Vendedores buscan sobrevivir y piden a la MTA no cierre el mercado comunitario frente al MacArthur Park

El inclemente sol poco se sentía en el quiosco ubicado en la estación del metro en el MacArthur Park, lugar al que regresó Sofía Carrasco después de 69 días, desde que fue cerrado el mercado comunitario que alberga y brinda un ingreso seguro a unos 40 comerciantes que ahora iniciaron una nueva lucha.

“No he pagado la renta, la luz, el gas, todo lo debo”, aseguró Carrasco, de 71 años, originaria de Oaxaca, México.

Esta inmigrante volvió a abrir su venta de ropa, zapatos y juguetes, junto a un puñado de comerciantes que desde el 25 de marzo se fueron a ofrecer sus productos a las calles, cuando les notificaron que el espacio que han ocupado durante tres años en esa estación del metro sería cerrado por el coronavirus.

“Me fui a reciclar, después me invitaron a vender mis cosas a la Santa Mónica y Vermont, con eso la he ido pasando”, aseguró Carrasco.

Hace dos semanas, en medio de la pandemia de covid-19, la oficina del concejal Gil Cedillo, en el Distrito 1, les informó a los organizadores de este mercado que la Autoridad de Transporte Metropolitano (MTA) había cancelado este espacio que viene funcionando desde el 2017.

De acuerdo a Juan Rodríguez, coordinador del mercado comunitario, en abril se iba a firmar un nuevo contrato, pero hasta la fecha no saben que pasó entre la oficina de la MTA y la del concejal Cedillo.

En cambio, la oficina municipal les dio como alternativa ocupar durante tres días a la semana la calle 7, pero no se llegó a nada concreto.

“En estas dos semanas tuvimos dos asambleas y se tomó la decisión de regresar por nuestra cuenta y negociar con la MTA”, aseguró Rodríguez, rodeado de comerciantes que portaban carteles que decían “no pedimos nada regalado, solamente pedimos trabajar”.

A pesar de la amenaza de cierre, los vendedores colocaron sus mesas y carpas este miércoles, porque consideran que el hambre no puede esperar.

“Que tengan conciencia con nosotros, ahora no tenemos la posibilidad de pagar la renta; si nos vemos obligados a vender en la calle, sería muy difícil”, manifestó el guatemalteco Marcos Catinac, quien junto a su hermana tienen una venta de relojes y baterías con lo que sacan los ingresos para sobrevivir.

La mayoría de estos negocios son propiedad de inmigrantes. En los tres últimos meses, han visto cómo sus ingresos se diluyeron, al prohibírseles que vendieran en la estación del metro.

Amílcar Reyes, originario de El Salvador, vende accesorios telefónicos, audífonos y cargadores; al cerrarse el mercado comunitario, cuenta que salió con una bolsa en la que llevaba sus productos, tratando de ofrecerlos en la calle con los transeúntes.

“La venta estaba baja; para los gastos de comida sí sale, pero no se trabaja bien porque lo mueven a uno”, aseguró sobre el comercio fuera del mercado.

Cuando este mercado se abrió, el 28 de marzo de 2017, el lugar estaba abandonado.

Carrasco cuenta que ahora entre todos mantienen limpia la área; asimismo, funcionan como una comunidad, aparte de que tienen unos ingresos seguros porque ya tienen clientes que los buscan y, al mismo tiempo, hacen nuevos consumidores con la gente que utiliza la estación del metro.

Esta mujer antes limpiaba casas, pero desde hace unos 10 años se dedicó al comercio. Ahora que regresó a su quiosco, afirma que hasta le sirve de terapia, después de tres meses de encierro debido a la pandemia.

“Es una tristeza”, se lamentó la inmigrante mexicana sobre la amenaza de cierre.

“Aquí tenemos un ingreso, no sabemos lo que va a pasar”, agregó Carrasco.

De los 40 comerciantes, aseguran los organizadores que solo una persona calificó para la tarjeta angelina, la ayuda económica que dio el alcalde de Los Ángeles, Éric Garcetti. Si el mercado se cierra de forma definitiva, sostienen que se incrementaría la cifra de indigentes.

“El riesgo que se corre es que va a haber más gente desamparada”, indicó Rodríguez.

En eso coincide Amílcar Reyes, quien paga $300 de renta en donde vive, pero que en estos días solo ha podido sacar para la comida.

“Así no sale para la renta, sería un retroceso; nos afectaría mucho”, aseguró.

La continuidad de esta iniciativa, indicó Conrado TerrazasCross, vocero de la oficina de Cedillo, depende de la agencia de la MTA; sin embargo, el funcionario municipal advirtió que el mercado fue cerrado porque se encuentra en una zona de alto riesgo de contagio y se necesita proteger a la comunidad.

“Necesitamos que la gente esté segura y que la pandemia no continúe”, subrayó.

En una declaración escrita, la MTA indicó a Los Angeles Times en Español que la agencia está comprometida en apoyar la reapertura de este mercado comunitario, asegurando que eso dependerá de que se cumplan con las regulaciones del Departamento de Salud del Condado de Los Ángeles.

“Metro está trabajando en conjunto con el Distrito 1 del Concejo Municipal de Los Ángeles, el gerente de ventas y su seguridad privada, para proporcionar un lugar seguro para que los vendedores ambulantes operen un negocio en este lugar en un ambiente seguro durante la pandemia de covid-19”, apuntaron las autoridades.

Los vendedores y los organizadores, por su parte, están dispuestos a colaborar.

Antes de la pandemia, se había hablado en ampliar la área de los negocios y combinarlo con una modalidad de Farmers Market.

Pero no solo eso. A juicio de Juan Rodríguez, a raíz de los disturbios recientes, en este espacio se puede hacer la diferencia.

“Nosotros estamos tratando de crear comunidad y convivencia”, aseguró el activista.

“Apoyen este proyecto comunitario que puede darle más trabajo a otras personas y tomen en cuenta la necesidad que tiene la gente más pobre”, concluyó Rodríguez.