pagados en donde las empresas contratan a los estudiantes para que hagan, por lo general a distancia, lo que permite a los estudiantes probar diferentes tipos de trabajo, mientras que los empleadores los prueban como potenciales empleados contratados sin hacer una gran inversión inicial.

Jeffrey Moss, director ejecutivo de Parker Dewey, una compañía que conecta a estudiantes y recién graduados con microinternos, dijo que los proyectos colocan a los estudiantes en el radar de los empleadores que de otro modo podrían no considerarlos.

Los proyectos también ayudan a los estudiantes a descubrir lo que les gusta hacer, reduciendo el riesgo de que se conviertan en desempleados después de la graduación, dijo Moss. Los proyectos, que generalmente duran de una a tres semanas, implican trabajo a nivel profesional, como redactar un documento oficial o hacer un análisis competitivo, dijo.

“Tenemos una tonelada de estudiantes en nuestra plataforma que están graduados y subempleados, y esto les ayuda a salir de eso”, dijo Moss.

Un riesgo de subempleo es que podría desalentar a los estudiantes de buscar un título de cuatro años. Pero la mayoría de los empleos bien remunerados requieren estudios universitarios, por lo que una mejor solución es que las universidades mejoren sus ofertas de planificación profesional, dijo David Attis, director general de investigación estratégica de EAB, una firma consultora de educación con sede en Washington, DC.

Por ejemplo, dijo, la Universidad de Queens en Ontario ha creado un “mapa principal” que describe los cursos a tomar, los clubes y las pasantías y oportunidades de estudio en el extranjero, y los estudiantes se sientan en su primer o segundo año para observar las ocupaciones que podrían ser relevantes.

Los estudiantes que se sienten atraídos por las carreras que tienen resultados de empleo deficientes también deben ser alentados a desarrollar las habilidades que el mercado de trabajo valora, de acuerdo con el informe de Burning Glass.

La investigación de la firma ha demostrado que los estudiantes de humanidades, más de la mitad de los cuales están subempleados en sus primeros trabajos, pueden aumentar significativamente sus perspectivas de empleo y ganancias al adquirir habilidades adicionales en áreas como análisis de datos, diseño gráfico y redes sociales.

“El mundo necesita más estudiantes de artes liberales, no menos”, dijo Sigelman, “pero su éxito depende de su capacidad para complementar su programa tradicional con las habilidades adicionales que impulsan la empleabilidad”.

Para evitar, o escapar, la trampa del subempleo, los nuevos graduados que luchan por encontrar un buen trabajo deberían tratar de estar subempleados en un campo donde hay espacio para ascender a puestos de nivel universitario, dijo Weise de Strada. Los graduados recientes que toman trabajos como ayudantes telefónicos o trabajadores comunitarios de salud, que no requieren títulos universitarios, tienen más probabilidades de retomar el rumbo que aquellos que limpian mesas, según el informe.

Corey Hardiman, de 27 años, tuvo suerte en tal situación.
Hardiman dijo que estaba frustrado inicialmente cuando su primer trabajo a tiempo completo después de la universidad, fue como asistente de enseñanza en su propia escuela primaria de Chicago, trabajando con alumnos de tercer grado. El estudiante de ciencias políticas, recién graduado de Morehouse College en Atlanta, había abandonado recientemente la carrera para ser concejal, el equivalente de un miembro del concejo municipal, y nunca había imaginado trabajar en un aula.

“Pensé que me había fallado a mí mismo”, dijo.

Un estudiante de Gates Millennium, Hardiman no tenía ninguna deuda estudiantil presionándolo para que aceptara un trabajo que no quería. Pero no estaba seguro de qué camino tomar, por lo que aceptó el ofrecimiento de su antiguo director de la escuela primaria.

Hardiman descubrió que era profundamente gratificante, y pronto consiguió un trabajo como consejero universitario y profesional. En 2017 se convirtió en un especialista en nuevas interacciones para las Escuelas Públicas de Chicago, donde tiene la tarea de encontrar y motivar a 150 estudiantes ausentes en 15 escuelas secundarias, y planea seguir trabajando en educación.

La experiencia le enseñó a Hardiman la importancia de cultivar las relaciones.

“Cuando las personas te conocen, las oportunidades de trabajo vendrán”, dijo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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