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OPINIÓN: ¿Despertará el tigre?: El potencial electoral de la comunidad hispana

Los votantes hispanos podrían ser 28 millones y los de origen mexicano 16 millones, algo así como el 7% de quienes votan.
(John Moore/Getty Images)
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El potencial de los hispanos en Estados Unidos es amplio y variado, pero en el último año, caracterizado por una importante movilización política, quedó de manifiesto que además de sus aportaciones económicas, laborales, culturales, sociales y demográficas al país, se debe poner especial atención al poder de su voto, que será aún mayor en 2024.

De acuerdo con datos de la Current Population Survey, publicados por la Oficina del Censo de Estados Unidos, en el año 2016 había 26.5 millones de hispanos elegibles para votar, pues cumplían con los requisitos de ser ciudadanos americanos mayores de 18 años; para el año 2020 el número creció a 30.8 millones, es decir que, en solo 4 años, 4.3 millones de hispanos se convirtieron en nuevos posibles votantes.

De 2016 a 2020, los hispanos se convirtieron en la primera minoría electoral del país, pasando de representar el 11.9% a 13.3% del total de posibles electores, mientras que los blancos no hispanos disminuyeron su participación porcentual de 70.4% a 68.5% y los afroamericanos se mantuvieron en 12.5%.

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Si a los datos poblacionales del año 2020 le sumamos el número de jóvenes americanos que en los próximos 4 años estarán cumpliendo 18 años y además le restamos la cifra de posibles decesos de electores (con base en la esperanza de vida de cada grupo poblacional), encontramos que para el año 2024 el número de posibles electores hispanos se incrementará en al menos 2.9 millones, el de blancos disminuirá en 1.5 millones y los afroamericanos aumentarán solo en 60 mil.

Pero, a este aumento de electores hispanos (atribuido solo a factores sociodemográficos), habría otro tanto que podría sumarse, se trata de los nuevos hispanos naturalizados. Cabe recordar que aquellos que cuentan con Residencia Permanente Legal pueden realizar el trámite de naturalización para volverse ciudadanos americanos. De acuerdo con un estudio recientemente publicado por la Oficina de Estadísticas de Inmigración del Homeland Security Department hasta septiembre de 2019 había 3.8 millones de hispanos elegibles para naturalización, de éstos, 7 de cada 10 son mexicanos.

Por tanto, para 2024 habría 6.7 millones de nuevos hispanos elegibles para votar, que sumados a los actuales darían un total de 40.4 millones de posibles electores hispanos, representando al 16.8% del total en Estados Unidos.

Por ello, no es asunto menor que los principales partidos políticos en Estados Unidos, demócratas y republicanos, luchen día con día por atraer a los hispanos a sus filas o por lo menos convertirlos en afines a su ideología, sobre todo con el conocimiento de que los hispanos no votan en bloque, es decir, que sus preferencias son diversas de acuerdo con su país o raíz de origen y pueden variar de una elección a otra, aunque hasta el momento la balanza en general se ha inclinado hacia el ala demócrata.

Por ejemplo, de acuerdo con un estudio de la organización Latino Decisions, en el más reciente proceso de elección presidencial, el 70% de los hispanos votaron por el partido demócrata, sin embargo, al diferenciarlos por origen se observan importantes disimilitudes: el 74% de los mexicanos votaron demócrata, mientras que el 52% de los cubanos se inclinaron por los republicanos; entre centroamericanos y sudamericanos, el 58% de sus votos fueron para el partido demócrata. En esta misma elección, el 56% de los blancos votaron por los republicanos, mientras que el 68% de los asiáticos y el 89% de los afroamericanos votaron por los demócratas. Justo por el hecho de que el voto afroamericano esté tan concentrado, es decir, que la gran mayoría se incline por un partido, hace que su peso sea mayor que el hispano, aunque en la realidad numéricamente los hispanos sean más.

En suma, el potencial hispano en materia electoral es creciente, pero a la vez complejo. Sin duda en 2020 marcaron diferencia y sobresalieron por su apoyo ya sea hacía uno u otro partido, el caso es que para ambos bandos no pasaron desapercibidos. Lo que sigue es el aprovechamiento de ese potencial para que desemboque en políticas públicas que los consideren y beneficien independientemente de su afinidad partidista.

*Arcelia Serrano Vargas es economista, con estudios de posgrado en Desarrollo Regional. Actualmente es investigadora y analista en Mexa Institute.

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