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Sigourney Weaver: “Las mujeres fuertes también tienen su parte vulnerable”

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Su altura (mide 1,83) y el papel que le cambió la vida, la teniente Ripley de “Alien” (1979), han marcado la trayectoria de Sigourney Weaver con personajes de mujeres fuertes e independientes, pero incluso ellas tienen “momentos vulnerables”, aseguró hoy la actriz en una entrevista con Efe.

Horas antes de recoger su Premio Donostia en el Festival de Cine de San Sebastián, Weaver (Nueva York, 1949) repasó algunos momentos de su carrera hasta llegar a su último trabajo, el drama fantástico de J.A. Bayona “Un monstruo viene a verme”, proyectado hoy fuera de competición.

“Uno de los motivos por los que los directores no piensan en mí para las típicas historias de amor es que soy muy alta”, explicó la actriz, que ha sido en el cine la científica Diane Fossey de “Gorillas in the Mist” o la astuta ejecutiva de “Working Girl”.

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“¿Son esas mujeres fuertes? Sí, en muchos sentidos, pero también tienen su parte frágil y vulnerable”, subrayó. “Cuando se habla de mujeres fuertes, esa no es la historia completa. Es verdad que no se rinden y no esperan a que un hombre les resuelva los problemas, pero suele ser más complicado”.

De Ridley Scott a David Fincher, y de Peter Weir a Roman Polanski o Ang Lee, la protagonista de “Ghostbusters” ha trabajado con algunos de los directores de cine más prestigiosos de las últimas décadas en títulos como “Death and the Maiden”, “The Year of Living Dangerously” o “The Ice Storm”.

Pero fue la saga de “Alien” a la que regresará próximamente de la mano de Neill Blomkamp la que la catapultó como primera heroína moderna del cine de acción.

“Tuve mucha suerte al hacer un personaje como Ripley”, señaló la actriz. “Creo que la ciencia ficción es un género no suficientemente apreciado, es un área en el que los creadores imaginan cómo será la vida en el futuro, y eso es cautivador y relevante”.

“La ciencia ficción no va de efectos especiales y ‘transformers’, como muchos en Estados Unidos parecen creer, sino que se trata, como decía James Cameron, de lo que significa ser humano”, precisó la intérprete, que precisamente rodará con Cameron las tres próximas secuelas de “Avatar”.

Hija de un ejecutivo de televisión y de una actriz británica que se retiró para cuidar a su familia, Weaver estudió Literatura Inglesa en Stanford e interpretación en la Escuela de Yale, donde coincidió con Meryl Streep.

“En realidad mis motivos iniciales para ser actriz son muy poco profundos”, desvela. “Pensé que sería divertido y no sabía qué otra cosa hacer. Me atraía la ecología, el periodismo, pero no me decidía y pensé en ser actriz durante un tiempo hasta tenerlo más claro”.

Tras una primera y breve aparición en “Annie Hall” de Woody Allen y un par de apariciones en televisión llegó el filme de Ridley Scott, que causó gran impacto de inmediato, por lo que Weaver ya no dejó la interpretación.

“Es un trabajo maravilloso”, dice. “Viajas por el mundo y conoces gente, pero además creo que lo que hacemos, contar historias, es un servicio a los demás, las películas son iluminadoras, transformadoras y considero que es una gran industria, con todos los problemas que tiene”.

Cuando Hollywood no le ha ofrecido papeles interesantes, Weaver no ha tenido problema en buscar fuera. Bayona es su segundo director español, después de haber rodado hace unos años “Red Lights” con Rodrigo Cortés.

“Me encanta trabajar en España, es un país que tiene una relación especial con el cine, lo consideran una forma de arte, no solo un negocio, y sientes que formas parte de algo especial”, subrayó. Por eso el Premio Donostia significa “mucho” para ella.

Sobre Bayona, asegura que es un director “extraordinario”, con un “talento único, muy español, lleno de pasión, confianza y honestidad”.

Esta es la tercera vez que Weaver pisa San Sebastián. Estuvo en 1979 presentando “Alien” y dos décadas después con “A Map of the World”.

Por Magdalena Tsanis