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¿Se siente inquieto y ansioso? Tal vez usted tiene envidia de la vacuna contra COVID-19

A person watches as a healthcare worker administers a vaccine.
La Dra. Stephanie White, en el centro, dice que no hay razón para envidiar a las personas que pueden recibir una dosis sobrante en una clínica de vacunación. White observa cómo Pierre Tran administra una inyección en WesternU Health en Pomona.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)
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Peter Jacobsen, de 64 años, ha hecho solo cinco visitas a Trader Joe’s desde que comenzó la pandemia. En cada ocasión se movió rápidamente para limitar su posible exposición al coronavirus.

“Sé lo que voy a adquirir”, dijo. “No pierdo tiempo, solo lo recojo, lo embolso y salgo de allí”.

Pero en un viaje reciente al mercado a mediados de marzo, se encontró con una amiga que quería detenerse y charlar.

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Recientemente había recibido su segunda dosis de una vacuna contra COVID-19 y esta era su primera visita a Trader Joe’s en un año, le comentó a Jacobsen, otra señal de que la vida finalmente volvió a la normalidad.

Mientras hablaba, Jacobsen se ponía cada vez más ansioso. Estaba feliz por su amiga, pero al mismo tiempo se preguntaba cuándo experimentaría una sensación de alivio similar. También quería volver a casa. Y rápido.

“Yo todavía estaba en ese modo pandémico y ella se encontraba relajada”, indicó. “La envidia de las vacunas es real”.

La pandemia nos ha enseñado mucho sobre nosotros mismos: cómo manejamos el miedo a lo desconocido, afrontamos el aislamiento y respondemos a las profundas desigualdades que dejó al descubierto el coronavirus.

Y a medida que más personas en todo el país anuncian con alegría que han recibido esa inyección en el brazo, muchos de los que todavía esperan ansiosamente su turno también se enfrentan a sus propios sentimientos de envidia.

“Me gusta decir que la envidia es una emoción universal que nadie parece tener”, comentó Josh Gressel, autor del libro “Embracing Envy: Finding the Spiritual Treasure in our Most Shameful Emotion” (Abrazando la envidia: Encontrando el tesoro espiritual en nuestra más vergonzosa emoción) “Es la única emoción que todo el mundo se avergüenza de admitir”.

Sin embargo, algunas personas lo están aceptando.

“Mi envidia por las vacunas es tal que me pregunto si realmente soy una buena persona después de todo”, tuiteó David Waggoner de Virginia el jueves.

Bei Deng, una joven de 24 años sin problemas de salud subyacentes que vive en Koreatown, reveló que probablemente silenciará en las redes sociales a los amigos que publiquen fotos haciendo alarde de sus inyecciones, para reducir su ansiedad hasta que ella también reciba la vacuna.

Y Kat Sambor, de 36 años, organizadora de eventos en Echo Park, reconoció que ver a amigos y conocidos ser inoculados antes que ella era emocionalmente confuso.

“Estoy muy feliz por cada persona que dijo que la obtuvo; quiero que todos la reciban, que mis seres queridos estén a salvo”, explicó. “Sé que cada individuo que se vacuna nos acerca al final de la pandemia, pero al mismo tiempo existe esa dualidad con los celos”.

Los californianos que luchan contra la envidia del antígeno pueden consolarse con el hecho de que se trata de un fenómeno temporal. Los funcionarios estatales dijeron la semana pasada que los residentes de 50 años o más serán elegibles para recibir una vacuna a partir del 1 de abril. Y los mayores de 16 años a partir del 15 de abril.

Por fin, la larga espera de Jacobsen de no saber cuándo podrá recibir el antígeno ha terminado. (A los 64, solo le faltaba un año para ser elegible antes). Pero aún pasarán semanas para que la inmunidad total se active y se sienta lo suficientemente seguro como para arrinconar a un amigo en un Trader Joe’s y hablar sobre su propia libertad recién descubierta.

Para bien o para mal, la envidia siempre ha formado parte de la condición humana. Cada idioma conocido tiene una palabra para este sentimiento. Aparece en los Diez Mandamientos: “No codiciarás”. Los estudios han demostrado que incluso los monos capuchinos experimentan esta sensación.

“La envidia es el deseo de algo que alguien más tiene y es una emoción desagradable”, señaló Christine Harris, profesora de psicología en la Universidad de San Diego que estudia las emociones negativas.

La mayoría de los expertos están de acuerdo en que la envidia tiene un propósito evolutivo: compararnos con los demás y esforzarnos por obtener las cosas que tienen puede ayudarnos a expandirnos y crecer.

“Si no sentimos envidia, nos marchitaríamos en la vida evolutiva”, comentó Richard Smith, un experto en esta emoción y profesor retirado de psicología que enseñó en la Universidad de Kentucky.

Aún así, la mayoría de nosotros nos sentimos avergonzados de cualquier envidia que experimentamos.

