Con 34 años de existencia y 6 álbumes de estudio en su haber, Mar de Copas es una de las bandas peruanas de rock de mayor longevidad, popularidad y consistencia. Pero eso no se ha reflejado necesariamente en el plano internacional, en consonancia con lo que suele suceder con las propuestas del mismo género que han surgido en el mismo país andino.
Se trata de una suerte de maldición que esta agrupación espera romper en su actual gira estadounidense, que es la primera de su carrera y que se encuentra en pleno desarrollo, ya que recorrió ya Nueva York, Miami y Washington DC y, esta semana, proseguirá en Nueva Jersey, Seattle, Los Ángeles (el 28 de junio en el Don Quixote) y San Francisco.
El tour llega poco después de un recorrido europeo que tuvo por primera vez a los músicos limeños en Madrid, Barcelona, Roma y Milán, y que sirvió de algún modo como antecedente directo de lo que sucede actualmente.
Los integrantes de la banda son plenamente conscientes de que su llegada a estas tierras se está produciendo en medio de un severo clima de inestabilidad social y política que, en el caso de Los Ángeles, se ha expresado tanto en una ola incontenibles de arrestos migratorios como en una serie de protestas que se han salido a veces de control.
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Pero no hay que esperar que se expresen espontáneamente sobre el tema, no solo porque son extranjeros, sino porque Mar de Copas no ha pretendido nunca ser una banda política y, de hecho, surgió con la determinación de evitar esa clase de temáticas.
“Sabemos que llegamos en una situación especial que se ha vuelto caótica”, nos dijo a través de una entrevista virtual el guitarrista Manolo Barrios. “Pero la verdad es que nosotros tampoco venimos del paraíso”.
“Siempre he tenido la sensación de que nuestro país está en problemas; con Alan García, comenzó ya la debacle, y con [Alberto] Fujimori, fue ya el terror”, explicó el vocalista “Wicho” García durante la misma conversación. “Ir a Estados Unidos en un momento en que todo está tan ‘movido’ es raro, pero es bueno que haya este tipo de efervescencia política para que las cosas cambien de alguna manera, sea para un lado o para el otro”.
Barrios afirma provenir de una familia muy política y ser una persona muy política, pero “de las puertas de su casa para adentro”. “Sé que en estos tiempos todo el mundo tiene que manifestarse sobre cualquier cosa en las redes, pero, en mi humilde opinión, considero que uno debería reservarse a veces la opinión hasta tener las cosas bien investigadas”, apuntó.
Lo interesante del caso es que, antes de estar en Mar de Copas, García fue el ‘frontman’ de Narcosis, una banda completamente contestataria, ‘underground’ y rebelde que, pese a haber editado únicamente un demo en 1985, ha alcanzado un carácter mítico que sí ha trascendido ampliamente las fronteras peruanas.
No fue un salto directo, claro, porque, después de Narcosis, el mismo cantante participó en un proyecto de synth pop llamado La Banda Azul y se integró luego a la banda de Miki González, un músico peruano-español que es ampliamente celebrado en tierras incas y que practica una fusión en la que no faltan el pop, el new wave y los ritmos afroperuanos.
“Para mí, la música es una sola, y las circunstancias que se dan en determinados momentos de tu vida te llevan a hacer una u otra cosa”, afirmó García, quien sigue trabajando con González como técnico de sonido. “Cuando hice Narcosis, para mí, el punk ya era una cosa del pasado; pero la situación sociopolítica del Perú se prestaba a ese rollo del ‘no future’ de la Inglaterra del 77, por lo que era el momento adecuado para hacer una banda que cuestionara todo lo que estaba pasando”.
“Sin embargo, la realidad era que yo venía de una infancia y una adolescencia marcada por los Beatles, la música clásica y, más adelante, la música progresiva”, precisó. “Lo que me interesaba siempre era lo melódico”.
En esas condiciones, no era tan irracional pensar que Barrios considerara sumarlo al proyecto que había establecido con su amigo Toto Leverone, el baterista que lo había acompañado ya en el grupo Los Inocentes, formado cuando ambos eran estudiantes universitarios.
“Es que no fue el cantante de Narcosis el que entró a Mar de Copas; si hubiera sido así, no hubiéramos aceptado su propuesta”, enfatizó el guitarrista. “Tal y como estaban las cosas, no solo aceptamos, sino que dijimos: ‘Uffff, nos ganamos’, porque él era ya no solo un gran cantante, sino también un gran productor, gracias a su trabajo con Miki”.
Desde que estuvo en Narcosis, García hizo gala de una voz de enorme registro y de eterna afinación que no dejó nunca de llamar la atención, pese a que, inicialmente, no fue cultivada.
“La empecé a trabajar realmente hace 12 años o 13 años, cuando me puse a seguir algunos ‘tips’ para no cansarme tanto”, retomó el aludido. “Pero he cantado desde chico, cuando mis tías me lo pedían en las fiestas. Mi papá era un cantante frustrado con una voz muy bonita, mi hermano mayor toca la guitarra clásica y mi otro hermano ha tocado teclados en varios grupos”.
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Influencias y cambios
La devoción por los cuatro de Liverpool es compartida por Barrios, pero hay que precisar que, en su conjunto, Mar de Copas no ha mantenido un estilo completamente definido a lo largo de su carrera.
Se trata sin duda de una banda alternativa melódica, pero de una que ha ido evolucionando con el paso del tiempo, lo que le ha permitido incursionar en el pop rock, en los desvaríos instrumentales, en el hard rock y hasta en el rock progresivo, aunque la base de todo siga siendo la misma.
