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El exgobernador Mario Cuomo, despedido como “gigante” y “campeón” político

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La muerte del exgobernador de Nueva York Mario Cuomo, ocurrida este jueves, ha generado calurosas reacciones de la elite política del país, que se ha referido a él como un “gigante”, en palabras del alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, o un “campeón”, según el presidente Barack Obama.

“Fue un decidido campeón de los valores progresistas y una voz inquebrantable para la tolerancia, la inclusión, la justicia, la dignidad y la oportunidad”, aseguró en un comunicado el presidente tras el fallecimiento de Cuomo, sucedido apenas unas horas después de que su hijo Andrew jurara por segunda vez el cargo que él ocupó entre 1983 y 1994.

Cuomo tenía 82 años y sufrió en su casa de Manhattan una insuficiencia cardiaca. Hoy se supo que su funeral tendrá lugar el 6 de enero en la iglesia de San Ignacio de Loyola, en la avenida Park de Manhattan.

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Además del máximo mandatario del país, la ciudad de Nueva York y sus políticos se han volcado para recordar a uno de los mejores oradores de la política estadounidense reciente.

En los medios de comunicación también se repetía una y otra vez su más célebre discurso: el que dio en 1984 en la Convención del Partido Demócrata, en el que llamó al entonces presidente Ronald Reagan a no descuidar la política social.

Las banderas del ayuntamiento, del Departamento de Policía de Nueva York y de la oficina del gobernador se encuentran hoy a media asta en señal de duelo por Cuomo, nacido en 1932 en el barrio de Queens.

El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, quiso recordar al que fuera el 52 gobernador del estado (y el que más duró en el cargo desde Nelson Rockefeller) como “un hombre de principios inquebrantables que poseía una compasión por el ser humano sin igual”.

Firme en sus convicciones bien a favor del aborto, en contra de la pena de muerte o en apoyo a la educación y la sanidad públicas, también fue considerado una “influencia política gigante en su generación” por el exalcalde de la ciudad Rudy Giuliani.

Giuliani, que ocupó el cargo justo cuando Cuomo fue derrotado en las elecciones por un cuarto mandato por George Pataki, añadió que “su habilidad para ofrecer discursos cautivadores solo se vio superada por su habilidad para discutir y defender su posición de manera lógica”.

Precisamente, Pataki también dedicó unas palabras a su entonces rival, de quien dijo que era “un orgulloso hijo de emigrantes y un líder compasivo que tenía un intelecto muy elevado”. “Era un gran neoyorquino y se le echará de menos”, añadió.

Cuomo fue apodado “El Hamlet del Hudson” por su carácter dubitativo a la hora de dar el salto a la política nacional, ya que prefirió mantenerse hasta doce años en el cargo de gobernador y rechazó convertirse en candidato a la Presidencia.

También rechazó cubrir un alto cargo en el Tribunal Supremo que el expresidente Bill Clinton le ofreció, pero Clinton solo tuvo palabras de agradecimiento a su labor.

“La vida de Mario es la encarnación del sueño americano” y recordó su vocación de asumir “la solemne obligación de crear oportunidades para toda nuestra gente”. “Era tanto un destacado orador como un apasionado servidor público”, añadió.

Por su parte, el gobernador del estado vecino de Nueva Jersey, Chris Christie, dijo en su cuenta de tuiter que Cuomo era “un líder fuerte y elocuente que amó Nueva York y a su gente”.

Finalmente, otro exalcalde de la ciudad, esta vez Michael Bloomberg, hizo pública su tristeza y aseguró en un comunicado que estaba en deuda con Cuomo, que le asesoró más de una vez.

“Inspiró a millones de personas en todo el país con su visión de una sociedad más justa y más compasiva, en una época difícil para la ciudad y el estado”, escribió Bloomberg.

El político y multimillonario destacó la personalidad y la fidelidad a sí mismo de Cuomo más allá de los partidos. “Nunca se dejó zarandear por las corrientes políticas y consiguió un puesto junto a Theodore Roosevelt, Charles Evans Hughes, Al Smith y Franklin Roosevelt en el panteón de los grandes progresistas de Nueva York”.

“A pesar de todo lo conseguido, quizá el día que más orgulloso se sintió en su vida fue el último, viendo a su hijo, Andrew, inaugurando su segundo mandato”.