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El LAUSD conmemora el 50º aniversario de las huelgas en el Este de L.A., pero llama a sus estudiantes a permanecer en clase el 14 de marzo

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Hace cincuenta años, los estudiantes mexicoamericanos de las preparatorias de East L.A. abandonaron sus clases e iniciaron un movimiento histórico en protesta a las condiciones deficientes en sus escuelas.

Garfield High School, donde las huelgas comenzaron, el 5 de marzo de 1968, conmemoró ese movimiento el pasado jueves 1º, cediendo el escenario a sus estudiantes actuales. Un grupo realizó una historia musical de los llamados blowouts: “Tenemos que irnos, caminar por la justicia. Tenemos que irnos, salir por los derechos de los latinos”. Un joven recitó un poema que había escrito sobre lo que significa hoy ser chicano en East L.A.

En 1968, los estudiantes trataban de llamar la atención sobre una serie de problemas en sus escuelas, incluyendo clases superpobladas, maestros racistas y el uso del castigo corporal, relató Yoli Ríos, quien abandonó Lincoln High School hace medio siglo. Ante cientos de alumnos de Garfield, reunidos para una asamblea especial, narró que su maestra de matemáticas ponía una tarea en el pizarrón, luego sacaba un palo y practicaba golf.

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Las huelgas trajeron cambios casi inmediatos, afirmó Bobby Verdugo, esposo de Ríos y un compañero líder de la huelga. El castigo corporal desapareció, las tasas chicanas en la universidad aumentaron. Pero ambos señalaron que los estudiantes todavía enfrentan obstáculos hoy en día: los estudiantes negros y latinos todavía son inscritos en clases que requieren menor esfuerzo académico, los tamaños de las clases siguen siendo grandes, las escuelas en las comunidades más ricas todavía tienen mayores recursos.

Valeria Salazar Gamboa, de 16 años, pronunció un discurso para criticar las desigualdades que, según ella, todavía existen en Garfield. Los estudiantes de alto rendimiento obtienen el reconocimiento y los recursos, dijo, y las requisas -supuestamente al azar- del distrito a menudo parecen dirigidas contra ciertos estudiantes, además de que fomentan un ambiente de temor y desconfianza. “Todavía hay opresión”, aseveró Salazar Gamboa en el encuentro. “Ya es hora de que nos quitemos la venda de los ojos y sigamos luchando por una verdadera educación”.

El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) ha promovido una serie de eventos para celebrar las huelgas realizadas hace 50 años. El distrito envía un mensaje diferente sobre las manifestaciones planificadas para este mes; a las 10 a.m. del 14 de marzo, estudiantes de todo el país se comprometieron a abandonar la escuela durante 17 minutos, en memoria de las 17 personas asesinadas en Parkland, Florida, durante el atentado del 14 de febrero. Las huelgas presionarán para lograr un control más estricto de las armas.

Al respecto, la superintendente interina, Vivian Ekchian, emitió un comunicado diciendo que los estudiantes deben permanecer en sus escuelas. “Los alumnos tienen derecho a la libertad de expresión y pueden participar en diálogos pacíficos y actividades en el campus durante períodos no lectivos, dentro de los parámetros establecidos por sus administradores”, escribió. “Pedimos a los padres que hablen con sus hijos y los alienten a no abandonar las escuelas. Nuestro objetivo es brindarles la oportunidades de expresarse de manera segura, respetando el entorno escolar y todos los puntos de vista”.

Varias universidades, incluida UCLA, se han comprometido a no castigar a los estudiantes de preparatoria que han admitido, que decidan retirarse como parte de las protestas pacíficas.

El consejo de Ríos para los alumnos fue lograr la participación de sus padres y comunidades. Esa fue la clave para algunos de los líderes del movimiento en 1968, dijo. Junto con Verdugo, ambos apoyan el derecho de los estudiantes a retirarse, pero piensan que podría haber otras opciones hoy en día. Si los administradores escolares y los legisladores escuchan a los adolescentes y efectúan cambios, advirtieron, renunciar a la hora de clase podría no ser necesario.

Diana Calderón, de 16 años, estaba detrás de la escena en Garfield, el jueves por la mañana, pintando un cartel que decía “orgullosa de ser chicana”. Fue una de los miles de estudiantes que abandonaron la escuela después de las elecciones presidenciales de 2016, dijo, y eso le ayudó a encontrar su voz en la movilización comunitaria, para apoyar a los inmigrantes y jóvenes que aún no podían votar. Calderón considera participar en la marcha para el control de armas el 14 de marzo, pero solo como parte de un grupo grande y resuelto.

Natalye Carmona, quien también pintaba un letrero, eligió permanecer en el campus durante las huelgas de 2016 y participó en un panel en lugar de ir a clase. Le ayudó, dijo, estar en ese espacio emocionalmente seguro, compartiendo miedos y sentimientos con otros estudiantes. “Permanecer en la escuela es más impactante para los estudiantes, a nivel individual”, le respondió Calderón. “Salir impacta a toda la comunidad”.

Uno de los líderes de la huelga de 1968, John Ortiz, quien se graduó de Garfield en 1969, regresó para la conmemoración del jueves y expresó que los estudiantes necesitan asegurar su educación, aunque los apoya si quieren marcharse de las clases como protesta. “¿En qué momento se le dio al LAUSD el derecho de decirles a los niños cómo usar sus derechos civiles?”, preguntó Ortiz.

Juan L. García, profesor de historia de Garfield y quien dirigió la planificación del evento conmemorativo, expresó que las pausas seguidas en 1968 fueron un último recurso. El docente espera crear un foro en el campus para ayudar a abordar las preocupaciones de los estudiantes antes del 14 de marzo.

No obstante, quiere dejar que los estudiantes busquen la mejor forma de usar sus voces, así como él lo hizo “Si detenemos las voces de los estudiantes ahora”, dijo, “entonces es casi como volver a 1968”.

Traducción: Diana Cervantes

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

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