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Demócrata propone requisito para graduarse: hacer que los estudiantes recojan uvas

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Durante la temporada de graduación de preparatoria, los estudiantes de último año hacen grandes planes, como cuáles serán sus geniales hashtags de Instagram y cómo inhalarán a escondidas sus cigarrillos electrónicos durante la ceremonia de graduación, pero los legisladores en Sacramento les podrían tener una sorpresa y ya debaten el Proyecto de Ley de la Asamblea 2772 (AB 2772), que obligaría a todos los alumnos de preparatoria a completar al menos un curso de estudios étnicos para poder graduarse.

El proyecto fue redactado por el demócrata José Medina, del área de Riverside, de quien no sorprenderá saber que fue profesor de estudios étnicos. Durante un análisis del comité de fondos, afirmó: “Los estudios han demostrado que la asistencia y el promedio de calificaciones de los estudiantes de preparatoria en riesgo mejoran cuando se agrega la pedagogía culturalmente relevante al plan de estudios”.

Sí, suena como una jerga académica, pero lo entiendo: los niños necesitan verse representados en la historia de California. Sin embargo, el proyecto de ley no va lo suficientemente lejos. Si Medina y los partidarios del AB 2772 quieren hacer que los adolescentes absorban las lecciones de estudios étnicos, esto es lo que deberían exigir antes de la graduación: una semana de trabajo en una granja.

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La Semana de la Granja: esta loca idea me asaltó mientras manejaba por la Autopista 99, el pasado fin de semana. Es temporada de cerezas en este momento en el norte del Valle Central. La parte sur se está preparando para la cosecha de uvas y almendras, durante el verano. En toda la región, cientos de miles de trabajadores, abrumadoramente latinos e indocumentados, se preparan para recoger estos cultivos y otros, mientras contribuyen de manera invisible con la economía agrícola de California, valuada en $46 mil millones de dólares.

Históricamente hablando, la agricultura es el engranaje más importante de la maquinaria de California. La actividad ha influido en el desarrollo, las políticas del agua, el activismo laboral, los derechos civiles y mucho más. También es un engranaje que los californianos urbanos y suburbanos ignoran. Esta desconexión de la tierra priva a los jóvenes de saber dónde se originan sus alimentos: a nivel geográfico, cultural y económico (no provienen de un centro de distribución de Amazon en Eastvale, niños).

Trabajando bajo el calor abrasador de los valles Imperial y Coachella, los alumnos podrían considerar por qué las generaciones anteriores pensaron que era una buena idea desviar agua del Río Colorado para cultivar en el desierto. Aquellos asignados a la Ensaladera, las filas fecundas de lechugas en Monterey y Salinas, podrían enfocarse en la literatura -no solo en John Steinbeck, sino en Carey McWilliams, William Saroyan y otros, que capturaron la belleza y la indignación que crecían en las granjas y las comunidades a su alrededor-.

Algunos estudiantes de último año podrían viajar hasta los condados de Napa y Sonoma para ver nuestra industria mundial del vino en acción. Otros pueden ir a Delano para aprender sobre los Trabajadores Agrícolas Unidos, no solo César Chávez y Dolores Huerta, sino también filipinos como Larry Itliong y Philip Vera Cruz, cuyas contribuciones fueron, durante décadas, excluidas incluso de la versión de estudios étnicos de la historia laboral californiana.

Lleven a los estudiantes que fuman marihuana hasta el Emerald Triangle para que participen en la última cosecha de auge del estado. En Anaheim, los alumnos incluso pueden visitar uno de los últimos campos de naranjas que quedan en el condado de Orange, situados cerca de Disneyland. Aquí, los funcionarios del condado reprimieron brutalmente una huelga de los recolectores de cítricos, estableciendo un patrón antimexicano que muchos de los políticos del condado siguen hasta hoy.

En sus viajes, la Generación Z puede conocer a los reyes armenios de las pasas, los barones del melocotón de Punjabi, las dinastías de algodón Okie y los lecheros políticos de origen portugués, como el representante Devin Nunes. Los estudiantes también pueden dormir en el mismo lugar que nuestros campesinos, para recordar que así es como la gente en el peldaño inferior de nuestra cadena alimentaria descansa todas las noches.

Los críticos inmediatamente gritarán que se trata de una ‘explotación’. Yo respondo: ¿Y…?”. La empatía no es algo que se aprende desde lo abstracto. Nuestros jóvenes necesitan no solo leer acerca de cómo vive la otra mitad, sino experimentarlo. Tal vez incluso comenzarán a preguntarse por qué nuestra economía agrícola sigue dependiendo de la mano de obra barata. Y creo que todos pueden estar de acuerdo en que alejar a los adolescentes de las redes sociales, incluso por un día, sería una victoria para todos.

La Semana de la Granja no debería costarle a los contribuyentes ni un centavo. Dejen que los granjeros la financien. Han prosperado gracias a los subsidios del gobierno durante más de un siglo, lo menos que pueden hacer es alojar a nuestros mejores y más brillantes jóvenes de todo el estado, y desafiarlos a participar en el enriquecimiento de una industria tan importante. Es mejor que perderlos ante el Silicon Valley o, peor aún, a Texas.

La Semana de la Granja podría convertirse en una tradición estatal, durante la cual los adolescentes de Redding se mezclarían con los de Rialto, las debutantes de Coto de Caza se ensuciarían las uñas junto a las reinas quinceañeras de Kingsburg. California es tan grande, tan extensa, tan diversa, que nuestra identidad colectiva está cada vez más fracturada. Pero reunir a cientos de miles de estudiantes de último año de preparatoria en granjas podría convertirse en una experiencia compartida por el estado, que uniría a la próxima generación de californianos. Todos regresarían a casa con una mejor apreciación del estado y conocerían a compañeros que, de otro modo, probablemente nunca habrían conocido.

Entonces, ¿qué tal, asambleísta Medina? Coloque la Semana de la Granja en el proyecto de ley AB 2772 y vea a sus colegas republicanos votar junto a sus pares de izquierda por primera vez en… bueno, por primera vez.

Ah, ¿y en cuanto a los miles de estudiantes de preparatoria para quienes trabajar en los campos es parte de la vida cotidiana? Ellos podrían quedarse en las cabañas junto a la playa en Crystal Cove. Se lo merecen. Y que el presidente de Irvine Co., Donald Bren, pague esa factura.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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