Anuncio

El foco en los Dreamers genera resentimiento en otros inmigrantes indocumentados en el país

Share

Desde que Sam Paredes cruzó a los Estados Unidos sin autorización desde México, hace casi 30 años, siguió una filosofía simple: mantener la cabeza baja y tratar de no meterse en problemas.

El hombre, de 39 años, trabajó largas horas por poco dinero como encargado de oficina en un mayorista de ropa. Pagó sus impuestos y tenía fe en que, después de muchos años de espera, se concretaría una reforma migratoria que le otorgaría una forma de convertirse en ciudadano estadounidense.

Pero ese atisbo de esperanza al alcance de muchos jóvenes inmigrantes, a él le fue esquivo: como este residente de Nueva York llegó hace tanto tiempo, no calificó para ingresar al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o DACA, iniciado en la era de Obama.

Anuncio

Ahora, Paredes observa cómo la Casa Blanca y el Congreso siguen lidiando, negociando y discutiendo -pero al menos hablando- sobre el futuro de los llamados Dreamers.

“Estoy muy amargado. Estos chicos de DACA definitivamente sienten que tienen derecho”, afirmó Paredes. “La gente luchó por ellos y obtuvieron los beneficios de DACA, consiguieron su permiso de trabajo y luego se fueron a dormir, en lugar de trabajar para luchar por el resto de nosotros”.

A medida que el Senado debate sobre la inmigración en una carrera para alcanzar un plan con apoyo bipartidista, el futuro de los Dreamers ha ganado aún más protagonismo. Qué hacer con DACA impulsó un breve cierre del gobierno federal y provocó que la líder minoritaria demócrata de la Cámara, Nancy Pelosi, pronunciara un discurso de ocho horas y siete minutos.

Incluso el presidente Trump ha ocasionalmente suavizado su tono -frecuentemente severo- respecto a la inmigración cuando habla de los Dreamers. En un tuit, el mandatario afirmó: “Los republicanos quieren arreglar DACA mucho más que los demócratas”.

El miércoles, Trump presionó a los senadores para que se opongan a cualquier proyecto de ley que no apoye su enfoque duro a la inmigración, incluyendo el cierre de las puertas del país a muchos que desean emigrar a los Estados Unidos legalmente. La decisión se produjo un día después de que un segundo juez federal dictara una orden judicial exigiendo a su administración continuar con el programa DACA, una decisión que el gobierno espera revocar.

Los senadores no lograron acordar un proyecto de ley bipartidista sobre el futuro de los jóvenes inmigrantes y la seguridad fronteriza. La derrota de los proyectos en el Senado hace que sea cada vez más improbable alcanzar una solución legislativa para DACA este año, aunque algunos senadores afirman que podrían intentar una extensión a corto plazo del programa.

De cualquier manera, los Dreamers continuarán ocupando un lugar central en el debate sobre la inmigración, pase lo que pase.

Hay muchas razones por las que los Dreamers pasaron al centro del debate sobre la inmigración no autorizada. Muchos señalan que están aquí sin culpa propia, ya que fueron traídos por sus padres cuando eran niños. Muchos Dreamers han pasado por la universidad y el servicio público, lo cual los convierte en los personajes ideales para el debate.

Pero el enfoque en los Dreamers ha causado tensión entre aquellos en la comunidad que pueden calificar para DACA y quienes no.

Días atrás, Alessandro Negrete, de 35 años, se estaba preparando para una noche de fiesta en el centro de Los Ángeles cuando uno de sus amigos expresó su preocupación de que Trump le quitara la protección de DACA.

Negrete, quien es un trabajador de relaciones públicas, tenía tres meses cuando un contrabandista lo llevó de México a los Estados Unidos. Demasiado mayor ahora para postularse como Dreamer, afirma que no puede evitar sentir resentimiento por la atención que recibe la difícil situación de ese segmento particular de la comunidad inmigrante, mientras que otros, como él, pasan casi inadvertidos.

“¿Crees que eso es difícil?”, le dijo airadamente a su amigo. “Al menos tú tienes estatus legal. Otros, como yo, mi madre y algunos de mis vecinos, no tenemos [eso]”.

A principios de este mes, Hilario Yáñez, receptor de DACA y activista por los derechos de los inmigrantes, participó del programa de televisión “Fox & Friends” y expresó su apoyo a la legislación de Trump, al tiempo que aseveró que el presidente había mostrado “liderazgo y compasión hacia” él y otros Dreamers. “Es una persona que quiere proporcionar una vía hacia la ciudadanía para mí, y realmente hacer una diferencia en mi vida”, aseguró Yáñez, un analista de tecnología de Accenture Technology en Houston.

Yáñez recibió elogios de muchos conservadores de la inmigración, incluidos los medios de comunicación de derecha, como Breitbart. A la vez generó indignación en el movimiento por los derechos de los inmigrantes, y algunos señalaron que el joven encarna el extremo estereotipo de algunos destinatarios de DACA, de sentirse con derecho a privilegios”.

Karla Estrada, una beneficiaria de DACA y veterana activista por los derechos de los inmigrantes, que reside en Los Ángeles, afirmó que los comentarios de Yáñez no son una sorpresa. “Durante meses, todo el mundo se ha vuelto loco. A medida que las cosas se ponen feas y aumenta la desesperanza, la división entre los destinatarios de DACA se ha vuelto más frecuente”, expuso. Según ella, un grupo busca una legislación limpia, que brinde una vía legal a los beneficiarios de DACA pero sin ningún compromiso, como la eliminación de la lotería de visas. La segunda facción está dispuesta a tomar lo que sea, siempre que se consiga algún tipo de alivio migratorio, precisó.

