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La proximidad del Halloween se convierte en la excusa perfecta para el lanzamiento de dos títulos de alto calibre que se encuentran relacionados al género de terror; pero la cartelera de esta semana es también generosa en lo que respecta al lanzamiento de cintas de calidad pertenecientes a otros terrenos.
FRANKENSTEIN
Director: Guillermo del Toro
Reparto: Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth
Género: Terror gótico
Completamente consecuente con la prolongada aproximación al fenómeno de los monstruos efectuada por su creador a lo largo de los años, pero considerablemente alejada de la crueldad exhibida por la criatura en la novela de Mary Shelley, la adaptación de “Frankenstein” de Guillermo del Toro -que se estrena de manera limitada en cines antes de su lanzamiento del 7 de noviembre en Netflix- es una obra de profunda sensibilidad y de indudable calidad cinematográfica que, por todo lo dicho, merece ser debatida.
Cualquiera que haya seguido la carrera del destacado cineasta mexicano sabrá que su devoción por esta clase de personajes ha ido siempre de la mano con su deseo de posicionarlos como seres inocentes que actuaron de la manera en la que actuaron debido a las circunstancias a las que fueron cometidos, incluso a contracorriente de lo que señalaban las fuentes originales, como sucedió en su “Pinocchio” (2022) -que, claro, no es un monstruo, pero era mucho más malvado en el texto de Carlo Collodi-.
Por ese lado, el nuevo filme presenta una imagen ciertamente benévola de El Monstruo, que, tanto en las páginas de Shelley como en las recreaciones tradicionales, era capaz de cometer crímenes espantosos en nombre de la venganza; y lo hace a través de diversos cambios que no detallaremos, pero que no pasan desapercibidos.
Se trata de una alteración considerable que puede causar incomodidad y que lleva a imaginar lo que hubiera podido hacer un maestro de la talla de Del Toro si ahondaba en estas contradicciones a su manera, pero que, a la vez, no arruina la buena impresión dejada por un filme cuya aproximación al personaje se siente ciertamente novedosa y que tiene momentos sobrecogedores, lo que no es poco en vista de que esta historia ha sido narrada incontables veces en el cine y la televisión.
Por ese lado, resultaba esencial que El Monstruo fuera encomendado a un actor del atractivo y del carisma de Jacob Elordi (“Euphoria”), quien, luciendo incluso como un tipo construido con partes de diferentes cadáveres, logra que su representado no se sienta repulsivo, respaldado, eso sí, por una caracterización física ciertamente amable. Pero lo que mejor hace el intérprete es lograr que nos identifiquemos con su representado y que suframos a su lado como nunca lo habíamos hecho.
No podemos quejarnos tampoco del papel de Victor Frankenstein, el “científico loco” que es encomendado a Oscar Isaac y que, pese a no alejarse nunca del papel de victimario que estaba ya presente en la novela, adquiere nuevas dimensiones dramáticas al ser mostrado como objeto de abusos físicos por parte de su padre, en una vuelta de tuerca que parece aludir al distanciamiento de Del Toro con su propio progenitor. Su entusiasmo, su furia y su desesperación son casi palpables.
Los amantes del cine de terror tampoco se sentirán decepcionados con la presencia de Mia Goth, quien, en consonancia con su apellido artístico, era perfecta para una película de esta clase, y que luce más divina que nunca mientras ostenta una serie interminable de atuendos -cada uno más espectacular que el otro- y muestra una peligrosa atracción por El Monstruo que se acerca peligrosamente a la que exhibía Sally Hawkins ante el Hombre Anfibio en “The Shape of Water” -pero que no deja de resultar digna de verse-.
Curiosamente, y en medio de todos los reparos que se le puedan hacer, este “Frankenstein” nunca aburre, pese a que se prolonga por 150 minutos; y los méritos de ello tienen también que ver con su soberbia puesta en escena, llena de detalles visuales sorprendentes, de encuadres minuciosamente compuestos, de objetos de utilería que merecen ser exhibidos en un museo y de locaciones que cortan el aliento. Aunque saldrá pronto en la plataforma de ‘streaming’, verlo en la pantalla de cine más grande que se encuentre disponible debería ser un deber obligatorio para cualquier cinéfilo en condiciones de hacerlo.
