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Denuncian que los administradores de USC han tomado control del programa de becas financiado por estudiantes

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Durante décadas, los estudiantes de la USC se cobraron a sí mismos una pequeña cuota cada semestre para apoyar a sus compañeros que provienen de hogares de bajos ingresos o a quienes son los primeros de sus familias en asistir a la universidad.

El Fondo de Ayuda Estudiantil Norman Topping fue iniciado en la década de 1970 por dos estudiantes de pregrado que deseaban ayudar a diversificar su campus, demasiado blanco y privilegiado.

Desde el comienzo, el fondo fue administrado en gran parte por alumnos. A lo largo de los años entregó más de $10 millones en becas, fomentó una comunidad unida de académicos y captó la atención nacional por cómo sus programas ayudan a los estudiantes menos representados a manejar las emociones, la logística y los aspectos académicos de la experiencia universitaria.

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Recientemente, uno de los estudiantes apoyados por el fondo Topping se convirtió en un becario Rhodes. Otro fue elegido como presidente del cuerpo estudiantil. Todos han contribuido a sus comunidades locales. Pero ahora, la universidad intervino para tomar las riendas.

Los administradores anunciaron este mes que reestructurarán el programa para permitir que se beneficie más que el “pequeño número de estudiantes” actuales. “La USC ahora inscribe a más de 7,000 alumnos de pregrado que son becarios Topping potenciales”, escribió el rector Michael Quick.

Los administradores aún deben detallar qué cambios harán al programa. Pero en el marco de la reestructuración, los estudiantes de la USC descubrieron que la Oficina de Programas de Pregrado del rector supervisará el fondo, y que quien fue directora de éste por 11 años, Christina Yokoyama, será destituida.

Las noticias enojaron a muchos estudiantes, quienes describieron la situación como un “robo de dinero” y una “toma de control”.

Los estudiantes y exalumnos de la junta directiva del fondo afirmaron que no fueron consultados adecuadamente. Muchas personas enviaron correos electrónicos y llamaron para protestar, pero sus preocupaciones no han sido respondidas, indicaron.

“Lo están destripando bajo la excusa de la expansión”, aseveró Sabrina Enríquez, una becaria Topping que cuestionó cómo la administración podría expandir el programa sin perder la orientación y tutoría íntima cultivados bajo el liderazgo de Yokoyama, dos características que lo destacan. Enríquez es una de las más de 2,200 personas que firmaron una petición en línea para exigir la reincorporación de la antigua directora del programa.

George Sánchez, profesor de estudios estadounidenses, etnicidad e historia, fue un estudiante de primera generación y ha sido mentor de muchos de los becarios Topping. Yokoyama, consideró, marcó una diferencia en la vida de tantos estudiantes, y darles más dinero a los alumnos no es lo mismo que decidir ampliar las iniciativas especiales del programa para asesorar y guiar a quienes están bajo su cuidado.

“La expansión es genial, pero para ello hay que tener personal, hay que tener un presupuesto”, aseguró. “En lugar de ello, eliminaron lo bueno que este programa ha estado haciendo. Muestran un patrón consistente de tratar de hacer las cosas a bajo costo y de sacar dinero, pero sin prestar realmente atención a lo que los estudiantes necesitan”.

Él otro docente, el profesor Gene Bickers, quien anteriormente se desempeñó como vicerrector de programas de pregrado, escribieron a la oficina del rector pidiendo una revocación de los cambios, y advirtieron sobre el impacto cada vez menor del fondo si es absorbido por la operación global de la oficina de ayuda financiera de la USC.

Yokoyama se sintió “sorprendida” por su despido, pero reconoció que se había visto enfrentada a la presión de los administradores de la universidad en los últimos años para expandir el programa, mientras que al mismo tiempo luchaba por preservar sus características distintivas. Una de ellas es el viaje bienal a Japón, que marcaba la primera vez en el extranjero para muchos becarios Topping, y que fue recortado en 2016, indicó. “Aunque esta decisión me afecta directamente, quiero ser clara: esta pelea no es sobre mí”, aseguró. “Se trata del intento de la administración superior de la USC de hacerse cargo de un programa extraordinario e histórico”.

Cada semestre, los 45,500 estudiantes de pregrado y posgrado de la USC pagan $8 cada uno para apoyar el fondo.

Quick, en una entrevista con The Times, destacó que la decisión de reestructurar se produjo después de que su oficina revisara la eficiencia de los programas en todo el campus. Además, señaló que el fondo actualmente apoya a casi 120 estudiantes por vez. “No estamos haciendo lo suficiente con ese dinero si eso es todo lo que hacemos. Si pensamos en eliminar una gran cantidad de los gastos administrativos, el dinero que no se gasta cada año, apuesto a que fácilmente, en los próximos años, se duplicará ese número”, consideró.

“Me encantaría que pudiéramos hacer incluso más y creo que, si lo hacemos, incluso podremos recaudar más dinero de los donantes que querrán ver aún más logros”, continuó. “Entonces mi objetivo es comenzar a ampliar esto. Hagamos correr la voz sobre la cantidad de alumnos a quienes llegamos, hablemos con nuestra base de donantes sobre lo asombroso que es el programa y veamos si podemos duplicarlo”.

Quick también destacó que la junta directiva del fondo jugaría un papel clave como “un buen socio de la universidad” al decidir cómo usar el dinero. “Quiero que se consulte a los becarios Topping sobre cuáles son los programas que necesitan, cuánto debe destinarse a las becas y cuánto debe a la programación. Todas esas cosas son cuestiones que deben ser resueltas”.

En días recientes, los alumnos protestaron en el exterior de la oficina del rector y hablaron apasionadamente sobre el papel crucial de Yokoyama -cómo ayudó a los estudiantes que sufrieron crisis mentales, cuando se sentó en la habitación de un hospital para brindar apoyo a un becario Topping cuyo padre estaba muriendo-. Han enviado numerosas cartas al rector objetando los cambios, incluyendo una firmada por diez expresidentes de la junta directiva de Topping.

Edwin Saucedo, un exalumno que contó con el apoyo del programa y se desempeñó como presidente del cuerpo estudiantil el año pasado, consideró que el apoyo del fondo Topping fue crucial. Como el primero de su familia en asistir a la universidad, a menudo se sentía como la única persona en la clase que no entendía el material y se preguntaba si merecía estar en la USC. Cuando reprobó su primera mitad de período, dijo, Yokoyama lo contactó y se aseguró de que nunca más se sintiera de esa manera.

Traducción: Diana Cervantes

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

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