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Tijeras por bolas: el expelotero Manny Ayala encuentra en la barbería un nuevo rumbo

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Cuando Manny Ayala, residente de Chino Hills, apenas empezaba a recorrer el camino de la vida, ya tenía definido lo que iba a ser: un jugador de Grandes Ligas.

Desde niño, el béisbol siempre fue su pasión y también su identidad, y durante su juventud, era conocido como “Manny el beisbolero”.

“Era todo lo que me importaba; hasta se puede decir que era mi obsesión”, dijo Ayala, de 32 años de edad, quien fue criado en Montebello.

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Tras graduarse de la preparatoria Montebello High School en 2002, el lanzador derecho jugó una temporada en Cerritos College y otra en East Los Angeles College, en donde fue la figura del equipo.

Tras agotarse sus dos años de elegibilidad para jugar a nivel colegio comunitario, recibió una beca deportiva para la Universidad de Cumberland en Tennessee. Sin embargo, optó por no seguir en el béisbol colegial, ya que la escuela le había recortado su beca y en ese momento no quería sacar un considerable préstamo estudiantil. Fue entonces que entró al profesionalismo para empezar a cumplir su sueño.

“Estaba contento con el hecho de que ya no tenía que ir la escuela. Ya solo iba a ser evaluado por mi desempeño en el montículo…solo pensaba en el béisbol”, comentó Ayala, que en su primer contrato ganaba $800 al mes.

De inicio jugó en el béisbol independiente con los Miners de Mesa, Arizona, pertenecientes a la ya desaparecida Golden Baseball League. Después de una sobresaliente primera temporada, en la cual fue nombrado el Novato del Año en 2005, sus derechos fueron comprados por los Padres de San Diego.

Estuvo tres temporadas con la franquicia fronteriza, participando en sus equipos de ligas menores sin ver acción con el primer equipo, y fue dado de baja en 2008.

Entre una breve estancia con una filial de los Filis de Filadelfia, su regreso a las ligas independientes y un paso por la liga invernal venezolana, Ayala siguió buscando una oportunidad para llegar a la Gran Carpa, hasta que en 2012, ya con 28 años de edad, durante un juego con los Lemurs de Laredo de la American Association, se dio cuenta de que había llegado el momento para cambiar de rumbo.

“Estaba casado y llevaba años lidiando con una lesión de espalda. Llegué a cuentas de cero bolas con dos strikes y no podía ponchar a los bateadores”, indicó el exjugador. “Para el tercer inning ya había permitido como cinco carreras, y luego de lanzar mi mejor recta le di un vistazo a la pistola de velocidad y solo mostraba un registro de 85 millas por hora. En ese momento reconocí que esa velocidad no me iba a llevar a ningún lado. No quería perder mi tiempo”.

“Al final me fui con la victoria moral. Terminé mi carrera bajo mis propios términos…hay una diferencia entre reconocer que ya no eres bueno y que alguien te lo diga”, agregó.

Pero lo más difícil para Ayala estaba por venir. Tras pasar la mayor parte de su existencia concentrado en el béisbol para ganarse la vida, no tenía idea de cómo enfrentarse a su nueva realidad fuera del diamante.

“Llegué a cuestionar quién era verdaderamente yo”, confesó. “Pasé por una ligera depresión; no sabía cuál iba a ser el siguiente paso en mi vida. No sabía si iba a vender carros o seguros. No quería ser ese tipo que se aprovecha de sus amigos y conocidos para molestarlos y venderles cosas a cada rato”.

Después de unos meses de incertidumbre, fue una conversación de tú a tú con su suegro lo que súbitamente le abrió ojos y le ayudó a emprender un nuevo reto.

“Me hizo a un lado y me preguntó, ‘¿qué quieres hacer con tu vida? ¿Qué te ves haciendo por 10 horas al día?’, y lo primero que se me vino a la mente fue la barbería”, dijo. “Me he cortado el pelo desde que tenía 12 años; en ese entonces no era muy bueno, pero era algo que me gustaba mucho. Simplemente, tenía un buen ojo para esto, y de acuerdo con muchos barberos, el tener un buen ojo para un corte de pelo vale más que el talento”.

Durante sus días en la pelota profesional llegó a ser el peluquero de cada vestidor al que perteneció. Tras empezar como empleado en su nueva profesión, ahora es el dueño de su propia barbería en Chino Hills.

“Es divertido cortar pelo; mis mejores amigos son mis clientes. Lo disfruto plenamente; siento que es un regalo. La ética de trabajo que aprendí en el béisbol la aplico a mi negocio”, comentó Ayala sobre su trabajo, el cual, como confesó, le permite vivir una mejor calidad de vida en lo económico, comparada a si todavía estuviera lanzando. Su contrato con los Lemurs fue de $1,500 al mes. “Cualquier jugador de ligas menores quisiera ganar el dinero que estoy ganando ahorita”.

Mirando hacia el pasado, Ayala mencionó que algo que sí haría diferente es darle más valor a la escuela.

“Debí de ser más responsable y aplicarme. En ese entonces no estaba consciente de que me podría llevar a hacer cosas más grandes”, dijo.

Aventura caribeña

Debido a que uno de sus agentes representaba a muchos jugadores de Venezuela, Ayala se encontró lanzando en la liga invernal de este país. En 2009 militó con los Tigres de Aragua, y en 2010 lo hizo con los Caribes de Anzoátegui.

“Sabiendo que no me quedaba mucho como jugador fue un buen estímulo de confianza. Era el nivel mayor de béisbol en el que había jugado en mi carrera, ya que estaba enfrentando a varios jugadores de Grandes Ligas”, señaló.

Su campaña con los Caribes fue la mejor de toda su carrera como profesional. En partidos de liga registró una marca de 2-2 con un promedio de carreras limpias permitidas (ERA) de 1.98. Esa temporada, el equipo pasó de ser el colero del circuito un años antes a ser campeón.

Como monarcas de Venezuela, los Caribes participaron en la Serie del Caribe 2011.

Aunque Ayala admitió que se le hizo “un poco extraño” representar a un país ajeno, el jugar en una competencia importante como el clásico caribeño fue lo más sobresaliente de su trayectoria debido a que de niño la veía con su padre.

Al serpentinero le tocó iniciar el segundo partido contra los Tiros del Este, los campeones de República Dominicana. Se llevó la victoria con cinco innings de trabajo en los cuales no cedió carreras y a uno de los rivales a los que enfrentó fue al dominicano Michael Martínez, quien este octubre participó en la Serie Mundial con los Indians de Cleveland.

“Antes del partido me dije, ‘Quizás nunca llegaré a Grandes Ligas pero este partido va a ser transmitido por ESPN y mucha gente lo va a ver. Este juego va a ser parte de mi legado’”, dijo Ayala.

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