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COLUMNA: Una vida basada en las mentiras

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Carmen asiste a un grupo de Narcóticos Anónimos desde hace dos años; como tantas otras madres, llegó sin muchas ganas. Después de todo ella no era adicta, jamás se había emborrachado y mucho menos había probado alguna sustancia, ¿entonces por qué tenía ella que asistir a un grupo? Esa pregunta se la hizo una y mil veces.

“Empecé a asistir a mi grupo porque en el centro de rehabilitación donde estaba internado mi hijo, me pidieron que fuera. Y no sólo eso, me tenían que sellar una hoja para comprobar mi asistencia, aquello me parecía innecesario y humillante”, indicó.

Ese mal rato, sin embargo, tomó otro matiz. “Ahora le doy gracias a Dios, porque prácticamente me trajo de las orejas”, dijo con una una risa franca y abierta. “Las compañeras me invitaban a compartir, pero yo me negaba, me sentaba como niña regañada”.

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Carmen confiesa que sentía envidia de sus compañeras, porque “las veía tan campantes y felices, y me carcomía la envidia. Las criticaba y me decía a mí misma, que aquellas viejas no tenían nada que enseñarme, ¡que equivocada estaba!”.

Entre anécdotas y risas, ahora deshoja muchos de sus defectos de carácter.

“Uno de mis principales problemas es la soberbia, por mis complejos de inferioridad me propuse ser mejor que todos. Mi vida era una competencia que no tenía fin, quería tener el mejor hogar, el mejor marido y los mejores hijos, todo era una mentira”.

En tono más serio, luego contó como su mundo se vino abajo, cuando tuvo que aceptar el alcoholismo de su esposo, reconocer que uno de sus hijos era adicto y que su hija estaba embarazada y no sabía quién era el padre de esa criatura.

“Vivía en la negación y en el caos, cuidando las apariencias, justificándome y haciéndome la víctima; y aún así, tenía la ilusión de controlar la situación. Ahora entiendo que yo no puedo cambiar a nadie, que Dios tiene un plan para todos y que yo con mis aires de grandeza no dejaba que Dios hiciera su trabajo”, admitió.

En la actualidad, Carmen vive y deja vivir. Se encomienda a Dios y deja que la vida siga su curso. No es fácil, se requiere muchísimo valor, pero esta mujer es una guerrera y valor le sobra.

Escríbame, recuerde que su testimonio puede ayudar a otros. Mi email es: cadepbc@gmail.com

EL DATO
Grupo de Narcóticos Anónimos
Dirección: 9400 E. Rosecrans Ave, Bellflower
Horario: Lunes de 7 a 8:30 p.m.

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