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Gorro rosa creado en Los Ángeles se convierte en símbolo mundial de la marcha de las mujeres anti-Trump

Krista Suh, una de las creadoras de los gorros de lana pussyhat, luce uno de los modelos en la tienda donde se inició la moda en Los Ángeles.

Krista Suh, una de las creadoras de los gorros de lana pussyhat, luce uno de los modelos en la tienda donde se inició la moda en Los Ángeles.

(Mel Melcon / Los Angeles Times)
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Krista Suh planea asistir a la marcha de mujeres en Washington, D.C., esta semana para protestar la presidencia de Donald Trump, y quiso hacer un pronunciamiento. Pero también tenía un objetivo más básico: mantenerse caliente.

“Quería hacer algo más que simplemente estar allí”, dijo la guionista de 29 años que vive en el centro de Los Ángeles, recordando cómo sus profesores en la femenina universidad Barnard College en la ciudad de Nueva York, la instaron a pensar en los problemas. “¿Cómo puedo mostrar visualmente a alguien lo que está pasando? Y me di cuenta de que como una chica de California, tendría mucho frío en D.C. –el clima allí no es como para portar camiseta todo el año-, así que pensé que quizás podría hacerme un gorro.

Y así nació el proyecto pussyhat (gorro felino). Las tejedoras, en su mayoría mujeres, comenzaron a fabricar gorros rosas hechos a mano con orejas de gato, una referencia a las declaraciones vulgares de Trump acerca de “agarrar” los genitales de las mujeres, que se revelaron en un video filtrado poco antes de las elecciones.

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Lo que comenzó como un proyecto entre Suh, Jayna Zweiman y otras amigas que acuden a la tienda de costura Little Knittery en Atwater Village se ha convertido en un movimiento global. Grupos de costura en mercerías, cafés y cafeterías desde Seattle a Martha’s Vineyard han estado produciendo gorros; las mercerías han informado de la alta circulación de lana rosa. A medida que la voz se corre en las redes sociales, miles de gorros, tejidos con madejas de grueso magenta o hilo fucsia, se hacen en todo el mundo, incluso en Australia y Austria. Todos están siendo enviados a lugares de recolección en todo el país y a un sótano en Virginia antes de la marcha.

Anja Liseth, de 41 años, que vive en Bergen, Noruega, se enteró del proyecto a partir de fotografías de tejedoras de sus compañeros en Instagram y rápidamente pasó cinco noches tejiendo cinco gorros. “Hechos con lana noruega”, dijo con orgullo.

“Creo que mi contribución es importante, y puesto que he tejido estos gorros, una parte de mí está allí en la manifestación”, dijo Liseth, agregando que estaba consternada por la victoria de Trump y la atribuía a la misoginia. “Se siente realmente importante, es algo tan grande para mí, que también pueda estar allí en un sentido para dejar constancia, porque en Noruega, tenemos igualdad de género en muchas áreas”.

Liseth estaba entre muchas tejedoras que dijeron que una parte esencial del proyecto, era que permitía contribuir a las mujeres que no podían asistir a la marcha nacional.

“Queremos ver un mar de rosa” en el centro comercial nacional, dijo Kat Coyle, la propietaria de Little Knittery y la instructora de tejido Suh.

Coyle, de 54 años, quien vive en Silver Lake, es quien elaboró el diseño y decidió mantenerlo sencillo para maximizar la participación. El patrón, que está disponible en línea gratis, es efectivamente un rectángulo; se pliega y se une, y una vez que la usuaria se lo pone, las esquinas se empujan hacia afuera como las orejas de un gato. Algunas tejedoras han adornado sus gorros con cuentas e hilo brillante.

Megan Hollingshead, quien también vive en Silver Lake, nunca había tejido antes, pero encontró consuelo en el proyecto. Madre de dos niños permitió que sus hijos se quedaran despiertos la noche de la elección, emocionados por la perspectiva de que la demócrata Hillary Clinton fuera elegida la primera mujer presidenta. Después de que quedó claro que Clinton había perdido, estaba devastada.

“Tan pronto como pasó la votación, yo estaba buscando la manera de involucrarme. Trabajo, tengo dos hijos, estoy muy ocupada, pero cuando esto surgió, dije: ‘eso es algo que puedo hacer’”, dijo Hollingshead, de 48 años, cuando se unió a más de una docena de mujeres que se reunieron en Little Knittery para hacer gorros.

La actriz de doblaje ha hecho un gorro para una amiga que estará marchando en Washington, D.C., y está trabajando en los gorros para ella y su marido para una marcha simultánea en Los Ángeles. Ella llama a los gorros “una representación visual de la infelicidad con la presidencia de Trump”.

Tejedoras veteranas también asumieron el proyecto. Marina Mont’Ros, que vive en el centro de Los Ángeles, está trabajando en su gorro número 24.

“Tener algo casero siempre es especial”, dijo Mont’Ros, de 46 años. “Tener algo hecho por otra mujer, o alguien que te apoye, que puedes usar, es algo que te mantendrá caliente, así que es práctico, pero también es un símbolo de alguien que te apoya con algo que le ha tomado tiempo y esfuerzo hacerte”.

Las mujeres que tejen los gorros, dicen que son una manifestación física de su enojo hacia las declaraciones del presidente electo sobre las mujeres, las minorías y los discapacitados. Suh tiene un hermano menor que está discapacitado y viajó a Ohio para hacer campaña para Clinton.

“He estado canalizando mi pena y mi ira a través de este proyecto”, explicó. “Si puedo hacer un gorro, tal vez la gente de todo el mundo podría hacer estos gorros y enviarlos. Así que tendría esa doble función: la gente que puede hacer una declaración unificada, y las personas en casa que no pueden ir podrían ser parte de esto y representarse ellas mismas allá”.

Mehta escribe para el LA Times.