Anuncio

Doscientos profesores exigen la renuncia de Nikias, mientras los directivos de la USC expresan ‘total confianza’ en el presidente

Share

Doscientos profesores de la USC exigieron la renuncia del presidente de la universidad, C. L. Max Nikias, alegando que había “perdido la autoridad moral para liderar” a raíz de las revelaciones de que un ginecólogo del campus siguió siendo parte del personal durante décadas, a pesar de las repetidas quejas de mala conducta.

En una carta dirigida al consejo directivo de la USC, los miembros del profesorado escribieron que se unían para “expresar nuestra indignación y decepción por la creciente evidencia de la incapacidad del presidente Nikias para proteger a nuestros estudiantes, nuestro personal y nuestros colegas de la mala conducta y el acoso sexual repetido y generalizado”. “Exhortamos al presidente Nikias a que se haga a un lado, y al consejo directivo a que restaure el liderazgo moral en la universidad”, escribieron.

Aproximadamente una hora después de que los docentes enviaran la carta, el presidente de la junta, John Mork, emitió un comunicado en el que decía que aún cuando los directivos estaban “preocupados por los informes alarmantes” sobre el médico del campus, él y otros en el comité ejecutivo “apoyaban firmemente” a Nikias.

Anuncio

“El comité ejecutivo de la junta tiene plena confianza en el liderazgo, la ética y los valores del presidente Nikias, y está seguro de que guiará con éxito a nuestra comunidad”, escribió Mork, un magnate de la energía en Colorado, que se graduó de la USC.

Nikias también envió el martes a la comunidad universitaria un “plan de acción” de 20 páginas que, según dijo, se preparó a petición de los directivos. El documento exige un replanteamiento amplio de la conducta universitaria, que incluirá una nueva redacción del Código de Ética de la USC y una nueva comisión presidencial para mejorar la cultura del campus. “Debemos cambiar la cultura en la universidad e inculcar un mayor nivel de profesionalismo y ética”, escribió el presidente.

En las redes sociales hubo llamados a la destitución de Nikias y exalumnos hicieron circular una petición en línea con el mismo fin, desde que The Times detalló, la semana pasada, el manejo del Dr. George Tyndall por parte de la USC. Pero la carta del martes marca una inusual exhibición de una crítica pública por parte de algunos de los profesores más respetados de la universidad.

Quienes firman la nota representan 14 escuelas diferentes dentro de la institución, e incluyen a algunos de los académicos más prominentes de la USC: exdecanos, jefes de departamento y distinguidos docentes.

Ariela Gross, una experta nacionalmente reconocida en temas de raza y esclavitud, que posee el título John B. y Alice R. Sharp de Profesora de Derecho e Historia, ayudó a redactar el documento y lo describió en una entrevista como “una carta, no hay marcha atrás, de cambio de régimen”.

Gross y varios colegas de la facultad de derecho comenzaron a circularla entre los profesores titulares, el domingo, y no tuvieron problemas para obtener firmas, indicó. “Hay una profunda frustración en toda la universidad, de que la institución ha perdido su camino. Esto está perjudicando a nuestros estudiantes y dañando nuestra reputación”, afirmó Gross, quien ha enseñado en la USC durante 22 años.

Los 59 miembros con derecho a voto del consejo directivo son un grupo de élite que incluye a magnates multimillonarios, figuras poderosas de Hollywood y filántropos. Todos han apoyado fuertemente a Nikias, quien es presidente de la universidad desde 2010 y supervisó una importante expansión de la casa de estudios, así como un esfuerzo intensivo de recaudación de fondos.

Antes de la declaración de Mork, ninguno de los directivos había comentado públicamente sobre cómo se manejó el caso de Tyndall.

En cartas a la comunidad pública, Nikias se disculpó con las mujeres perjudicadas por el médico, el único ginecólogo a tiempo completo en la clínica de salud estudiantil desde 1989 hasta 2016. El presidente afirmó que él también está luchando por comprender cómo se le permitió al médico seguir tratando a pacientes.