De todos modos, esperábamos un poco más de brutalidad en una adaptación que, por diversas razones, nos remite en más de una ocasión a la placidez incorruptible del “Edward Scissorhands” de Tim Burton.
BLACK PHONE 2
Director: Scott Derrickson
Reparto: Ethan Hawke, Mason Thames, Madeleine McGraw
Género: Terror
En el 2021, casi una década después de comandar “Sinister” -un trabajo de género especialmente efectivo que llegó a ser considerado como “el filme más aterrador de todos los tiempos” por un estudio con bases científicas-, Scott Derrickson regresó a la dirección con “The Black Phone”, una película que no era quizás tan atemorizante como la señalada, pero que contaba con una ambientación sobrecogedora y que lograba darle vida a un villano que terminó volviéndose emblemático: The Grabber.
El trastornado asesino de niños interpretado por Ethan Hawke demoraba físicamente en aparecer, y en esta secuela, tarda incluso más. Sin embargo, una vez que lo hace, no hay marcha atrás. Resulta sumamente significativo que su talentoso intérprete figure simultáneamente desde esta semana en dos roles tan decisivos y tan distintos, ya que figura también en “Blue Moon”, que comentamos más abajo.
En realidad, tal y como sucedía en la cinta inicial, el reparto es sumamente competente; pero quien se lleva las palmas mayores en esta ocasión es Madeleine McGraw. A los 16 años, se ha convertido en una estupenda actriz, enfundada en un rol que le permite lucir plenamente convincente como una adolescente seriamente afectada por las visiones perturbadoras que se le presentan mientras trata de dormir.
A estas alturas, Derrickson es un experto en la creación de ambientes sobrecogedores que se encuentran estupendamente filmados, aunque, en esta ocasión, no logra ponerle freno a sus impetus estéticos, como sucede cuando decide filmar todas las visiones de la muchacha con una técnica que emula el aspecto de las películas de serie B antiguas que resulta inicialmente llamativa, pero que, con el paso de los minutos, se vuelve tediosa.
Por ese lado, “Black Phone 2” acentúa las taras de su antecesora, sobre todo en términos repetitivos y en lo que respecta al reforzamiento excesivo de unos aspectos vinculados a la fe cristiana que cuestionan a veces a sus devotos más conservadores, pero que llegan también a traducirse en cuestionamientos de tinte moralista.
Pero lo peor que hace el guión, realizado a dúo entre Derrickson y C. Robert Cargill, es apoyarse inclementemente en unas referencias a la saga de “Nightmare on Elm Street” que terminan luciendo más como imitaciones que como homenajes, por más vistoso que sea su planteamiento visual.
IT WAS JUST AN ACCIDENT
Director: Jafar Panahi
Reparto: Vahid Mobasseri, Mariam Afshari, Shiva Ebrahim Azizi
Género: Thriller
Tras haberse convertido en un auténtico héroe del cine internacional debido a los riesgos constantes que toma para sacar adelante proyectos fílmicos de gran nivel donde cuestiona constantemente el status quo de su país de origen, Jafar Panahi retorna a las salas estadounidenses con su décimo segundo largometraje, rodado en secreto en Irán, al igual que los cinco anteriores.
La cinta, que se ha convertido en la apuesta de Francia para los Premios de la Academia (es una coproducción entre la nación gala, Irán y Luxemburgo), vuelve a mostrar el impresionante talento de este director para desarrollar proyectos de impecable factura que mantienen el nivel artístico esperado de un autor de su clase incluso cuando se tienen que crear en medio de las condiciones más adversas.
