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Para evitar los gérmenes en un avión, considere reservar un asiento junto a la ventanilla

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Si usted es el tipo de viajero que se preocupa por contraer gripe u otra enfermedad de parte de otro pasajero en una aerolínea, un nuevo estudio debería dejarlo tranquilo.

Si un avión despega con una persona infectada, es probable que aterrice en destino con solo 1.7 viajantes infectados, hallaron los investigadores.

De lo que realmente hay que cuidarse es de un auxiliar de vuelo con tos o secreción nasal. Sólo uno de ellos puede contagiar a 4.6 pasajeros durante un vuelo transcontinental.

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Un grupo autodenominado FlyHealthy Research Team llegó a estas conclusiones después de viajar de Atlanta a la costa oeste en 10 vuelos y prestar especial atención a los movimientos en la clase económica de la cabina.

Diez investigadores abordaron cada vuelo y se separaron en pares, entre cinco y siete filas de distancia, sentados en asientos en lados opuestos del pasillo. Desde estos puntos privilegiados, tomaron copiosas notas sobre quién se dirigió a donde. Luego registraron cada paso en una aplicación de iPad.

En el transcurso de los 10 vuelos, que duraron entre 3:31 y 5:13 horas, surgieron varios patrones:

  • Los pasajeros sentados a lo largo del pasillo fueron mucho más propensos a moverse por la cabina que aquellos sentados junto a una ventana. En general, el 57% de los que se encontraban en los asientos de las ventanas permanecieron quietos durante todo el viaje, en comparación con el 48% de los que ocupaban los asientos del medio y el 20% de los sentados cerca del pasillo.
  • Hubo dos razones principales para que las personas se levantaran durante el vuelo: para ir al baño o para acceder al compartimento superior.
  • Entre los 1,296 pasajeros en los 10 vuelos, el 84% tuvo “contacto cercano” con otro viajero sentado a más de un metro de distancia. El número típico de tales contactos fue de 44 y tendieron a durar 24 segundos. Para la mayoría de los viajeros, estos encuentros sumaron entre 18 y 98 minutos, con una media de tiempo de 47 minutos.
  • Los miembros de la tripulación pasaron 67 minutos, aproximadamente un tercio de su tiempo de vuelo, “en contacto con los pasajeros”, escribieron los investigadores. Sin embargo, su cantidad total de contacto sumó 1,149 “minutos-persona” en un vuelo típico, en comparación con solo 206 minutos de contacto con otros miembros de la tripulación.

Los investigadores utilizaron todos estos datos para simular qué sucedería si un pasajero en el asiento 14C (en el pasillo) estuviera enfermo. Para ser conservadores, usaron una velocidad de transmisión cuatro veces más alta que un ejemplo real ocurrido en 1977, cuando 54 pasajeros y la tripulación se vieron obligados a permanecer en la pista durante 4,5 horas y, como resultado, 38 de ellos se enfermaron con algo similar a la influenza.

Incluso bajo estas circunstancias, las probabilidades de que un solo pasajero comenzara un brote fueron extremadamente bajas.

Para los 11 viajeros más cercanos -sentados en las filas 13, 14 o 15, en los asientos A a D-, las probabilidades de infectarse fueron “altas”, escribieron los investigadores. Pero para todos los demás, las probabilidades de contagiarse por la persona sentada en el 14C fueron menores a 0.03.

Para el avión en su conjunto, las simulaciones mostraron que, en promedio, solo 0,7 pasajeros adicionales se enfermarían en el transcurso del vuelo nacional.

Los investigadores repitieron su trabajo con simulaciones que colocaron pasajeros enfermos en otros asientos. En el peor de los casos, solo dos personas se infectaron como resultado de su exposición en vuelo a otro viajero.

Sin embargo, un auxiliar de vuelo enfermo es otra historia.

Dado que estos miembros de la tripulación se mueven por toda la cabina y se acercan a tantos pasajeros, tienen muchas más oportunidades de propagar gérmenes. Los investigadores calcularon que un miembro enfermo de la tripulación infectaría a 4.6 pasajeros, en promedio, a pesar de que estas simulaciones usaban una tasa de transmisión más baja.

“No es probable que un miembro de la tripulación vaya a trabajar estando extremadamente enfermo”, explicaron los investigadores. “Si lo hiciera, es posible que tome medicamentos para reducir o eliminar la tos”.

Algo que puede sonar como una expresión de deseo fue que las pruebas de gérmenes del avión revelaron que las cabinas estaban tan limpias que era poco probable que hubieran sido atendidas por trabajadores enfermos.

En los 10 vuelos, los investigadores tomaron 229 muestras de aire de la cabina e hisopados de superficies, como mesas y bandejas, hebillas de cinturones de seguridad y manijas de las puertas de los lavabos. Ninguna de esas muestras contenía evidencia genética de ninguno de los 18 virus respiratorios comunes, un hallazgo sorprendente considerando que ocho de los vuelos habían sido durante la temporada de gripe.

Los investigadores advirtieron que sus resultados solo podrían aplicarse a vuelos transcontinentales en aviones con un solo pasillo y tres asientos en cada lado (todas las aeronaves en el estudio fueron Boeing 757 o 737).

Los pasajeros probablemente se comportarían de manera diferente en vuelos de poca altura o aquellos de larga distancia, de un continente a otro. Eso afectaría la dinámica de transmisión de la enfermedad en la cabina, al igual que otras configuraciones de cabina con más pasillos (y, por lo tanto, menos asientos alejados de un pasillo).

El equipo de FlyHealthy también notó que sus simulaciones incluían solo la transmisión por pequeñas gotas, por ejemplo, casos de propagación de gérmenes a través de la tos o el estornudo. No intentaron modelar la transmisión de “partículas cargadas de virus”, que pueden viajar más lejos y resistir más tiempo.

Incluso las supercomputadoras más poderosas tienen problemas para realizar los cálculos necesarios para tener esto en cuenta, explicaron.

El estudio fue publicado este lunes, en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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