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La severa caída del mercado de valores: ¿retroceso normal o señal ominosa?

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El mercado de valores parecía no tener fondo a principios de diciembre. El promedio industrial Dow Jones de valores blue chip se desplomó 4.5% y terminó con una derrota de 559 puntos, el viernes 7, que dejó el índice en territorio negativo para el año.

El índice de referencia Standard & Poor’s 500 cayó en una “corrección”, lo cual significa que se alejó más del 10% desde su máximo, alcanzado el 20 de septiembre.

Y las acciones tecnológicas que alguna vez tuvieron altos ingresos sufrieron algunas de las ventas más importantes: Apple, Facebook y Alphabet, matriz de Google, terminaron la semana pasada con pérdidas para el año, lo cual también llevó a una corrección del índice compuesto Nasdaq.

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Entonces, ¿es esto el fin del mercado alcista de una década? ¿O es el retroceso normal y saludable que a menudo viene después de una carrera tan fuerte?

“Todo el mundo está tratando de descifrarlo”, afirmó Sam Stovall, estratega jefe de inversiones de CFRA Research, aunque está entre los que sostienen que las acciones están pasando por una retirada típica después de las ganancias prolongadas, como a menudo ocurre a lo largo de la historia.

Imposibilitando cualquier claridad, tanto para los administradores profesionales de dinero como para los millones de estadounidenses con 401 (k) y otras cuentas de jubilación, se encuentran las tendencias conflictivas que mantienen la presión descendente en los precios de las acciones y provocan operaciones volátiles. Estas incluyen los aranceles y la batalla comercial entre China y Estados Unidos, la caída de los precios del petróleo, el aumento de las tasas de interés de la Reserva Federal, los estallidos del presidente Trump en Twitter, la disminución del crecimiento de las ganancias corporativas y, en última instancia, el temor de que la expansión económica de nueve años no pueda continuar y ocurra una contracción cíclica.

Empecemos con un poco de contexto para lo que está sucediendo esta vez. Por empezar, el retroceso de este otoño no es tan severo —al menos no todavía— como algunos de los principales fracasos de las últimas dos décadas.

El índice de referencia S&P 500 cayó casi un 57% durante la crisis financiera de 2008-2009, y casi un 49% en la crisis de las empresas dot.com de 2000-2002. Esos fueron mercados en baja, o caídas del 20% o más desde sus máximos anteriores.

En segundo lugar, las oscilaciones de tres dígitos en el promedio industrial Dow, que acumulan grandes titulares, aunque eran realmente desconcertantes hace una década, ahora son más comunes porque el mercado ha subido mucho desde entonces, y las disminuciones son menos severas en términos de porcentaje.

Por el contrario, cuando el Dow se desplomó 508 puntos, el 19 de octubre de 1987, por ejemplo, fue una pérdida del 22.6%, la mayor caída porcentual que se recuerde en un solo día.

Además, el mercado de valores alcanzó sus niveles más altos en la historia hace solo unos meses, y ello fue después de que se disparara en 2017, cuando el S&P 500 ganó casi un 20% y el compuesto Nasdaq se elevó un 28%. Como resultado, no es sorprendente que los inversores estén dispuestos a vender y capturar esas ganancias cuando aparecen signos de problemas.

El 2017 también fue inusual debido a la escasez de volatilidad, que ahora es de nuevo un lugar común. “Tuvimos una cantidad increíble de optimismo por parte de los inversores en las elecciones de 2016”, dijo Peter Heilbron, funcionario principal de inversiones de Northern Trust Wealth Management. “El año pasado fue la anomalía, no éste. Un año como éste es mucho más normal para el mercado que el que tuvimos en 2017”.

Ello no quita el dolor que los inversores han sentido en los últimos meses, o no minimiza cuán peligrosas son las amenazas comerciales y económicas para el mercado. El S&P 500 perdió un 6.9% solo en octubre, su mayor caída mensual en siete años.

A principios de diciembre, el rendimiento de los bonos del Tesoro a cinco años cayó por debajo del rendimiento para los bonos a dos años por primera vez desde 2007, lo que se conoce como una curva de rendimiento invertida que generalmente se considera un indicador de gran riesgo de recesión (los inversores suelen ser recompensados con rendimientos más altos por el bloqueo de su dinero por más tiempo, no al revés).

Sin embargo, las acciones también están en camino de finalizar el año con cambios pequeños. Incluso, después de la lúgubre actuación de la semana pasada, el Dow y el S&P 500 bajaron solo 1.3% y 1.5% en el año, respectivamente, y el índice compuesto Nasdaq subió un 1%.

Los inversores también prestan atención a cómo se comparan los precios de las acciones con las ganancias corporativas subyacentes de esas acciones. Si los precios se adelantan demasiado al crecimiento de las ganancias, las acciones podrían ser demasiado “ricas” o caras, y vulnerables a una venta masiva. Por el contrario, si los precios coinciden o se retrasan con respecto al crecimiento de las ganancias, podrían ser una oportunidad.

A principios de 2018, el S&P 500 se negociaba a una relación precio-ganancias de 18.7 veces el promedio de ganancias esperado de las compañías que componen S&P durante los próximos 12 meses, según FactSet.

