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Los científicos creen que un temblor de 7.4 podría sacudir desde L.A. hasta San Diego

Una larga grieta en el pavimento en Huntington Beach, sobre la falla de Newport-Inglewood.

Una larga grieta en el pavimento en Huntington Beach, sobre la falla de Newport-Inglewood.

(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)
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El descubrimiento de eslabones faltantes entre fallas de terremotos muestra cómo un temblor de magnitud 7.4 podría irrumpir bajo los condados de Los Ángeles, Orange y San Diego, según un nuevo estudio.

Tal sismo sería 30 veces más poderoso que el movimiento de magnitud 6.4 que causó el de Long Beach, en 1933, y mató a 120 personas.

Pero para llegar a 7.4, un terremoto no sólo tendría que romper nuevamente la falla de Newport-Inglewood en los condados de Orange y Los Ángeles. El temblor también debería sacudir el sistema adyacente de Rose Canyon, que corre a través del centro de San Diego y no se ha quebrado desde 1650, aproximadamente.

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“Estas dos zonas de fallas son en realidad una zona continua”, afirmó Valerie Sahakian, autora principal del estudio, quien lo escribió mientras trabajaba en su doctorado de Scripps Institution of Oceanography, en UC San Diego. Sahakian es ahora una geofísica investigadora y se desempeña en el U.S. Geological Survey.

En el pasado, los científicos informaron brechas entre los dos sistemas de fallas, de hasta tres millas de distancia. Sin embargo, el último estudio muestra que éstas se encuentran, en realidad, a menos de 1.25 millas de distancia. “Eso la caracteriza como una zona de fallas continua, no como dos sistemas marcados y diferentes”, explicó Sahakian. Según la especialista, esto hace mucho más sencillo que un terremoto siga sacudiendo la tierra mientras corre por una falla más larga, ampliando así el alcance sísmico del movimiento.

Ya había consenso entre los científicos en las últimas tres décadas de que los sistemas de fallas eran, en realidad, uno solo, aseguró el sismólogo de Caltech Egill Hauksson, que no participó del estudio. “Ahora tenemos evidencia real de que así es”, afirmó.

La dificultad para probarlo era causada por la ubicación de la grieta, debajo del Océano Pacífico, entre Newport Beach y La Jolla. Dibujar un mapa más preciso significaba averiguar dónde estaba la falla bajo el agua. Para ello, investigadores de Scripps recorrieron la zona en embarcaciones y, en el otoño de 2013, pasaron más de 100 días recogiendo datos. Así crearon una imagen de cómo luce la tierra debajo del fondo marino, para estimar dónde está la falla.

Para hacerlo emplearon una técnica similar a cómo los submarinos usan sónar o los murciélagos emplean ecolocación para ver. Desde el barco, los científicos remolcaron una máquina que genera ondas acústicas más profundas y vuelve a la nave con los datos que los expertos necesitan para producir un mapa más apropiado de dónde están ubicadas las fallas. También usaron información previamente recopilada para perfeccionar este nuevo mapa. El estudio fue publicado online este martes en el Journal of Geophysical Research.

El trabajo en esta falla es un recordatorio de que los terremotos pueden afectar los condados de Orange y San Diego, regiones que no han experimentado daños sísmicos de catastróficas proporciones en las últimas generaciones.

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El condado de Orange, por ejemplo, está emparedado entre las fallas de Newport-Inglewood y las fallas de Whittier, afirmó Hauksson. También subyacentes a la región se encuentran las fallas de Elsinore y de Puente Hills.

Además, se suma el problema de que la falla se localiza a lo largo de la costa, remarcó Hauksson, “por lo cual puede tener un suelo blando y saturado de agua”. “Así que habría una gran cantidad de licuefacción en las zonas costeras, lo cual significa que habría grandes daños en todo tipo de estructuras costeras o muelles”, afirmó.