Aunque Estrada cabildea por una legislación sin ningún compromiso, también intenta entender por qué otros destinatarios de DACA estarían dispuestos a rescindir algo. “Realmente creo que la desesperación nos ha llevado a algunos de nosotros a un grado de locura que, espero, sea temporal. No ven otra opción. No ven otra puerta”, expresó. “Es muy desalentador y triste. Se supone que somos una comunidad unida; obviamente no lo somos”.

Las divisiones han surgido cada vez más en las redes sociales, como los foros de Facebook utilizados por los jóvenes inmigrantes de DACA. Algunos argumentan que los destinatarios del programa deben conformarse con lo que Trump les pueda dar porque la alternativa sería una vida sin permisos de trabajo. Todos ellos tienen facturas por pagar y bocas que alimentar, manifiestan. Otros destinatarios se niegan a apoyar una ley que los ayude si eso significa dañar a sus seres queridos, incluidos sus padres.

Uno de los grandes problemas durante las negociaciones sobre el proyecto de ley bipartidista en las últimas semanas fue que las organizaciones de Dreamers se mostraron reacias a firmar cualquier proyecto que protegiera su estado pero no el de sus padres u otros parientes. Fue una razón importante por la cual tres senadores demócratas votaron en contra de un compromiso legislativo.

La cuestión de a quién se le debería permitir convertirse en miembro de la sociedad estadounidense ha sido históricamente cuestionada y provocó divisiones incluso entre movimientos que parecen estar unidos, como los defensores de los inmigrantes, advirtió Leo R. Chavez, profesor de antropología especializado en inmigración, de UC Irvine.

A fines de 1800, la Ley de Exclusión de China no permitía que los inmigrantes de esa nacionalidad se convirtieran en ciudadanos estadounidenses. Del mismo modo, mientras que los europeos del oeste y del norte fueron favorecidos para naturalizarse, los hijos de inmigrantes del sur y del este de Europa nacidos en los Estados Unidos fueron considerados “demasiado extranjeros”, precisó Chávez. “A muchas de estas personas se las veía como morenas y propensas a cambiar la apariencia de los Estados Unidos”, dijo.

Aunque DACA finalizaría en marzo, los activistas y los legisladores, incluidos algunos republicanos, se unieron para apoyar el programa.

Esto ocurre en un momento en que muchos de los aproximadamente 11 millones de inmigrantes indocumentados del país se sienten retratados como criminales ,y los beneficiarios de DACA son aprovechados por la administración Trump para lograr concesiones de los demócratas en pos de una seguridad fronteriza más estricta y una mayor aplicación de las normas inmigratorias.

Algunos partidarios del endurecimiento inmigratorio afirman que los beneficiarios de DACA son un punto débil para ellos, porque fueron traídos a una edad temprana. Pero muchos no están contentos con el plan de Trump para concederles un estatus legal.

“Él se postuló con las promesas de construir el muro fronterizo y reforzar la seguridad limítrofe. Así que [esto] fue una sorpresa desagradable para los activistas del control fronterizo, como yo”, aseguró Robin Hvidston, director ejecutivo de We the People Rising, una organización de Claremont que aboga por una mayor rigurosidad inmigratoria. “El presidente Trump nunca mencionó este plan mientras hacía campaña por los votos”.

Si la legislación sobre DACA se aprueba, Hvidston cree que es solo cuestión de tiempo antes de que ese grupo defienda a los que quedaron afuera. “La impresión general es que los destinatarios de DACA son los paladines de los que están aquí indocumentados”, consideró.

Las vidas de los inmigrantes que se benefician del programa y de aquellos menos agraciados están a menudo íntimamente entrelazadas.

Sandra Hernández, de 46 años, tiene un negocio de envío de dinero en Lincoln Heights y está agradecida de que su hijo de 19 años sea un destinatario de DACA. Hernández también tiene un hijo de 12 años que nació en los Estados Unidos y una hija de 16, que calificó para el programa pero que no presentó la solicitud antes de la fecha límite.

La mujer, que ha residido sin autorización en los EE.UU. durante 15 años, afirmó que actualmente no puede remediar su situación, pero tiene la esperanza de poder hacerlo alguna vez.

Javier Hernández Kistte, un destinatario de DACA de 27 años, que reside en South L.A., precisó que es relativamente nuevo en el movimiento por los derechos de los inmigrantes. Su decisión de participar, comentó, fue parcialmente impulsada por la culpa que siente al calificar para una protección que está fuera del alcance de otros, incluyendo sus progenitores.

Poco después de que Trump rescindiera DACA, visitó a sus padres, que están en el país sin permiso, y abordó el tema en la mesa de la cocina familiar. “Puedo garantizar que las cosas se pondrán mucho más difíciles en los próximos años”, les dijo a su madre, Vania Kistte, y a su padre. “Entonces, como familia, debemos pensar en lo que vamos a hacer”.

Su mamá le respondió que ellos estarían bien en caso de volver a México “mientras sepamos que ustedes, hijos, estarán bien”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

Anuncio