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Patricia Arquette plasmó el “family life” en una Berlinale con sorpresa china

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Patricia Arquette, en complicidad con Ethan Hawke, desplegó un “family life” cien por cien estadounidense en una jornada de la Berlinale que gratificó a los madrugadores con un western magistral, a través de 500 kilómetros de desierto chino.

La película del día era “Boyhood”, el filme que Richard Linklater llevaba doce años rodando, sobre una pareja ya desintegrada, donde el espectador asiste a cómo ella Arquette va ganando kilos y él Hawke apenas algún conato de cana, mientras sus dos hijos pasan de una infancia algo sabionda a la adolescencia domesticada.

Era el gran proyecto de Linklater, experto en románticas sagas “Before Sunrise”, “Before Sunset” y “Before Midnight”, las tres estrenadas en su momento en la Berlinale, que ahora dio un paso adelante y concentró la evolución de una familia en un solo filme donde el paso del tiempo no es obra del maquillaje, sino real.

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“Quise rodar la vida normal, de una familia normal y dejé fluir la historia. Tenía un guión más o menos reestructurado, pero tuve que irlo reformando según evolucionaban ellos, por supuesto”, explicó el realizador, recibido en la Berlinale como el amigo fiel que de nuevo visita la casa.

“Era un proyecto arriesgado, claro. En doce años pueden pasarnos a todos muchas cosas. No solo los personajes del cine se divorcian o tienen hijos. Nosotros también. Y quién sabe qué pasará por la cabeza de los chicos en este tiempo”, añadió a su lado Arquette.

En ausencia de Hawke quien no acudió a Berlín, la actriz fue la portavoz adulta de las inquietudes del electo ante la “arriesgada aventura” de exponerse a cambios indeseados en esos doce años.

Los chicos Eilar Coltrane y Lorelei Linklater parecían menos preocupados por sus cambios externos y disfrutaron, explicó la hija del director, de la exhibición del “no siempre favorecedor paso por la pubertad”, ortodoncia incluida.

El cineasta arriesgó mucho en un proyecto que implicó rodar regularmente una vez al año, y la evolución de esos personajes no se queda solo en los nuevos cortes de pelo de Arquette u otros cambios del aspecto.

Evolucionan los respectivos caracteres, aparece una nueva pareja, nuevo matrimonio, nueva familia, nuevos problemas conyugales, pequeñas o grandes rupturas, etc.

Todo en la película responde al modelo del “american way of life”, sin disidencias y de acuerdo al propósito declarado de Linklater, desde la banda sonora al desarrollo de los hijos, en un contexto donde todo es previsible, casi sin excepciones.

Quien buscaba el factor sorpresa lo tuvo a primerísima hora de la mañana 07.30 GMT, horario para algunos disuasorio en la octava jornada de un festival donde se proyectan 400 filmes en distintas secciones.

“Wu Ren Qu” (“No Man’s Land”), de Ning Hao presente en ediciones anteriores, en secciones descubridoras de talentos, colocó a quienes llegaron temprano ante un filme con un guión perfecto, entorno a traficantes de halcones y a un abogado urbano que de estrella de la profesión cae a víctima del desierto.

De hacerse “selfies” con el celular mientras atraviesa la eterna carretera en línea recta sobre la tundra, pasa a ser acosado por perseguidores de estética “MadMax”, extorsionado en la única gasolinera en centenares de kilómetros y finalmente caballero andante de la muchacha de la que quiso deshacerse.

Ning Hao deja asimismo que su personaje crezca ante el espectador no a lo largo de doce años de rodaje, sino en la línea argumental, mientras el desierto chino adopta perfiles de western amenizado con música gemela a la de Ennio Morricone en cualquier “spaguetti”.

Un día después del hermoso halcón surcando el cielo polar en “Aloft”, de la peruana Claudia Llosa, la Berlinale se reencontró con otro ejemplar de esa ave, enjaulado y convertido en objeto de la codicia de traficantes.

Fueron dos perspectivas distintas del ave rapaz, en películas de fotografía prodigiosa y dirigidas por representantes de las dos cinematografías mimadas por esta edición del festival, la asiática y la latinoamericana.

Por Gemma Casadevall.