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Los consumidores mayores agregan nueva complejidad al comercio legal del cannabis

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Incluso antes de que California legalizara la marihuana recreativa, el 1º de enero pasado, ésta vivía una suerte de renacimiento entre los adultos mayores.

De 2006 a 2013, según la Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud, se registró un aumento del 250% en el consumo de marihuana por parte de los estadounidenses mayores de 65 años. Todavía es una porción pequeña, y un aumento del 0.4% al 1.4% en esa población, pero los dispensarios locales reciben a muchos compradores de cabello plateado.

“Es probablemente el grupo más interesado, y el más cauteloso”, consideró Lincoln Fish, director ejecutivo de la compañía de cannabis Outco, quien señaló que el cliente promedio de su Outliers Collective, en El Cajón, tiene más de 58 años.

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Los consumidores mayores agregan nueva complejidad al comercio legal de cannabis. Los jubilados tienden a estar menos interesados en drogarse y más en obtener alivio del dolor, la ansiedad y el insomnio. Muchos son reacios a ser identificados como usuarios (muchas personas mayores entrevistadas para este artículo rechazaron ser fotografiadas o revelar sus nombres completos).

“Hay un estigma en torno al consumo de marihuana”, aseveró Michelle Sexton, una practicante naturópata que colabora con un estudio de cannabis medicinal en la Facultad de Medicina de UC San Diego. “Tiene mucha connotación negativa. Piensan que serán vistos como drogadictos o hippies”.

Por otra parte, una niebla de misterio opaca este tema. Se necesita más investigación sobre los cannabinoides, compuestos químicos activos de la marihuana, indicó el Dr. Mark Wallace, presidente de la División de Medicina del Dolor en UC San Diego Health. Los efectos varían según las cepas, los métodos de administración -ya sea que se fume, se consuma en brownies y dulces, o se administre en tinturas- y según la edad del usuario.

Wallace no duda en recomendar el cannabis medicinal a sus pacientes. “Estoy completamente cómoda con que sea seguro”, afirmó. Sin embargo, señaló también que comprar productos en un dispensario es un juego de azar. Los empleados, o ‘budtenders, no son profesionales médicos, y las personas mayores a menudo compran productos que son demasiado fuertes o ineficaces.

Aún así, los usuarios mayores, al igual que sus contrapartes más jóvenes, no se centran exclusivamente en la terapia. Algunos solo quieren recuperar el dulce zumbido de la juventud.

“Fumo cada noche”, afirmó Terri Graham, de 61 años, una visitante de Wisconsin que se había detenido a admirar el Cannabus, un autobús negro con vidrios polarizados cuyo recorrido va desde Ocean Beach hasta un dispensario en Bay Park. “¿Por qué no?”.

En una mañana reciente, la mitad de los clientes dentro de Torrey Holistics tenían entre 60 y 70 años. Algunos habían asistido a una clase gratuita de Cannabis 101 sobre cómo los productos de marihuana pueden combatir el insomnio. Otros esperaban aliviar molestias y dolores molestos.

Esa búsqueda puede ser complicada y frustrante. Beth, una residente de Carlsbad, de 73 años, originalmente compró un vaporizador para tratar su espondilitis, una forma de artritis que afecta la columna vertebral. “Fue demasiado fuerte para mí”, relató. “No quiero drogarme, solo quiero librarme del dolor”.

Este era su segundo viaje a Torrey Holistics, y esta vez consideraba sus ofrendas comestibles. “Si esto no funciona”, dijo, “me doy por vencida”.

Bill, de 71 años, no había comprado ni usado hierba durante 50 años. Esa racha terminó esta mañana, cuando adquirió un refresco con cannabis, además de brownies y gomitas. Esperaba que todo ello reduzca la inflamación alrededor de sus párpados, una condición conocida como blefaritis.

En su debut en el dispensario, el hombre parecía tan nervioso como un adolescente comprando condones. Pero los brotes verdes y la dulce fragancia le trajeron viejos recuerdos. “Era difícil ir a la universidad en los años 60 sin usar marihuana”, afirmó entre risas.

No es exagerado En las décadas de 1960 y 1970, Gallup encuestó a universitarios acerca del consumo de marihuana. Entre 1967 y 1971, el número de estudiantes que admitieron haber probado la sustancia -ilegal en ese momento- había aumentado del 5% al 51%.

Para algunos, esto encendió una antigua pasión. Caminando hacia Urbn Leaf con una camiseta desteñida con imágenes psicodélicas de “Yellow Submarine”, Kerry Durrell parecía una “hippie envejecida”, salida directamente del elenco de una obra. Ahora con 61 años, reconoce que fuma marihuana de vez en cuando -”He pasado por fases”- desde 1969.

“Me ayuda a dormir”, aseguró, mientras inspeccionaba flores en Urbn Leaf. “Y es recreativo”.

Para algunos usuarios veteranos, el advenimiento de la marihuana legal es como una Navidad interminable. Joe, de 60 años, narró que fuma hierba desde su adolescencia. Esta semana, este camionero semirretirado de Encinitas, estaba emocionado por su primera visita a Torrey Holistics.

“[Me siento] como un niño en una tienda de dulces”, exclamó. ”Simplemente me encanta”.

Lee, el agente de bienes raíces de 70 años, estaba igualmente entusiasta. A pesar de que cultiva marihuana en casa, felizmente compró un paquete pequeño de comestibles por $18. “Lo que me gusta de comprarlo aquí”, afirmó, “es que ya sabes lo que obtienes. Cuando lo cultivas, a veces no te drogas y a veces te drogas demasiado. Aquí, la calidad y la consistencia parecen mejores”.

Los pares de Lee, sin embargo, generalmente fruncen el ceño ante la marihuana. En 2010, el Pew Research Center descubrió que solo el 22% de los estadounidenses mayores de 65 años estaban de acuerdo con la legalización de la marihuana. Ese número aumentó al 30% en 2017, pero sigue siendo una minoría.

Entre quienes lo desaprueban se encuentra la mujer de Bill. Y aunque él está ansioso por tratar su blefaritis con el refresco de cannabis, no espera que su pareja beba un sorbo. “Mi esposa es demasiado conservadora”, aseguró. “No creo que ella se lo permita”.

Cuando se dosifica correctamente, indicó Wallace, de UC San Diego, el cannabis a menudo es una mejor opción que los analgésicos más tradicionales. “Veo el cannabis medicinal como un tratamiento más conservador que los opioides”, afirmó.

Sus usuarios comienzan con “microdosis”; luego les ajusta la cantidad. Este es un proceso gradual, remarcó, porque es fácil prescribir de más o de menos el THC, un compuesto de la marihuana que mejora el estado de ánimo y el dolor. “A medida que aumentan los niveles de THC, el dolor se reduce”, dijo. “Pero si hay demasiado THC, luego el dolor aumenta”.

Los estudios indican que las propiedades de alivio del dolor del cannabis mejoran con un contenido leve de THC, del 3.4%, destacó Sexton. Sin embargo, los productos comerciales a menudo son más fuertes.

“Mis pacientes no pueden tolerar 10 miligramos y no lo necesitan”, aseguró. “Los médicos no están impulsando este cambio o decidiendo qué hay disponible para los pacientes. Los responsables son quienes fabrican los productos”.

El cannabis no es para todos, lo cual es cierto tanto para los antiguos usuarios como para los vírgenes de la marihuana. Los investigadores han descubierto que la tolerancia individual a la sustancia se modifica con la edad.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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