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Los estadounidenses de origen asiático creen que un título universitario de élite los protegerá de la discriminación; no es así

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La temporada de admisión universitaria ya llegó. En las próximas semanas, millones de estudiantes del último año de preparatoria recibirán cartas de aceptación o rechazo; luego tendrán un tiempo para elegir a qué escuela asistir.

El proceso de admisión a la universidad genera ansiedad para estudiantes y alumnos, pero la angustia se intensifica particularmente entre las familias de origen asiático. ¿La razón? Ellas son más propensas que otros grupos a creer que asistir a una universidad de élite, preferiblemente a una de la Ivy League, es un paso necesario para tener una carrera exitosa.

Una investigación determinó que los asiático estadounidenses tienden a valorar de manera desproporcionada el prestigio en lo que respecta a la educación superior. En general, los estadounidenses de origen asiático preferirían ser estudiantes mediocres en una de las 10 mejores universidades del país, que ser un alumno destacado en una de las 100 mejores escuelas. Varios estudios psicológicos muestran que los estudiantes blancos tienden a preferir lo contrario.

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Nuestra investigación demostró que los estadounidenses de origen asiático a menudo definen el éxito como ser el mejor alumno de la preparatoria, asistir a una universidad de élite y tener una carrera en medicina, derecho, ciencia o ingeniería. Y hay al menos una razón clara para el énfasis en el prestigio: las credenciales de élite son consideradas como una salvaguarda contra la discriminación en el mercado laboral.

La importancia que se da al prestigio se debe, en parte, a que tantas organizaciones de origen asiático se hayan unido a demandas contra Harvard y otras universidades de la Ivy League por el supuesto límite a la admisión de alumnos asiático estadounidenses. Los grupos han pedido al Departamento de Educación y al Departamento de Justicia del país que investiguen estas denuncias.

Pero también hay una creciente evidencia de que esta fe en las credenciales de élite podría ser errónea. De acuerdo con una investigación de 2015 realizada por Business Insider, sólo un director ejecutivo de una de las 10 principales empresas Fortune 500 obtuvo su título en una universidad de la Ivy League. Solo el 30% de los directores ejecutivos nacidos en los Estados Unidos de las 100 principales compañías asistieron a una institución educativa de élite.

Un informe reciente sobre la diversidad del liderazgo en las principales firmas tecnológicas detectó que los estadounidenses de origen asiático son el grupo racial con menos probabilidades de ser ascendidos a rangos gerenciales y ejecutivos. Los hombres y mujeres blancos tienen el doble de probabilidades que los asiáticos de ocupar puestos ejecutivos, y mientras que las mujeres blancas están rompiendo el techo de cristal, las mujeres asiáticas no lo logran.

Los estadounidenses de origen asiático también se quedan atrás en cuanto a ingresos. Los hombres asiáticos nacidos en los Estados Unidos y que poseen educación universitaria ganan un 8% menos que los varones blancos. Aunque es probable que las mujeres asiáticas estadounidenses perciban lo mismo que las trabajadoras blancas, es menos probable que desempeñen un rol directivo.

Hay al menos dos explicaciones de por qué los estadounidenses de origen asiático parecieran estar alcanzando el techo de su vida profesional. Después de numerosas entrevistas con líderes corporativos concluimos que las personas de ese grupo no suelen ser vistas como líderes y, por lo tanto, tienen menos oportunidades de avanzar y triunfar. Parte de ello se basa en los estereotipos; los asiáticos a menudo son considerados inteligentes, diligentes, enfocados, callados y técnicamente competentes, rasgos que los hacen empleados deseables, pero no líderes. Tan fuertes son estas creencias que, incluso cuando los trabajadores asiáticos asumen riesgos creativos, los supervisores pueden preferir ascender a otra persona.

Nuestra investigación también indica que los asiático estadounidenses tienen menos probabilidades que los estadounidenses blancos y negros de participar en actividades cívicas, lo cual está estrechamente relacionado con el liderazgo corporativo.

Según la Encuesta de Población Actual, el 17.9% de los estadounidenses de origen asiático participan en voluntariado, en comparación con el 26.4% de los blancos y el 19.3% de los negros. Nuestro análisis de la Encuesta Nacional Asiática Estadounidense de 2016 muestra que sólo el 59% de ese sector realiza contribuciones caritativas, en comparación con el 68% de los blancos y el 65% de los negros. Esta falta de compromiso en el ámbito extralaboral los perjudica también en sus carreras.

A medida que el mundo corporativo trabaja para abordar los problemas de parcialidad, los estadounidenses de origen asiático deben considerar que lo que la gente hace en la universidad -y después de graduarse- es un mejor predictor de éxito que el estatus de la institución a la que eligen asistir. Al menos, esto debería calmar la ansiedad de los estudiantes de último año de preparatoria que esperan en estos días las decisiones de admisión de las universidades que consideran como primera elección.

Jennifer Lee (@JLeeSoc) es profesora de sociología en la Universidad de Columbia. Karthick Ramakrishnan (@karthickr) es profesor de políticas públicas en UC Riverside. Están escribiendo un libro sobre la redefinición del éxito en los Estados Unidos racialmente diversos.

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

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