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2019 será el peor año en la vida de Donald Trump

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Algunos presidentes tienen años muy malos.

Para Nixon fue 1974, el año del Watergate, que terminó con su renuncia. Para Clinton fue 1998, el año de Mónica, que culminó con un juicio de destitución en el Senado, en 1999. El exmandatario ganó ese voto fácilmente y terminó con más popularidad que antes.

Es una buena suposición que el año realmente malo de Donald Trump será 2019. Y aún no está claro si sobrevivirá, como Clinton, o será expulsado de su cargo, como Nixon.

El peor año de Nixon fue el resultado de los delitos acaecidos en su iniciativa de reelección, en 1972, cuando ladrones que trabajaban para su campaña fueron atrapados ingresando en la sede demócrata, y luego Nixon y otros conspiraron para poner fin a la investigación y encubrir lo que había sucedido.

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Los eventos que llevaron a Clinton a un juicio de destitución en el Senado no tuvieron nada que ver con sus campañas políticas. Sus fechorías fueron estrictamente personales: tuvo relaciones sexuales con una pasante de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, y luego lo negó bajo juramento.

Las nubes de tormenta reunidas alrededor de Trump involucran lo personal y lo político. Hay más de una docena de investigaciones federales y estatales en curso, centradas en el mandatario y en quienes trabajaron en su campaña electoral. También pronto enfrentará investigaciones activas en el Congreso, por parte de los demócratas de la Cámara de Representantes.

Es fácil perderse en los detalles del Russiagate y las declaraciones de culpabilidad de los asociados de Trump involucrados en una variedad de delitos, pero lo que se está generando no es tan complicado: es un escándalo de corrupción política con potencial de ser mayor que cualquier otro que hayamos visto antes en la historia estadounidense.

El infame encuentro en la Trump Tower, donde Don Jr., Jared Kushner y el jefe de campaña Paul Manafort se reunieron con un agente ruso que ofreció ayuda en la elección, podría ser mucho peor que lo que sucedió en el Watergate. Y los problemas sexuales de Trump también serían peores que los de Clinton, si se descubre que violó las leyes de financiamiento de campaña al tratar de comprar el silencio de las mujeres con quienes se acostó.

Sin embargo, hay muchas similitudes entre los problemas de Trump y los escándalos presidenciales anteriores, junto con algunas diferencias.

Tanto Nixon como Clinton enfrentaron acusaciones por obstrucción de la justicia. Ellos tropezaron no tanto por los actos mismos, sino más bien por los intentos de encubrirlos.

La obstrucción es también un foco de las investigaciones que enfrenta Trump. Para el presidente, la posible obstrucción involucra sus intentos de poner fin a la investigación del Russiagate y haber despedido al director del FBI, James Comey.

Trump también enfrenta cargos potenciales con los que ni Nixon ni Clinton tuvieron que lidiar. La pregunta más importante es si el Russiagate fue un toma y daca, en el que Rusia ofreció ayudar a Trump a ganar las elecciones a cambio de que este último alivie las sanciones a Rusia.

Probablemente se sabrá más este año sobre el exacto accionar de Rusia durante la elección, tanto con la “influencia de la información” difundida a través de las redes sociales como con los ataques cibernéticos a los demócratas. Pero la gran pregunta seguirá siendo qué sabía el equipo de campaña de Trump sobre ello, y quién estaba exactamente involucrado.

Trump también enfrenta problemas de financiamiento de campaña con los que ni Nixon ni Clinton tuvieron que lidiar. Si, como dijo el exabogado de Trump, Michael Cohen, el presidente ordenó que se pagara a dos mujeres para que no hablaran durante la campaña electoral, entonces los pagos podrían interpretarse como contribuciones ilegales de campaña.

Trump también enfrenta acusaciones por haber violado la disposición sobre honorarios de la Constitución de Estados Unidos, que prohíbe a los titulares de cargos federales recibir pagos de gobiernos extranjeros o estatales mientras están en el cargo. Los procuradores generales del Distrito de Columbia y Maryland argumentan que Trump violó la cláusula al recibir dinero de gobiernos extranjeros mientras ocupaba cargos, a través de hoteles de su familia.

Y si eso no fuera suficiente, Trump también enfrenta investigaciones sobre presuntas ilegalidades en la Trump Foundation, y en la recaudación de fondos y gastos de su comité de toma de mando.

Los problemas de Nixon guardan otra posible precaución para Trump, en un año en el que los comités de la Cámara de Representantes exigirán casi con total seguridad las declaraciones de impuestos del presidente.

Para Nixon, las noticias de su violación a las leyes fiscales al tomar una cancelación ilegal fueron responsables de que el público se volviera en su contra. Nixon había retrasado la escritura de donación de sus documentos a los Archivos Nacionales para llevar a cabo su cancelación en un año más ventajoso.

Las personas que se encogieron de hombros en el Watergate, alegando que “todo el mundo lo hace”, se indignaron de que el presidente hubiera reclamado una deducción ilegal de $576,000, el equivalente actual de más de $3 millones.

No sabemos si las declaraciones de impuestos de Trump contienen dudosas amortizaciones, pero parece probable que se descubra este año; y también, tal vez, si el público lo perdona más que a Nixon por los engaños fiscales.

Tanto Clinton como Nixon enfrentaron procesos de juicio político. El Comité Judicial de la Cámara de Representantes votó los artículos de juicio político en 1974 contra Nixon, pero la Cámara en pleno nunca lo hizo, y el Senado nunca llevó a cabo el proceso. Él renunció antes de ello y fue rápidamente indultado por su sucesor, su exvicepresidente, Gerald Ford, por cualquier delito que pudiera haber cometido. Clinton fue acusado por la Cámara de Representantes y enfrentó un juicio en el Senado, que no alcanzó los dos tercios requeridos de los votos para la condena.

Apuesto a que, al final, Trump renunciará y obtendrá un perdón anticipado para él y sus hijos. Puede que eso no suceda hasta 2020, pero mientras tanto, 2019 será el peor año de su vida.

Jon Wiener es historiador y editor colaborador de Nation. Es el autor de “How We Forgot the Cold War: A Historical Journey Across America” (Cómo olvidamos la Guerra Fría: un viaje histórico a través de Estados Unidos).

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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