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Falta de trabajadores inmigrantes dificulta la industria de las carreras de caballos

Horses in the eighth race round the turn during the Breeders' Cup at the Del Mar racetrack in Del Mar on Saturday. Mind Your Biscuits (far left in blue and orange silks), a horse trained by Chad Summers, came in third.
(Hayne Palmour IV / San Diego Union-Tribune)
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San Diego Union-Tribune

Antes de que las damas con sombreros y los hombres de traje lleguen a los palcos para la Breeders’ Cup, el establo se llena del bullicio silencioso de los trabajadores que racionan alimentos, remueven la paja sucia y quitan las vendas de las piernas de los caballos.

Desde hace mucho encontrar trabajadores comprometidos ha sido un reto para la industria de las carreras. Durante años muchos entrenadores tuvieron que contratar inmigrantes o titulares de visas temporales para compensar la falta de trabajadores estadounidenses dispuestos a hacer esos trabajos.

Con los cambios recientes en la política de inmigración, los entrenadores tienen problemas para obtener visas para sus trabajadores y los trabajadores no autorizados temen viajar de una pista a otra durante la temporada de carreras.

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Este año algunos trabajadores no vinieron a Del Mar porque les preocupaba acercarse a la frontera y tener que pasar por un puesto de control de la Patrulla Fronteriza a su regreso.

“No tenemos personas que se presenten sin documentos, y no tenemos documentos para proporcionar a las personas para que trabajen legalmente”, explicó Alex Waldrop, presidente de la Asociación Nacional de Carreras de Pura Sangre.

Para los que arreglan, pasean y atienden las necesidades diarias de los caballos de carreras, la jornada laboral comienza alrededor de las 4 a.m. Trabajan largas horas y los días de carrera son aún más largos. Si su caballo corre en la última carrera, puede ser una jornada agotadora.

Muchos entrenadores dicen que, especialmente con la baja tasa de desempleo actual, la mayoría de los trabajadores nacidos en Estados Unidos no están dispuestos a hacer ese tipo de trabajo. Quienes sí solicitan, a menudo duran solo un par de días antes de decidir que el trabajo no es para ellos.

“Son vitales para nuestra industria”, dijo el entrenador Bob Hess Jr. refiriéndose a los trabajadores inmigrantes. “Sin ellos, seguramente estaríamos en problemas”.

Jorge Soto tiene 53 años, el jinete de ejercicio llegó a Estados Unidos desde la Ciudad de México alrededor de 1986, calcula que aproximadamente el 20 por ciento de los trabajadores optaron por no venir a Del Mar por temor a inmigración.

Soto dijo que la mayoría de la gente no se da cuenta de las habilidades que son necesarias para trabajar en los establos de carreras. “Si quieres a alguien para este lugar, no se trata de ir a Home Depot”, expresó Soto. “Este es un trabajo calificado”.

Además de las largas horas y el trabajo duro, explicó, el trabajo es peligroso.

Cuando se le preguntó acerca de su parte favorita del trabajo, su rostro expresó una sonrisa.

“La pasión”, dijo inmediatamente. “Siempre he tenido una pasión por los caballos desde que era pequeño”. La mayoría de los trabajadores extranjeros en la industria de las carreras tiene conocimiento sobre el cuidado de caballos desde sus países de origen, señaló.

Soto comenzó a trabajar en la industria de las carreras en México cuando tenía 15 años y se mudó a Estados Unidos con un permiso de trabajo unos años después, comentó. Desde entonces se hizo ciudadano americano. Comenzó como jinete de ejercicio y pasó a trabajar como jockey durante años.

Soto dijo que un trabajador de establo ganaría 10 dólares al día en la Ciudad de México en comparación con los 150 dólares diarios en Estados Unidos y muchos envían dinero a sus familiares en sus países de origen.

Chad Summers, un entrenador de Nueva York y con dos caballos corriendo en la Breeders ‘Cup, dijo que los arrestos de inmigración en el hipódromo de Saratoga, que afectó principalmente a los trabajadores de restaurantes, puso a la comunidad de establos en apuros.

Incluso las personas que tienen autorización para trabajar tienen miedo de que los levanten en una redada si su inglés no es bueno, dijo.

“Cuando hablas del deporte como es este, es importante saber que aquí todos están trabajando”, dijo Summers. “Los necesitamos”.

La industria de las carreras ha enfrentado antes periodos de mayor rigor de parte de las fuerzas de inmigración. A mediados de la década de los ochenta, los funcionarios de inmigración se enfocaron en hipódromos en el sur de California, causando caos cuando los trabajadores asustados soltaban los caballos para huir.

William Velie, un abogado de inmigración con sede en Oklahoma que representa a entrenadores de todo el país, dijo que para él este año ha sido el más difícil para obtener visas para los trabajadores de sus clientes.

Morrissey escribe para el U-T.

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