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El inusual experimento de una iglesia californiana: no llamar a la policía nunca más

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De pie sobre los escalones de entrada de la iglesia First Congregational Church, de Oakland, a fines del mes mayo, Nichola Torbett emitió una declaración: “Ya no podemos tolerar el trauma infligido en nuestras comunidades por la policía”, aseveró Torbett, una mujer blanca, voluntaria del templo, frente a feligreses con fotos de afroamericanos muertos a tiros por la policía. La iglesia, prometió, nunca volvería a llamar a la policía en casi ninguna circunstancia. Decenas de miembros habían acordado hacer lo mismo.

“¿Cómo ayuda la policía? A menudo no lo hacen”, afirmó Torbett más tarde, en una entrevista. “Entonces, especialmente como gente blanca, ¿para qué llamarlos?”.

A medida que se viralizan los videos de los resultados de llamados al 911 por parte de estadounidenses blancos para reportar a afroamericanos por ser parte de actividades inocentes -dos amigos negros reunidos en Starbucks, un estudiante de posgrado negro toma una siesta en una sala común del dormitorio de Yale, una familia negra disfruta de una barbacoa a solo cuadras de la congregación de Oakland-, los miembros de esta pequeña iglesia están tomando medidas extremas como respuesta.

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Lo llaman “liberación” de la policía. El templo es parte de un movimiento pequeño pero creciente entre las casas de culto liberales de todo el país que hacen votos similares. Entre ellas hay otra iglesia en Oakland, una en San José y una en Iowa City, Iowa. En su mayoría son ministros blancos y congregaciones blancas las que lideran las iniciativas, que surgen mientras los debates sobre el racismo, los estereotipos y el papel de las fuerzas del orden afectan a universidades, empresas y consejos vecinales de EE.UU.

En la Universidad Estatal de Colorado, los administradores están lidiando con un incidente ocurrido en abril, en el cual una madre de familia blanca llamó a la policía cuando vio a dos estudiantes indígenas estadounidenses durante un recorrido por el campus. La mujer le dijo al operador del 911 que los adolescentes, que se unieron a la visita después, estaban actuando “realmente extraño” y vestían ropas oscuras con “simbolismo extraño”.

Waffle House fue criticada por los recientes videos en los que la policía arrestó agresivamente a clientes negros en restaurantes del sur. En un incidente registrado en Carolina del Norte, un clip muestra a un oficial blanco golpeando y asfixiando a un hombre de 22 años, que llega al sitio después de llevar a su hermana a la fiesta de graduación. Un empleado había reportado al cliente a la policía, alegando que les había gritado a los trabajadores y había intentado iniciar una pelea. Waffle House y los oficiales aseguraron que no procedieron mal.

El incidente de Starbucks, en el cual a dos hombres que no habían hecho una compra se les negó el acceso al baño antes de llamar a la policía, dio lugar a una nueva regla de que los servicios estén abiertos también para quienes no son clientes. Miles de tiendas de Starbucks cerraron el 29 de mayo por la tarde, mientras los empleados eran entrenados sobre conciencia de prejuicio racial.

En First Congregational, que es parte de la denominación de United Church of Christ, la decisión de evitar a la policía generó diferentes respuestas. Un cuerpo regional de la iglesia en el norte de California respaldó la medida. En otras partes del país, las congregaciones se han burlado de ello.

Los medios conservadores acusaron al templo de Oakland de ser antipolicial, y cuestionaron su compromiso con la seguridad.

“Todo lo que tengo que decir es ‘Oakland, California’, e inmediatamente uno sabe que estamos hablando de chiflados”, indicó un comentarista durante una transmisión de YouTube.

Algunas casas de culto cercanas, incluida una iglesia presbiteriana y una sinagoga judía reconstruccionista, preguntaron cómo podían unirse. Los lugareños, curiosos por el anuncio del templo, comenzaron a pasar por allí los domingos. En Facebook, decenas de personas se inscribieron para asistir a un taller en julio, denominado “Cómo NO llamar a la policía (sheriffs y Kkkorts), nunca”.

“Nos enseñaron a recurrir a la policía por cualquier cosa, como desacuerdos simples entre personas”, expresó la feligresa Sarah Pritchard, quien también es blanca y está organizando capacitaciones, como el taller de julio. “¿Por qué no podemos resolver los problemas entre nosotros?”.

“Necesitamos estar allí como una comunidad, unos con otros, para brindar seguridad a nuestra congregación sin la policía”, aseveró. Pritchard indicó que la prohibición no se aplicaría en caso de un tiroteo u otro hecho de violencia que pusiera en peligro las vidas. Pero para casi todo lo demás es válida.

First Congregational comenzó hace 158 años como una pequeña iglesia, y se encuentra en su ubicación actual desde 1923. A medida que el Área de la Bahía se convirtió en un centro de movimientos sociales de izquierda, en los años 60 y 70, la iglesia se hizo conocida como una de las más activas políticamente en la región. Hoy, una bandera de Black Lives Matter (Las vidas negras importan) cuelga de la fachada. Dentro de su santuario, pancartas en blanco y negro deletrean “verdad”, “libertad”, “justicia” e “igualdad”. Su espacio de alabanza presenta un monumento a los estadounidenses negros que fallecieron en enfrentamientos con la policía o detenidos.

Como mucho, unas pocas docenas de personas llegan allí para el servicio dominical. Los feligreses son en gran medida lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y queer; aproximadamente la mitad de ellos son blancos. Sus líderes son en su mayoría mujeres, muchas de las cuales se desempeñan en organizaciones sin fines de lucro, hacen trabajo social o son educadoras. Debido a que no hay un pastor pagado, los miembros se turnan para predicar y tomar todas las decisiones de forma colectiva. Tomó cerca de dos años de planificación llegar al anuncio de la prohibición policial.

