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El terremoto ‘Big One’ podría dejar entre 250,000 y 400,000 refugiados en California. ¿A dónde irían?

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Cuando un catastrófico terremoto golpee California, los edificios se derrumbarán y posiblemente cientos de personas podrían morir.

Pero lo que recibe menos atención son las desgarradoras repercusiones de un terremoto tan grande, las que podrían dejar vecindarios enteros incendiados e inhabitables, y cientos de miles de individuos sin hogar.

Los funcionarios están lidiando ahora con la cuestión de adónde irían todos estos refugiados de un gran sismo.

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En el área de la Bahía de San Francisco, más de 400,000 personas podrían ser desplazadas por un temblor de magnitud 7 sobre la falla Hayward, que corre directamente debajo de ciudades como Berkeley, Oakland, Hayward y Fremont, afirmó Ken Hudnut, asesor científico del US Geological Survey para reducción de riesgos. Y es posible que más de 250,000 en el sur de California puedan verse obligadas a abandonar sus hogares después de un gran sismo en la falla de San Andrés, advirtió el especialista.

No todos necesitarán alojarse en albergues públicos; muchos se quedarán con familiares, amigos y en hoteles. Aún así, más de 175,000 personas no tendrán otra opción que quedarse en un refugio público en el sur de California, lo cual podría complicarse con una aguda escasez de alimentos, agua y medicinas, según ShakeOut, un informe del USGS que simula un gran terremoto en el sur de California.

En el Área de la Bahía, tantos edificios construidos con normas de seguridad mínimas podrían resultar tan dañados que muchos habitantes se verían obligados a mudarse “al menos durante varios meses, y posiblemente para siempre” debido a la escasez de viviendas en la región, según un informe separado del USGS llamado HayWired, sobre un hipotético terremoto en el norte de California.

“Tantas personas serán desplazadas que no podrán permanecer dentro del área metropolitana”, indicó Keith Porter, profesor de la Universidad de Colorado en Boulder e ingeniero jefe de los informes del terremoto del USGS sobre un sismo importante en el Área de la Bahía. “Entonces se trasladarán, al igual que [los habitantes] se mudaron de Nueva Orleans después del huracán Katrina”.

Recientemente, Arizona dio un gran paso al abordar esta cuestión. Los funcionarios lanzaron en mayo un ejercicio a gran escala que simuló un éxodo masivo de 400,000 evacuados del sur de California. El simulacro les dio a los trabajadores de emergencias la oportunidad de considerar cómo responderían a los muchos elementos del desastre: proporcionar alimentos y refugio, ayudar a los menores no acompañados, asistir en la reunificación familiar y ocuparse de las trabas al transporte y los recursos.

El ejercicio tenía como objetivo comenzar a pensar cómo lidiar con una crisis de refugiados, aunque expertos en California expusieron que es poco probable que muchas personas terminen en Arizona. En realidad, puede ser bastante difícil salir de California después de que un terremoto mueva un lado de la falla de San Andrés hasta 30 pies al otro, cortando las vías a Phoenix en la Interestatal 10 a la altura del Valle de Coachella, y a Las Vegas, en la Interestatal 15 en el Cajon Pass.

También complicaría la cuestión la falta generalizada de energía, lo cual impediría a los automovilistas repostar. “Para quienes decidan irse, será difícil hacerlo. Hay un desierto bastante caluroso entre nosotros y Phoenix”, consideró la sismóloga Lucy Jones.

En el hipotético terremoto de magnitud 7.8 en la falla de San Andrés, muchas personas que viven en el este del condado de L.A., Riverside, San Bernardino y las ciudades del desierto del Valle de Coachella probablemente se irán a las áreas menos afectadas.

Pero incluso en el sur de California sería difícil moverse. Las calles se obstruirían con escombros; los semáforos no funcionarían; los puentes se dañarían, destaca el USGS.

Según los expertos, probablemente no será necesario que los refugiados del terremoto lleguen a Arizona o Nevada. Incluso, si un terremoto de magnitud 7.8 golpea el sur de San Andrés, las áreas más alejadas de la falla seguirán siendo habitables, como los condados de Orange, Ventura y San Diego, indicó Jones.

“Va a haber una gran parte del sur de California que no estará devastada”, advirtió la especialista.

Las áreas más afectadas dependen de qué falla se rompería. Un terremoto de magnitud 7,5 en la falla de empuje de Puente Hills, directamente ubicada debajo del centro de Los Ángeles, sería catastrófico allí, pero dejaría a Riverside en una situación comparativamente mejor.

Los expertos dicen que sería mucho mejor refugiarse en casa. Los propietarios pueden tomar medidas para hacerlo mediante el mejoramiento de propiedades antiguas o apartamentos que ahora corren riesgos de deslizarse fuera de sus cimientos o de colapsar en un terremoto. Los residentes pueden prepararse almacenando agua, alimentos, medicinas y otros suministros para sustentarse, idealmente, dos semanas, o al menos un mínimo de 72 horas. Se recomienda un galón de agua por día por persona.