Tyndall fue objeto de numerosas quejas de estudiantes y del personal a partir de la década de 1990, según antiguas pacientes y empleados de la clínica entrevistados por The Times. Pero el galeno fue apartado del sanatorio solo después de que una enfermera frustrada lo reportó al centro de crisis por violación, en 2016.

Una investigación interna de la universidad concluyó el año pasado que sus exámenes pélvicos estaban fuera de los límites de la práctica médica actual y equivalían al acoso sexual de las estudiantes. Los administradores del campus afirmaron a The Times que creen que el médico había hecho comentarios sexuales y tocado a las pacientes de manera inapropiada durante los exámenes por años.

La USC llegó a un acuerdo secreto con Tyndall, que le permitió renunciar mediante un pago financiero. La USC no lo reportó a la junta médica en ese momento, una decisión que Nikias y otros líderes escolares han calificado como un error.

Tyndall, de 71 años, negó todo mal proceder de su parte. En entrevistas recientes con The Times, defendió sus exámenes médicos y los consideró exhaustivos y apropiados. También dijo que algunos de sus comentarios a las pacientes fueron malinterpretados.

Seis mujeres presentaron demandas contra la USC este lunes, acusando a la escuela de no protegerlas de un médico al que una demandante definió como “un depredador sexual en serie”.

En su carta, los miembros del profesorado consideraron que la “conducta de la USC es tan importante en este caso como la del médico”.

Durante las entrevistas, algunos profesores manifestaron que el asunto de Tyndall es el más reciente de una serie de escándalos que socavaron su fe en Nikias.

The Times informó el año pasado que Carmen Puliafito, un prolífico recaudador de fondos que Nikias ayudó a elegir como decano de la escuela de medicina, usaba metanfetamina y otras drogas mientras supervisaba la escuela y atendía pacientes. Su sucesor, Rohit Varma, fue obligado a renunciar después de que este periódico descubriera que la USC había resuelto de forma privada una demanda de acoso sexual en su contra por parte de una investigadora.

“Hay una recurrencia de decisiones defectuosas”, afirmó Dan Simon, profesor de Derecho y Psicología Richard L. y María B. Crutcher. “Debe ser una función de la cultura institucional: las normas institucionales de informar, de apertura, de admitir el error”.

K.C. Cole, profesor de la Escuela de Periodismo Annenberg, expresó: “Hay un sentimiento de corrupción que afecta a la USC y que es simplemente insoportable”.

Nicholas Warner, profesor de física, astronomía y matemáticas, “reflexionó mucho”, y decidió firmar la carta. “Una de las ventajas de la titularidad del puesto es que puedes ponerte de pie y decir cosas que consideras ciertas”, dijo. “Con ese privilegio viene la responsabilidad de decir verdades. Necesitamos usarlo cuando realmente importa”.

El preboste de la USC, Michael Quick, emitió una carta, el lunes por la mañana, disculpándose con las pacientes de Tyndall y refutando la idea de que los principales administradores decidieron ignorar las quejas de las pacientes y el personal. “Es cierto que nuestro sistema falló, pero es importante que sepan que este rumor de encubrimiento es evidentemente falso”, escribió Quick. “Nunca pondríamos a los estudiantes en peligro a sabiendas de ello”.

Quick agregó que “los acuerdos nunca parecen apropiados”, pero dado el tamaño y la complejidad de la USC, “a menudo es la forma más conveniente de apartar a alguien de la institución”.

El preboste agregó que los altos directivos de la universidad no se enteraron de las quejas contra Tyndall hasta 2017. También reconoció haber recibido muchos correos electrónicos y llamadas airadas de parte de miembros del profesorado y el personal que se sintieron traicionados por la respuesta de los líderes universitarios a Tyndall. “Depende de nosotros recuperar esa confianza”, escribió el preboste. “Para algunos de ustedes eso tomará mucho, y estoy seguro de que para otros será probablemente irreparable”.

El redactor del Times Paul Pringle contribuyó con este informe.

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí

Anuncio