La política se comunicó primero en el sitio web durante la Semana Santa, cuando los cristianos reviven los últimos días de la vida de Jesucristo, antes de su muerte y resurrección. “NO MÁS CRUCIFIXIONES PATROCINADAS POR EL ESTADO EN NOMBRE DE LA ‘SEGURIDAD’”, decía la publicación. La iglesia comparó a la policía actual con aquellos que condenaron a Cristo a la muerte.

En abril, en el lago Merritt, de Oakland, a poca distancia de la iglesia, una mujer blanca se quejó a la policía sobre una familia negra que estaba utilizando una barbacoa de carbón en un área del parque donde ello no estaba permitido. El evento alimentó aún más la ira y la decepción entre los feligreses, que creen que algunos blancos son demasiado rápidos para recurrir a las autoridades cuando se trata de minorías raciales. La policía no arrestó a nadie ni emitió citaciones. Muchos en la iglesia piensan que podría haber sido peor

“Reconocemos que Jesús fue asesinado, no por lo que hizo, sino por quién era, y vemos que lo mismo les sucede a las personas negras y latinas hoy”, afirmó Torbett. Aún así, “todavía estamos debatiendo sus limitaciones”, agregó sobre el acuerdo de no convocar a las autoridades y reconoció que aún no ha sucedido nada que normalmente justificaría una llamada a la policía.

Dichas preguntas sobre las limitaciones surgieron recientemente, después de un servicio religioso dominical. Los líderes de la iglesia se sentaron en una oficina para discutir su intento naciente y sus esperanzas para el futuro.

Marcia Lovelace, una líder voluntaria, sugirió capacitar al personal de la iglesia sobre qué hacer cuando las personas no salen del edificio.

El templo, que se encuentra en una pequeña colina al norte del centro de Oakland, con frecuencia abre sus puertas a las personas sin hogar, a enfermos mentales y a aquellos que luchan contra las adicciones a las drogas. También ofrece una despensa de alimentos, tarjetas de transporte y un lugar donde dormir un rato, pero no acoge a personas durante la noche.

“Una vez vino una persona de la calle que necesitaba atención de salud mental, y no se iba”, narró Lovelace, quien tiene 70 años y es blanca, describiendo un incidente ocurrido antes de la nueva política. “Llamamos a la policía y los feligreses que se ajustaban a la descripción fueron molestados por las autoridades. Para quienes tenemos un color de piel que nos previene de vivir esas experiencias, fue una dosis de realidad”.

De acuerdo con las pautas actuales, los miembros de la iglesia no llamarían a las autoridades si tal situación surgiera nuevamente. En lugar de apelar a ello, el templo confirmó una subvención de $10,000 para entrenar a sus miembros y otros grupos comunitarios en tácticas de desescalada y autodefensa.

Carol Robison, otra líder voluntaria de la iglesia, propuso una idea para lidiar con robos. Los edificios no tienen seguridad, y los ladrones han arrebatado bolsos y mochilas. Las puertas no se cierran con llave durante el día.

El seguro de propiedad del edificio requiere que se hagan denuncias policiales ante cualquier reclamo. Pero “preferiríamos no atraer más policías”, afirmó Robison, quien tiene 62 años y es blanca. En lugar de ello, la mujer sugirió dirigirse “a la comisaría para presentar la denuncia, en lugar de que los agentes ingresen en el vecindario”.

La conversación abordó también otro aspecto del orden: disuadir y resolver el crimen. Los líderes de la iglesia coincidieron en que podían prevenir delitos creando mejores relaciones con los residentes del barrio. Su teoría, en pocas palabras, es que los amigos no roban a los amigos. Pero si aún así ocurre algún delito, los feligreses ruegan que sea posible hacer las paces entre las víctimas y los perpetradores directamente, sin la mediación de la policía o los tribunales.

Recientemente, la iglesia recibió una llamada telefónica de la policía de Oakland para hablar sobre su anuncio. El grupo no estuvo de acuerdo sobre cómo responder. “Estamos conversando acerca de charlar con la policía de Oakland”, indicó Torbett.

Soo Hyun Han, una estadounidense de origen coreano que asiste a los servicios con su pareja negra y su hijo birracial, espera que la iglesia no evite por completo hablar con la policía. “Esperemos que haya espacio para que ocurra una verdadera conversación”, manifestó Han, de 44 años, acerca de una reunión con los oficiales.

El departamento de policía no respondió públicamente a la postura de la iglesia. Una vocera aclaró que la jefa Anne E. Kirkpatrick no estaba disponible para hacer declaraciones.

Barry Donelan, presidente del gremio policial de Oakland, aseguró que no le preocupa la iglesia. “Si este grupo en particular no quiere llamar a la policía, esa es su posición, es su opinión”, afirmó. “Mis miembros están felices de responder a la tremenda necesidad de servicios policiales en otros lugares. Si adoptan este punto de vista, ello permitirá que se pueda enviar más policía a quienes lo soliciten”. También añadió que “nunca desalentaría a las personas a convocar a las autoridades” si cambian de opinión.

Donelan destacó que los oficiales en la ciudad reciben miles de llamadas por día, y que la mayoría de las intervenciones no resultan en heridas, disparos o muertes. Además, se rió de la sugerencia de la iglesia de que las autoridades contribuyen a la violencia en lugar de a su resolución.

“Muchos en la ciudad piensan que no hay suficientes policías”, dijo. “Los agentes están aquí para servir a la comunidad lo mejor que pueden”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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