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Mineros chilenos que estuvieron atrapados bajo tierra tienen algunos consejos para los niños tailandeses

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Para dos de los mineros chilenos que sobrevivieron a a la traumática experiencia de quedar atrapados bajo tierra en 2010, la situación de los jóvenes del equipo de fútbol tailandés y su entrenador, suena demasiado familiar.

Omar Reygadas y Claudio Acuña estuvieron entre los 33 mineros que quedaron atrapados a 2,300 pies bajo tierra en una mina de cobre del norte de Chile durante 69 días. Eventualmente fueron rescatados en forma dramática ante una audiencia de decenas de millones de televidentes en todo el mundo.

Al igual que los jóvenes tailandeses y su entrenador, fueron el foco del intenso escrutinio de los medios durante su terrible experiencia. Su rescate contra todas las probabilidades, implicaba que cada uno de ellos fuera levantado en una estrecha cámara -similar a un ascensor- que estaba suspendida por un cable en un agujero perforado a través de una roca sólida.

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Luego se convirtieron en celebridades mundiales y fueron el tema de una película de Hollywood. Experimentaron retos emocionales pero también los efectos negativos de su trauma psicológico.

En entrevistas telefónicas con The Times, instaron a las autoridades a mantener a los niños enfocados en lo positivo, como reunirse con sus familias, evitando al mismo tiempo palabras o acciones que podrían hacerlos sentir en peor situación de la que ya están.

Ese fue también el consejo ofrecido en un video subido por su compañero minero Mario Sepúlveda, quien alentó a los niños y sus familias a mantener la fe. Un rescate saldrá bien “siempre y cuando nos pongamos a orar [y] si el gobierno de ese país hace todos los esfuerzos posibles”, dijo.

El psicólogo Alberto Iturra, quien encabezó el equipo que atendió el trauma mental de los mineros luego del rescate, dijo que será importante que los jóvenes vuelvan a sus vidas normales tan pronto como sea posible.

Reygadas, de 64 años, quien ahora trabaja como conductor de camiones en la ciudad norteña de Copiapó, cerca del sitio de la mina, dijo que ser joven es una ventaja “en un sentido físico [porque] tienen más resistencia... pero la parte mental puede jugar en contra de ellos”.

Reygadas sufre de un trastorno de variaciones en el estado de ánimo y mareos, que se generó a raíz de su experiencia de haber estado atrapado. Ha tenido problemas para encontrar trabajo y dice que casi todos los días se siente deprimido.

Escuchar las noticias sobre los chicos tailandeses lo llevó de regreso a “los primeros momentos” en que él y los demás se dieron cuenta de que estaban atrapados y “a los días en que no estábamos seguros de si alguna vez saldríamos”, dijo Reygadas.

“La esperanza es lo último que muere, y ahora todo depende de los rescatadores que trabajan para salvarlos y del entrenador que debe motivarlos hasta que salgan de allí”, dijo Reygadas. “No deberían preocuparse por llorar o tener miedo”.

Dijo que en el caso de los mineros, cada uno reaccionó de manera diferente al shock inicial de estar atrapado, algunos con calma, otros con desesperación. Reygadas dijo que fue capaz de mantener la calma más que otros porque había estado atrapado en minas varias veces, generalmente durante unas horas, antes del fatídico día de agosto de 2010 cuando un deslizamiento de tierra cerró sus rutas de escape.

Establecer las rutinas de organizar la comida, hacer guardia por turnos y considerar formas de contactar al exterior les ayudó a ocupar el tiempo, dijo.

Acuña, de 43 años, que trabaja como jornalero y chofer en la ciudad de Ovalle, en el norte de Chile, dijo que escuchar sobre los niños tailandeses atrapados le trajo recuerdos de su tiempo en la mina. Ovalle sufre de trastorno por estrés postraumático y lucha para mantener a su familia, que incluye cuatro hijos.

“Durante el día, cierro los ojos y me veo en la mina otra vez”, dijo Acuña. La noticia incluso ha provocado un sueño en el que se sumerge en el agua e intenta rescatar a los niños, agregó.

“Probablemente estén devastados al pensar en sus familias y en cuándo serán rescatados, y es normal preocuparse así”, dijo Acuña. “Les diría a los niños que no se desesperen, que esperen y recen, porque Dios sabe lo que hace. “

Iturra, el psicólogo, dijo en una entrevista telefónica que aunque nadie puede prepararse para la sorpresa de quedarse varado, se pueden usar métodos para reducir el estrés de esperar el rescate.

Los mineros idearon “una cultura de supervivencia que los mantuvo sanos y vivos”, dijo Iturra. “Cada uno asumió un liderazgo significativo en diferentes momentos, ya que nadie podía soportar la presión a lo largo de los días y en todas las circunstancias”.

Basándose en lo que ha leído, Iturra dijo que el entrenador de fútbol de los chicos tailandeses, Ekkapol Chantawong, “ha sido la clave para mantener al equipo unido”. Sus esfuerzos por mantener una actitud positiva entre los miembros del grupo, que según los informes incluyen liderar a los niños en meditación - es clave para superar la angustia que se espera en esta situación.

“Cuando los niños enfrentan situaciones nuevas, se asustan por un tiempo, pero cuando se dan cuenta de que no hay consecuencias negativas para ellos, se adaptan mucho más fácil al cambio”, dijo Iturra.

Recomendó que las lecciones de natación y buceo de los niños, se conviertan en una experiencia positiva para que parezca un campamento de verano.

“Si se maneja correctamente, esto podría convertirse en un evento muy importante en sus vidas, uno que no deje ningún daño e incluso podría aumentar su autoestima”, dijo Iturra. “Con nuestros mineros, desafortunadamente cometimos errores, [incluyendo] no devolverlos lo suficientemente rápido a sus vidas normales”.

Los corresponsales especiales Poblete y Kraul informaron desde Santiago y Bogotá, Colombia, respectivamente.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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