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El lado divertido de la versatilidad

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Christian Bethancourt llegó a los Padres para ser el suplente de Derek Norris detrás del plato. Sin embargo, el receptor panameño ha jugado en diferentes posiciones en este 2016, demostrando su versatilidad en el diamante de juego. Bien sea en los jardines, segunda base, o incluso sobre la lomita, Bethancourt no ha dejado de divertirse en su primera temporada en San Diego.

“Hay que divertirse en este deporte”, comentó el canalero. “Si no te diviertes vas a estar frustrado. Obviamente son posiciones que nunca había jugado en mi carrera profesional, pero cada vez que estoy ahí trato de divertirme. Especialmente las dos veces que me ha tocado lanzar. Sé que no es mi trabajo intervenir como pitcher, pero cuando lo he hecho ha sido para ayudar al bullpen y a nuestros lanzadores”.

Con 24 años, más de 6 pies de estatura y 210 libras de peso, Bethancourt es uno de los mejores atletas en el roster de los Padres. Es rápido en las almohadillas, tiene fuerza con el madero y un potente brazo. Esta última característica fue la que precisamente llevó al manager Andy Green a probarlo como lanzador.

Debut en la lomita

La primera aparición de Bethancourt en la lomita se dio en Seattle el 31 de Mayo ante los Seattle Mariners. Lanzó dos tercios de inning, llenó las bases con tres boletos consecutivos, pero logró sacar el último out. En su segundo relevo, dos semanas después, otorgó una base por bolas y permitió un sencillo manteniendo su efectividad inmaculada.

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Ese encuentro se realizó en Petco Park ante los Miami Marlins. El primer bateador que enfrentó fue Chris Johnson, su excompañero en los Atlanta Braves. A éste le abrió con un lanzamiento al estilo Bugs Bunny que apenas alcanzó las 49 millas por hora. Uno de los más lentos que se han registrado esta temporada en Grandes Ligas.

“Conversamos durante la práctica de bateo y me dijo que me vio ‘lanzando fuego’ en Seattle”, apuntó Bethancourt. “Casualmente me tocó enfrentarlo. Él creía que le iba a tirar lo más duro que yo pudiera, así que pensé que sería más divertido si primero le tiraba una bombita de esas y después las rectas normales”.

Ese día Bethancourt lanzó 18 pitcheos de los cuales 10 superaron las 90 mph. Tocó las 94 hasta en tres ocasiones. No cualquiera se sube a un montículo en las mayores y registra esa velocidad. Curiosamente, de niño nunca le gustó el rol de pitcher. Se le hacía difícil aceptar que le anotaran carreras y conectaran jonrones.

“Soy muy competitivo”, señaló el panameño. “Cuando era más joven y tenía la oportunidad de lanzar seguido no me gustaba que me batearan. Siempre tuve un buen brazo y por eso tomé la decisión de quedarme como receptor”.

También hubo otras razones. Cuando daba sus primeros pasos en el beisbol infantil, Bethancourt solía abandonar su posición en procura de cualquier conexión. Sus padres, con la ayuda de los coaches, encontraron la solución.

“Los entrenadores decidieron colocarme detrás del plato para que no me estuviera moviendo por todos lados y no dañara el orden del equipo”, recuerda el catcher. “Cada vez que bateaban una bola trataba de cogerla y de hacer el out yo mismo. No importaba por donde fuera el batazo”.

Careta trilingüe

La versatilidad de Bethancourt no se limita al terreno de juego. De los peloteros latinos en los Padres, el panameño es uno de los que mejor se expresa en inglés. El idioma lo aprendió cuando llegó a Estados Unidos en 2008 a la organización de Atlanta.

Además de manejar el complejo lenguaje de señas, esencial para la comunicación secreta de cualquier receptor en el diamante, Bethancourt se planteó como una necesidad dominar la lengua de Shakespeare a la perfección.

“Al ser receptor necesito mantener comunicación constante con todos los pitchers, el manager, el árbitro y los jugadores”, explicó el canalero. “Es diferente si eres left fielder, por ejemplo. Básicamente no tienes que hablar con nadie. Uno incluso mantiene conversaciones durante el turno. Por eso le puse mucho empeño y logré aprenderlo bastante rápido”.

Bethancourt creció en Panamá viendo por televisión los juegos en Grandes Ligas de sus compatriotas Mariano Rivera, Carlos Lee y Carlos Ruiz. Sin embargo, su ídolo y modelo a seguir fue el receptor puertorriqueño Iván Pudge Rodríguez.

El boricua jugó 21 temporadas en las mayores y de los 2436 encuentros que disputó, en solo nueve defendió una posición diferente a la receptoría. Uno menos de los que –al cierre de esta edición-, ya ha disputado el versátil Bethancourt esta campaña sin la mascota, el peto y la careta.

“Al principio te pones nervioso porque es algo que no haces normalmente”, confesó Bethancourt. “Es uno de esos momentos en los que tu corazón late rápido. Pero al mismo tiempo estás emocionado y quieres salir a divertirte”.

Figueroa es periodista independiente.