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¿Qué pasa con las historias de acoso sexual que no escuchamos?

Las mujeres trabajadoras, independientemente de la industria en la que se desempeñen, sufran constantemente del abuso y acoso sexual. (Los Angeles Times)

Las mujeres trabajadoras, independientemente de la industria en la que se desempeñen, sufran constantemente del abuso y acoso sexual. (Los Angeles Times)

(Chavez, Carlos / Los Angeles Times)
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Con cada nuevo alegato de que otro hombre poderoso acosó o abusó de sus colegas mujeres, me pongo a pensar en las mujeres de las que no tenemos noticias. No me refiero a la tercera, octava o vigésima actriz que declina, por cualquier razón, agregar su voz al coro contra un productor depredador o un comediante depravado. Me refiero a mujeres que no son conocidas, que no escriben artículos para ganarse la vida, que nunca han aparecido frente a una cámara de televisión.

Si una acusación de acoso sexual es noticia y obtiene resultados no es solo por el poder del hombre acusado, sino también por el poder de las mujeres que lo acusan.

Las mujeres que se han pronunciado en contra de Roy Moore, el republicano de Alabama que es candidato al Senado de Estados Unidos, son personas comunes. Pero en la mayoría de las veces, escuchamos a mujeres que fueron hostigadas en las primeras etapas de sus carreras y que se atrevieron a denunciar después de acumular un cierto grado de influencia profesional.

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En general, las mujeres que han contado sus historias a los periódicos nacionales tienen seguridad financiera y profesional. No se ganan la vida limpiando casas o cuidando bebés. No se ganan la vida cosiendo jeans o respondiendo las quejas de los clientes.¿Hay un Louis C.K. en el mundo de la comida rápida? Estoy segura que si, pero el no ha inspirado informes de investigación o mítines en las calles.

Está mal enmarcar el acoso sexual como endémico en ciertas industrias, olvidándonos que es un problema que afecta a todas las mujeres trabajadoras.

Antes de una marcha de ‘Take Back the Workplace’ en el centro de Los Ángeles, el fin de semana pasado, la Alianza Nacional de Campesinas, un grupo de 700,000 trabajadoras agrícolas, publicó una carta a mujeres y hombres en Hollywood que denunciaron a sus agresores. “Creemos y nos unimos a ustedes”, escribieron las campesonas.

Su declaración fue notable porque los miembros de la clase trabajadora son, después de todo, mucho más vulnerables que las celebridades.

Un informe del año pasado de la Comisión de Igualdad de Oportunidades de Empleo encontró que, en todas las industrias, cuando alguien es acosado en el trabajo, las respuestas más comunes son evitar el acosador, negar o minimizar la situación o intentar ignorar el comportamiento. La respuesta menos común fue presentar una queja formal.

En Hollywood, los ejecutivos están empezando a reconocer la insuficiencia de las leyes existentes y los protocolos de capacitación, y la rendición de cuentas ha comenzado.

Los hombres están viendo consecuencias financieras por su comportamiento. El boletín informativo de la industria del entretenimiento, Ankler, informó la semana pasada que un grupo de mujeres de renombre en Hollywood, incluidas Oprah Winfrey, Shonda Rhimes y Reese Witherspoon, están generando ideas para una respuesta colectiva contra la epidemia del acoso.

“Hay un verdadero deseo de no dejar pasar este momento”, dijo Melissa Silverstein, fundadora del grupo de defensa Mujeres y Hollywood, al New York Times.

En una publicación en Facebook que detalla sus experiencias con el acoso, la actriz Ellen Page reconoció: “Tengo el privilegio de tener una plataforma que me permite escribir esto y publicarlo, mientras que los más marginados no tienen acceso a estos recursos. La realidad es que las mujeres de color, las mujeres transexuales, travestis e indígenas, han estado liderando esta lucha durante décadas”.

Cada historia personal de una mujer poderosa debe venir con un reconocimiento similar. Mejor aún, las mujeres en los medios y en la industria del entretenimiento podrían emitir una afirmación colectiva declarando que se solidarizan con las trabajadoras agrícolas, las servidoras de los restaurantes, las trabajadoras domésticas y todas las mujeres trabajadoras cuya historia no ha sido noticia.

Si no lo hacen, es lastimosamente probable que miremos hacia atrás dentro de cinco o diez años y nos demos cuenta de que en su mayoría las que denunciaron fueron mujeres blancas, ricas y poderosas.

Podríamos recordar este momento como un “escándalo de Hollywood”. O podríamos trabajar para garantizar que este momento signifique mucho más para más mujeres.

* Ann Friedman es colaboradora de la sección de Opinión de Los Angeles Times.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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