Aquí, Panahi nos presenta a Vahid (Vahid Mobasseri), un ex prisionero político que decide secuestrar a un padre de familia aparentemente inofensivo luego de reconocerlo como el tipo que lo torturó mientras se encontraba encerrado. Pero las dudas que empieza a tener acerca de la identidad del individuo lo llevan a contactarse con otras personas que fueron también detenidas, haciendo con ello que su situación personal se transforme en un asunto colectivo.
La participación de tantos personajes con motivaciones y opiniones distintas (entre ellos, dos mujeres de lo más combativas) es en buena medida responsable de que, en lugar de convertirse en un film desolador, repetitivo y claustrofóbico (pese a que muchas de sus acciones se desarrollan al interior de una camioneta), “It Was Just an Accident” se sienta como una suerte de ‘thriller’ psicológico con inesperadas pinceladas de humor y muchas situaciones entretenidas.
Pese a que las decisiones de los involucrados y las circunstancias que los acompañan no resultan siempre creíbles, en consonancia con las licencias dramáticas de un cineasta que ha sido cuestionado en más de una ocasión por estas mismas libertades, el espíritu incombustible de Panahi y su incansable esperanza en el ser humano sacan adelante un trabajo que trasciende el simple ánimo de venganza, lo que no deja de sorprender cuando provienen de un artista que, recientemente, pasó siete meses en prisión por el simple hecho de exponer sus ideas.
BLUE MOON
Director: Richard Linklater
Reparto: Ethan Hawke, Andrew Scott, Margaret Qualley
Genero: Comedia dramatica / Biografia
Si “Black Phone 2” tiene a Ethan Hawke en un papel importante pero hasta cierto punto secundario, “Blue Moon”, que se estrena en la misma fecha pero en muchas menos salas, es toda suya. O lo es al menos hasta que entra en escena la encantadora Margaret Qualley, dueña de una presencia escénica capaz de capturar cualquier mirada.
“Blue Moon” es también la primera de las dos películas de Richard Linklater que se estrenarán en un mismo mes, hermanadas por el hecho de basarse en individuos destacados de la vida real. De ese modo, si “Nouvelle Vague” (que verá la luz el 31 de octubre) reconstruye las incidencias del rodaje del “À bout de souffle” de Godard), la cinta aquí reseñada se ubica en los últimos meses de vida de Lorenz Hart, el celebrado (pero no tan conocido) letrista de temas tan populares del cancionero estadounidense como “The Lady Is a Tramp”, “My Funny Valentine” y el que da nombre al filme.
Como es de conocimiento público, a pesar de su fama y de su probado talento, Hart era un alcohólico con fuertes tendencias depresivas y diversas inseguridades, y nada de eso queda fuera de la cinta escrita por el novelista Robert Kaplow (“Me and Orson Welles”), como no lo hace tampoco la curiosa relación que tuvo con Elizabeth Weiland (Qualley), una joven estudiante de la que estaba supuestamente enamorado pese a que era gay.
En ese sentido, la cinta se encuentra sostenida en gran medida por Hawke, quien aparece en cada una de sus escenas y que se entregó no solo en cuerpo y alma a esta interpretación, sino que hizo algo que nunca había hecho en su carrera -incluyendo los ocho filmes anterior con Linklater- al asumir un aspecto completamente distinto al que luce en realidad.
No podemos saber cómo se comportaba realmente Hart, y lo que hace el actor puede lucir a veces excesivo, sobre todo en términos de verborrea; además, el tema de su altura (era muy bajo, lo que formaba parte de sus complejos) se resuelve con estrategias visuales que llegan a distraer.
Sin embargo, y sin dejar de lado aspectos esenciales de su carrera, como la relación de amor/odio que sostuvo con el compositor Richard Rodgers -brillantemente interpretado por Andrew Scott (“Ripley”)-, “Blue Moon” evita las trampas típicas del ‘biopic’ para asumir un formato que puede sentirse a veces un tanto teatral, pero que termina colocándonos frente a frente con un creador tan conflictivo y contradictorio como complejo y fascinante.