En un sismo de ese tipo, las áreas más afectadas podrían necesitar ayuda hasta del Inland Empire y los condados de Ventura y Santa Bárbara. Sin embargo, hay un posible aliciente para las playas: la posibilidad de un gran temblor en nuestros días en la falla de Newport-Inglewood/Rose Canyon es menor a la de un sismo en el extremo sur de la falla de San Andrés, que corre hacia el interior a través de las montañas, los valles y el desierto.

Esto se debe a que la tierra a ambos lados de la falla de San Andrés se mueve rápido y empuja uno contra otro a una tasa de más de una pulgada al año. Esta acumulación de energía será súbitamente liberada algún día, durante un fuerte terremoto.

En contraste, la falla de Newport-Inglewood/Rose Canyon se desplaza mucho más lentamente. En su extremo norte se mueve una centésima de pulgada por año. “Estas fallas se desplazan muy lentamente en comparación con la de San Andrés, por lo tanto las posibilidades son muy pequeñas, pero aún están allí”, advirtió Hauksson. “Es casi como un boleto de lotería. Si compras uno, sabes que tienes alguna posibilidad de ganar, aunque sea absolutamente pequeña”.

Mientras que el condado de San Diego podría salvarse de lo peor en un terremoto de la falla de San Andrés, el de Orange sería duramente golpeado tanto por la falla costera como la de San Andrés, que enviarían poderosas ondas sísmicas a la Cuenca de Los Ángeles, cuyos suelos blancos exacerban las sacudidas como si se tratara de gelatina. “Ellos están en el mismo tipo de sedimento blando de la ciudad de L.A.”, afirmó Hauksson acerca del condado de Orange.

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El financiamiento para la investigación de la falla provino de Southern California Edison, operadora de la planta de energía nuclear San Onofre, ubicada en el extremo norte de la costa del condado de San Diego. La planta nuclear dejó de producir energía en 2012 y está siendo desmantelada. Dos años antes, la Comisión de Energía de California había indicado a Edison evaluar las fallas que podrían afectar la planta.

Un resultado de la investigación fue el hallazgo de que el riesgo sísmico para San Onofre era menor de lo que se temía inicialmente, y los expertos concluyeron que la hipotética falla ciega en Oceanside no existía realmente, según indicó la portavoz de Edison, Maureen Brown. El otro hallazgo -la prueba de que las fallas de Newport-Inglewood y Rose Canyon se conectan- no cambia la evaluación del riesgo para la planta de energía, donde se almacenan desechos nucleares radioactivos.

Se espera que los edificios que albergan los desechos resistan la sacudida del suelo en un potencial terremoto de magnitud 7.5, mayor del que la falla costera es capaz de producir, según Brown.

Edison decidió desactivar la planta después de que una pequeña cantidad de radiación se filtró en uno de los generadores de vapor que habían sido reemplazados recientemente. Los generadores convierten el agua en vapor a partir del calor producido por la reacción nuclear; este vapor alimenta una turbina que crea electricidad. El cierre de la planta nuclear no está relacionado con el estudio del terremoto, remarcó Brown.

El extremo norte de la zona de la falla Newport-Inglewood/Rose Canyon se encuentra cerca del borde noroeste de Beverly Hills y del lado oeste de Los Ángeles. Entre las ciudades que recorre la falla se encuentran Inglewood, Carson, Long Beach, Signal Hill, Seal Beach, Huntington Beach, Fountain Valley, Costa Mesa y Newport Beach. En ese punto, la falla se extiende por debajo del océano y es paralela a la costa de los condados de Orange y San Diego, para reanudar su camino bajo tierra firme a través del barrio de La Jolla, en San Diego, y continúa hacia el centro y Coronado.

Además de Sahakian, los otros autores del estudio son Neal Driscoll y Alistair Harding, de Scripps; así como Jayne Bormann, Graham Kent y Steve Wesnousky, que participaron como afiliados del Laboratorio Sísmico de Nevada en la Universidad de Nevada, Reno, durante la investigación.

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Traducción: Valeria Agis

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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