Ahora, con la caída del mercado, el factor precio-ganancias adelantado se redujo a 15.44, que es aproximadamente el promedio. “Están en línea con las normas históricas”, indicó Heilbron.

Entonces, la siguiente pregunta es: ¿cuál es la perspectiva para las ganancias corporativas en el futuro? El consenso parece ser que se están desacelerando, aunque a un ritmo vertiginoso. Stovall señaló que a principios de 2018, Wall Street esperaba un crecimiento de las ganancias del 11.5%.

“Parece que vamos a ver el doble de esa cantidad, con un [aumento] promedio de las ganancias para el S&P del 23%”. Ganancias, señaló, parcialmente impulsadas por la caída en las tasas de impuestos corporativos federales de recortes impositivos del partido republicano. Pero 2019 proyecta que el crecimiento se desacelerará hasta el 7.5%.

“Los inversores son como niños hiperactivos de primer grado que juegan al baile de las sillas y tratan de anticipar cuándo se detendrá la música”, expresó Stovall. “Como resultado, piensan que la desaceleración del crecimiento de las ganancias es algo de lo que deberíamos preocuparnos o extrapolar a una posible recesión. Creemos que es demasiado pronto para eso”.

Mark Esposito, fundador de Esposito Securities en Dallas, piensa lo contrario, en parte debido al aumento de las tasas de interés.

Los responsables de la política monetaria de la Reserva Federal (Fed) han elevado la tasa de interés clave a corto plazo del banco central tres veces este 2018, y se espera que aumenten otros 0.25 puntos porcentuales a un rango objetivo de 2.25% a 2.5% cuando se reúnan a fines de diciembre.

Sería la cuarta alza de 2018 y, en su último pronóstico, en septiembre, los funcionarios de la Fed indicaron que habría tres alzas más en 2019, aunque recientemente han dado señales de que podrían retroceder si los datos económicos lo justifican.

“La Fed fue demasiado agresiva en su opinión sobre el aumento de las tasas”, lo cual se traduce en un escenario en el que “se producirá una recesión en los próximos seis a 24 meses”, consideró Esposito. Ante esa amenaza, “creo que el mercado está bien valuado”, dijo.

Abunda la especulación de que la economía de Estados Unidos se desacelerará. La economía creció a una tasa anual de 4.2% en el segundo trimestre, la más rápida desde 2014. Pero la tasa se desaceleró a 3.5% en el tercer trimestre, cuando se desvaneció el estímulo inicial de los recortes de impuestos que tuvieron efecto este año.

La UCLA Anderson School of Management predijo que el producto interno bruto (PIB) ajustado a la inflación del país disminuiría de 3% este 2018 a 2% en 2019, y a 1% en 2020.

También existe el temor de que la administración Trump siga adelante con el aumento de los aranceles contra los productos chinos importados, lo cual interrumpiría aún más el comercio y el crecimiento económico, si la Casa Blanca y China no pueden llegar a un acuerdo en sus conversaciones comerciales.

Sin embargo, “los fundamentos del mercado de valores siguen siendo generalmente favorables” y muchas de las preocupaciones económicas “pueden reflejarse en gran medida en precios de las acciones más bajos”, consideró John Lynch, estratega jefe de inversiones de LPL Financial, en una nota a los clientes.

“Podríamos estar presenciando el temor suficiente hoy en día [en el mercado] para preparar el escenario para la próxima mejoría”, dijo Lynch. “Todavía creemos que el S&P 500 se está negociando por debajo del valor razonable”.

Otras cosas podrían sentar las bases para un rebote en los próximos meses. Estados Unidos podría llegar a un acuerdo comercial con China, la Fed podría frenar su ritmo de alzas en las tasas de interés, la economía estadounidense y los beneficios corporativos podrían seguir mostrando un crecimiento saludable.

El crecimiento más lento de las ganancias “no augura rendimientos negativos en el mercado”, indicó Heilbron. “El alto crecimiento de ganancias de un solo dígito sigue siendo un perfil atractivo para las empresas estadounidenses”.

Heilbron también cree que el mercado alcista de las acciones no ha terminado, y otros están de acuerdo, señalando que el empleo, los ingresos y la economía siguen creciendo, mientras que la inflación y las tasas de interés permanecen bajas para los estándares históricos.

Brad McMillan, director de inversiones de Commonwealth Financial Network, concordó en que “no parece haber” signos de una recesión inminente. “La economía se está desacelerando, pero sigue creciendo”, destacó, en una nota a los clientes. “Aunque el crecimiento de las ganancias corporativas probablemente se modere el próximo año, hay expectativas de que siga fuerte. En otras palabras, las cosas no son tan buenas como eran, pero aún así no son nada malas”.

Por lo tanto, el retroceso del mercado plantea la cuestión de si los precios más bajos de las acciones ofrecen un punto de entrada, una caída atractiva para comprar acciones antes del próximo repunte. Eso es lo que hicieron los inversores esta primavera, luego de que las acciones retrocedieran desde un repunte en enero.

“Probablemente nos estemos acercando bastante a ese punto”, incluso si “hay más debilidad por delante”, consideró Stovall. “Yo diría que sí, uno podría adquirir acciones de alta calidad con un valor atractivo”, pero dados los cambios en Wall Street la semana pasada, “no creo que ahora sea el momento de cargar el camión”, consideró.

El reportero James Rufus Koren contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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