Desafortunadamente, la mayoría de los californianos no se molestan en estar preparados, y el hecho de no abastecerse de algo tan básico como el agua potable podría llevar a los residentes a marcharse, incluso si su hogar está sólido a nivel estructural. “Está claro que el público no piensa en estas cosas”, indicó Hudnut. “Prefiero ser una de esas personas que no tiene que marcharse y que cuenta con más agua almacenada”.

Pero un factor que empujaría a la gente a huir son los incendios que ocurren después de un terremoto, cuando las tuberías rotas obstaculizan la lucha contra el fuego.

La mayoría de los hidrantes en East Bay estarían secos en un terremoto de magnitud 7 en la falla de Hayward, dice el USGS, lo cual permitiría que los incendios quemen un área de piso de un edificio equivalente a 52,000 viviendas unifamiliares; en el sur de California podrían quemarse el equivalente a 133,000 viviendas unifamiliares.

En tres grandes terremotos urbanos en la historia moderna: Lisboa, en 1755; San Francisco, en 1906 y Tokio en 1923, fueron los incendios posteriores al temblor los que se consideraron particularmente devastadores.

“Los incendios fueron abrumadores”, afirmó Jones, autor de “The Big Ones: How Natural Disasters Have Shaped Us and What We Can Do About Them” (Cómo los desastres naturales nos han moldeado y qué podemos hacer con ellos).

“Si las tormentas de fuego se ponen en marcha y estamos entrando en las condiciones de vientos de Santa Ana y no han podido controlar los incendios, es posible que las personas busquen huir a otros estados”, admitió.

Pero sitios como Arizona podrían tener otros problemas, además de lidiar con los evacuados. Esos estados podrían sufrir escasez de combustible por la ruptura de las tuberías en California, a la altura donde cruzan la falla de San Andrés, explicó Jones.

Mientras que California puede tener que lidiar con una crisis de refugio a corto plazo, una preocupación a más largo plazo es que si muchas personas se alejan de forma permanente y las comunidades se marchitan, los empleos se pierden y las empresas cierran, expuso el autor.

Los únicos años en que L.A. perdió población fueron los dos posteriores a los terremotos de Sylmar, en 1971, y de Northridge, en 1994, dijo Jones.

La simulación de tres días y medio cerca de Phoenix -planificada a lo largo de un año, que involucró 75 agencias y más de 1,000 personas-, se enfocó primero en los condados de Arizona más cercanos a la frontera de California.

“Serán los primeros en experimentar escasez de combustible o alimentos, teléfonos celulares con redes sobrecargadas y un aumento de la demanda médica”, detalló Judy Kioski, vocera del Departamento de Emergencias y Asuntos Militares de Arizona. “Nos preocupa dónde van a refugiarse las personas, cómo los alimentamos, y la reunificación familiar”.

El ejercicio incluyó una gran cantidad de tiendas de campaña en un campo cerca de Phoenix que simuló ser un refugio; algunos actuaron como evacuados, otros practicaron cómo prestar ayuda.

Algunas lecciones ya han sido aprendidas. “Una de las cosas que identificamos fue convertir las áreas de descanso en lugares donde pudiéramos tener información adicional, y proporcionar copias impresas de la información si los teléfonos celulares se apagaban”, relató Kioski.

Simulacros anteriores se han realizado en Utah, donde la zona de la falla Wasatch amenaza el área de Salt Lake City con terremotos de magnitud 7.5, y en Missouri, donde la zona sísmica de New Madrid generó varios temblores de magnitudes 7 y 8 en el invierno de 1811-1812.

En California, los funcionarios se han sometido a simulacros y preparaciones de emergencia. Recientemente, se realizó una simulación de un gran tsunami que borraría las carreteras en los condados de Humboldt y Del Norte, y los oficiales volaron aviones C-130 y helicópteros en un ejercicio para probar cómo se podrían transportar los suministros y qué aeropuertos podrían ser accesibles, informó Kelly Huston, subdirectora de la Oficina de Servicios de Emergencia del Gobernador de California.

En septiembre, el Área de la Bahía se someterá a su entrenamiento anual de Urban Shield, que evalúa las capacidades de respuesta de la región ante un desastre; este 2018, el ejercicio se enfocará en el cuidado y refugio de masas.

Los elementos de los planes de emergencia ya se han puesto en vigor. Cuando se ordenó a más de 100,000 personas evacuar río abajo de la presa de Oroville, en 2017, en medio de temores del posible colapso de un aliviadero de emergencia, las autoridades se movilizaron para abrir centros de evacuación masivos, incluido uno en Sacramento.

Pero una lección que se ha aprendido es que la mayoría de la gente no está dispuesta a huir largas distancias, como fue el caso en los incendios forestales de la zona vinícola, en 2017. “Descubrimos que la mayoría de la gente quiere permanecer cerca de sus casas”, indicó Huston, incluso armando una carpa en frente de una propiedad dañada. Eso significa que una prioridad clave puede ser, por ejemplo, “proporcionar alimentos y asistencia, barrio por barrio”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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