“Pienso en él como un monstruo de dos cabezas”, señaló Harris. “Hay una cabeza que quiere devorar lo que tiene alguien más, y la otra cabeza quiere morderse a sí mismo por tener sentimientos tan repugnantes”.

Pero Harris anima a aquellos que se están reprendiendo a sí mismos por tener esta emoción de las vacunas a darse un respiro.

“Experimentar envidia no te convierte en una mala persona”, señaló. “Es natural y estamos programados para tener estas emociones”.

También es cierto que podemos sentirnos felices por alguien y envidiarlo al mismo tiempo.

“Una de las razones que causa que las personas se sienten realmente sucias por experimentar envidia es porque olvidan que somos complicados y podemos tener múltiples emociones a la vez”, comentó Harris. “Esto sucede en las amistades todo el tiempo. Quieres lo mejor para tu amigo, pero también piensas: “¿Por qué no puedo tener eso yo también?”.

Smith dijo que el grado de envidia que sentimos hacia los demás a menudo está regulado por lo digno que percibimos que son.

“Si crees que alguien no se merece algo, naturalmente te enojas cuando lo recibe”, explicó.

Este aspecto de la envidia se ha convertido en el centro de atención en las últimas semanas, a medida que se ha ampliado la elegibilidad para las vacunas.

Fue fácil sentir una felicidad sin restricciones cuando los trabajadores de la salud, que se habían expuesto valientemente al coronavirus durante meses, se volvieron elegibles para el antígeno. De manera similar, muchos sintieron alegría y alivio cuando los mayores pudieron obtener protección.

Pero a medida que las personas más jóvenes y aparentemente sanas comenzaron a publicar selfies de vacunas en internet, la envidia inevitablemente asomó la cabeza.

“Una de las cosas que se dicen a menudo sobre la envidia es que es más probable que sienta esa emoción con alguien que es similar a usted”, señaló Smith. “Entonces, si ve que un individuo semejante a usted recibe la vacuna, su reacción inicial es, ‘¿Por qué?’”.

El comediante neoyorquino Matt Buechele resume este sentimiento en un video que llama, “Tratando de averiguar cómo se vacunaron todos tus amigos”.

“¿Qué hace Kevin para ganarse la vida? ¿Es enfermero?”, él pregunta. “¿Es un ingeniero de software? No lo sé. ¿Me perdí una lista de elegibilidad?”.

“Obviamente estoy feliz por ellos”, continúa. “Yo solo tengo que aprender más sobre nuestros amigos”.

Es comprensible preguntarse cómo un amigo aparentemente sano recibió la vacuna, señaló Smith. Pero cuando un amigo, que usted cree que está saludable y capaz de mantenerse a salvo, publica exuberantemente en Instagram sobre haber recibido la inyección, puede ser prudente reservarse el juicio.

Thao Ngo administers a COVID-18 vaccine to a patient.
Thao Ngo, de 23 años, administra una vacuna contra COVID-19 a una paciente en WesternU Health en Pomona.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

“Hay tanta invisibilidad en torno a las enfermedades”, comentó la Dra. Stephanie White, directora médica de WesternU Health en Pomona. “Es posible que no sepamos sobre el diagnóstico reciente de cáncer de alguien o sobre un embarazo que no están listos para compartir”.

White, quien dirige una clínica de vacunación, también señaló que no hay razón para denostar a quienes tuvieron el tiempo y la paciencia de esperar afuera de un sitio de inoculaciones para recibir la dosis sobrante.

“Es muy difícil distribuir perfectamente las vacunas”, indicó. “En realidad, es imposible”.

Las dosis permanecen efectivas durante solo seis horas después de que se hayan mezclado. Por lo tanto, si queda alguna al final del día, White prefiere dársela a las personas que han esperado afuera de la clínica que tirarla a la basura.

“Mientras estas personas sean amables y respetuosas, nos alegra que estén allí”, señaló White.

Los expertos en envidia dicen que, quienes han recibido la vacuna, tienen un papel que desempeñar para mitigar el dolor que pueden causar al compartir sus buenas noticias.

“Creo que las personas están tan concentradas en la alegría que sienten cuando saben que la lotería les ha llegado que olvidan que muchas personas todavía están sufriendo”, comentó Harris.

Y para aquellos que se sienten culpables por recibir una inoculación antes, White sugiere celebrar y luego comenzar a ayudar a los demás. Por primera vez en un año, puede ofrecerse de manera segura para cuidar al hijo de un amigo, hacer compras para un vecino o ser voluntario en un Boys & Girls Club.

“Si usted es una persona sin discapacidad que, sin suerte, privilegio o conexión, pudo obtener una vacuna, es un recurso útil”, señaló White.

Ella se alegra de que esté a salvo, ahora puede ayudar a los demás. Y siéntase libre de tomar una selfie de eso también.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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