“Yo sé perfectamente cuáles son las influencias, y la mezcla es extraña, porque, antes que nada, por el lado melódico, tenemos mucho de la Nueva Ola, con tonalidades menores, tipo Leonardo Favio”, describió el guitarrista. “Pero el sonido también tiene que ver con algunos grupos de la primera movida madrileña, como Pistones y Los Secretos”.
“A nivel instrumental, cuando empezamos, es indudable que nos gustaban mucho los Smiths y los primeros discos de R.E.M.”, agregó. “Con los años, fuimos agarrando un sonido más nuestro, acercándonos a la distorsión y a tonalidades más potentes, pero también a la suavidad, que nos gusta mucho”.
El tercer álbum de Mar de Copas, “III” (1997), marcó una clara diferencia con los dos anteriores al adquirir justamente intenciones ‘heavy’ (como fue el caso del tema “Vaquera”, que era muy hard rockero, y de “C.P.A.M./A tu lado”, que contaba con poderosos aportes de guitarra y era medio ‘progre’).
“Los tipos más rockeros dicen que todo lo que hacemos suena igual, pero si alguien lo ve más desde adentro o es seguidor del grupo, va a encontrar muchas diferencias entre disco y disco”, reconoció Barrios.
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La producción más reciente, “Seis” (2014), incluye una pieza llamada “Edificio República” que tiene mucho de pop sesentero, pero interpretado de manera particularmente acelerada, e incorpora un poderoso riff de guitarra. Esto le ofrece a García la posibilidad de cantar con un estilo mucho más rudo del habitual.
“Es una canción bien fuerte, bien acelerada, pero, a la vez ‘recontra melódica’”, explicó el vocalista. “El demo que me entregó Manolo tenía esa estructura, pero como que todo era muy plano, por lo que, en la etapa de producción, decidí buscar una forma en la que cada estrofa comenzara medio plano hacia abajo, fuera subiendo y alcanzara un pico antes de volver a bajar”.
Otra imagen de la banda.
(Digital Venue)
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Al mando de la pluma
Pese a que sus aportes para Mar de Copas son numerosos, García no compone, lo que puede sorprender en consideración a sus méritos del pasado como letrista.
Fue una decisión que tomó prácticamente desde el inicio. Cuando llegó a la banda de Barrios y Leverone, el primero disco estaba completamente compuesto y casi totalmente grabado, por lo que su voz en condición protagónica solo apareció en algunas de las canciones (las demás, incluyendo el éxito “Mujer noche”, fueron interpretadas por Barrios, quien canta todavía algunas de las composiciones de la banda).
“Cuando escuché los demos del segundo, lo primero que pensé fue: ‘Aquí no puedo meter nada””, nos dijo el cantante. “Sentí que la dupla de Manolo y Toto estaba perfecta como estaba. Sin embargo, a veces, cuando llega una canción incompleta, meto un poco de cuchara”.
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“Pero lo cierto es que cumplo varios papeles en el grupo; no soy solo el cantante, sino también el técnico de grabación y el productor”, especificó. “Entonces, tengo demasiadas cosas que considerar como para tratar de meterme en todo”.
Las letras tienen como punto en común el amor, el desamor y todas sus variantes, pero incluyen también incursiones existencialistas difíciles de descifrar. Encontramos también una obsesión puntual por la temporada más calurosa, plasmada en cortes como “Amor de verano”, “Aquí en el borde del mar” y “Atardecer”.
“Entre gente playera nos entendemos”, retomó Barrios, quien disfruta plenamente de las oportunidades que le ofrece la ciudad costera en la que vive. “No me siento muy cómodo hablando de las letras, pero sí te puedo decir que es evidente que nos gustan los ‘sunsets’, el sol, el mar y el alcohol. Me parece que las letras son un poco crípticas; ahora, estoy en una pelea conmigo mismo para intentar escribir de una manera más narrativa”.
Pese a todo lo dicho, sus creaciones tienen por aquí y por alla detalles que parecen desmentir la falta de compromiso social, como es el caso de “Nadie duerme en la ciudad”, cuya estrofa más contundente señala: “Basta comprobar la excitación/tres falsos dioses y un ladrón/el tiempo va hacia abajo, con razón/dos simios con sotana/la perra en televisión”.
“Es muy de su época, a finales de los ‘90”, reflexionó el guitarrista. “Hay veces en que esas cosas se te salen; no puedes evitarlo. Pero no son la norma, ni mucho menos”.
En todo caso, lo más llamativo por ese lado es que el “Suna” (1999), cuarto disco de la agrupación, se iniciara con un ‘cover’ de la Internacional Socialista, lo que no puede dejar de llamar la atención en vista de la negativa constante por emplear motivos políticos.
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“Esta solo la parte instrumental; me muero tres veces antes de cantar esa letra, porque no tengo nada de izquierdista”, precisó nuestro entrevistado. “Me traía muchos recuerdos de la infancia, cuando escuchaba las campañas políticas en la televisión; la melodía, hasta el día de hoy, me parece preciosa. Y lo hicimos también a modo de juego, para ver si alguien se molestaba”.
Escribe artículos de entretenimiento en Los Angeles Times en Español y lo hizo anteriormente en todas las ediciones impresas de HOY Los Ángeles. Previamente, trabajó como colaborador con el diario La Opinión. Inició su carrera periodística como redactor y luego editor del suplemento de entretenimiento “Visto & Bueno”, publicado por el diario El Comercio de Lima, donde hacía también críticas de cine.