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Un equipo científico de mujeres hizo que este crucero fuera histórico

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Cuando la científica jefe Angela Klemmedson revisó la lista del equipo para el crucero de investigación de este verano de la Corriente de California, se dio cuenta de que tenían algo en común: cada científico que navegaba era una mujer.

El crucero de julio marcó la primera vez en sus 71 años de historia que la California Cooperative Oceanic Fisheries Investigations, conocida como CalCOFI, había incluido un equipo científico compuesto exclusivamente por mujeres.

También coincidió con el centenario del sufragio femenino en Estados Unidos y tuvo lugar a bordo del buque de investigación naval Sally Ride, nombrado en honor a la primera astronauta estadounidense. Además, la tripulación del barco incluía un tercer oficial femenino, contramaestre, y dos miembros experimentados de la tripulación.

“Estoy muy contenta de que CalCOFI haya alcanzado ese hito”, dijo Klemmedson, de 29 años. “Se ha estado moviendo en esa dirección a lo largo de los años. La oceanografía siempre ha sido una cosa de hombres viejos y es realmente genial ahora que incluimos más mujeres científicas. Es inspirador y me siento muy feliz por eso”.

El hecho de que este hito se haya producido durante una pandemia, con protocolos de seguridad excepcionalmente rigurosos, lo hizo aún más innovador, dijeron las investigadoras.

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“Fue un reto que mi primer crucero como científica jefe fuera también el primer crucero en una pandemia, por lo que había significativamente más regulaciones que debían ser seguidas, pero me lo pasé muy bien”, dijo Klemmedson. “Estoy realmente impresionada con la forma en que mi equipo de científicos lo manejó. Me siento feliz de que hayamos logrado todos nuestros objetivos científicos y que nadie se haya enfermado”.

El programa CalCOFI comenzó en 1949, luego del colapso de la pesca de sardinas en California, y ha continuado a lo largo del siglo XXI en medio del aumento del nivel del mar y el calentamiento de las aguas. Representa la serie temporal más antigua y grande de la ciencia marina.

Durante 71 años, los investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, el Instituto Scripps de Oceanografía y el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California han realizado estudios trimestrales de la costa de California desde la frontera con México hasta Point Conception o San Francisco, con pocas interrupciones.

Excepto por esta primavera.

La propagación de la amenaza de COVID-19 clausuró el crucero, dejando en tierra a los científicos, incluyendo a Klemmedson, e interrumpiendo el conjunto de datos, que de otra manera serían continuos. Los científicos de CalCOFI estaban decididos a no permitir que esa brecha se extendiera hasta el verano, por lo que prepararon planes para un crucero socialmente distante y con estrictas protecciones contra la pandemia.

Antes del crucero, cada miembro del equipo tenía que estar en cuarentena durante 14 días, pasando ocho días en casa y otros seis días recluidos en una habitación de hotel. Cada uno tuvo que someterse a una serie de tres pruebas de COVID-19 negativas, al inicio, a la mitad y al final de ese período. Ese lapso de aislamiento, además del crucero de 15 días, descartó a muchos veteranos del esfuerzo de investigación.

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“Ese era el método de cuarentena que Scripps había establecido para permitir que la gente saliera en barcos”, dijo Laura Lilly, una estudiante de posgrado de Scripps que participó en el crucero este año. “Pero las personas con niños u otras obligaciones no podían comprometerse a ese período de cuarentena”.

Al final, reunieron un equipo de 10 investigadores, lo mínimo necesario para realizar todas las mediciones requeridas, dijo Lilly. El equipo era más joven y, como resultó, completamente femenino y especialmente ingenioso. Mientras se preparaban para el viaje, el equipo científico colaboró con investigadores experimentados que prestaron sus conocimientos de forma remota, ya que no se permitió la entrada al barco a nadie que no hubiera sido sometido a aislamiento, expuso.

“Había un analizador de nutrientes que tiene que ser configurado de cierta manera”, dijo Lilly, de 30 años. “La persona que lo ha hecho durante 20 años, no podía ir al crucero, ni siquiera venir al barco para instalarlo. Una de nuestras técnicas estuvo en FaceTime con él durante dos días y él la guiaba en la configuración”.

La mayoría de las miembros del equipo científico tenían experiencia previa en cruceros de investigación y todas fueron capaces de manejar el muestreo de manera profesional, dijeron. Y aunque echaron de menos el conocimiento institucional de los investigadores de CalCOFI de larga data, su sentido compartido de aventura les ayudó a superar los obstáculos.

“Teníamos a todas estas científicas jóvenes y entusiasmadas”, dijo Klemmedson, “y creo que la energía joven nos ayudó a mantenernos positivos a pesar de que era un desafío con los nuevos protocolos”.

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En general, los cruceros de investigación deben gestionarse de forma muy rigurosa, porque cualquier fallo técnico en el mar no puede ser remediado con un viaje a la ferretería. Esta vez, esas restricciones se extendieron a todo el período de preparación. Se erigió una barrera física alrededor de la tienda y no se permitió pasar a nadie sin dos semanas de aislamiento y tres pruebas de COVID-19 negativas, dijo Lilly.

“Eso fue un desafío en general, porque en cada crucero estamos acostumbrados a ir y venir para conseguir suministros de último minuto, y correr a Home Depot o West Marine”, expuso. “Esta vez no pudimos hacerlo. Tuvimos que ser extremadamente organizados con toda nuestra planificación”.

Del mismo modo, la vida en el mar durante las semanas del crucero tuvo que ser más regimentada de lo habitual. Los científicos del crucero CalCOFI trabajan en turnos de día o de noche, con 12 horas de descanso y 12 horas de trabajo. En circunstancias normales, trabajan en estrecha colaboración mientras están de servicio y pasan el tiempo libre socializando, viendo películas y compartiendo comidas. Esta vez, las comidas fueron en rotaciones de 15 minutos, con solo unas pocas personas comiendo a la vez. El área común estaba cerrada, incluso el espacio del laboratorio estaba racionado, con un número limitado de investigadores permitidos al mismo tiempo, dijo Lilly. Usaban máscaras las 24 horas del día, excepto en sus camarotes.

Los miembros de la tripulación hicieron lo mejor, a veces comiendo juntos, a distancia, en la cubierta o compitiendo en un torneo de cribbage al aire libre, comentó Lilly.

Es demasiado pronto para saber lo que los datos mostrarán sobre el estado del océano este año, dijo, aunque las condiciones físicas del agua parecían típicas. En cuanto a la vida marina, señaló Lilly, vieron un buen número de ballenas y delfines alrededor de las Islas del Canal, pero pocos en otros lugares.

En sus muestras, el agua estaba verde con fitoplancton, microorganismos similares a plantas, indicando una alta productividad en el mar. También vieron muchos pirosomas: organismos coloniales bioluminiscentes y de flotación libre que son genéticamente idénticos y forman una estructura para filtrar el fitoplancton del agua de mar.

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“Son tubos gelatinosos, largos y rosados que flotan a lo largo de la superficie del océano y aparecen en estas grandes flores”, expuso Lilly. “No vimos muchas de esas floraciones, pero nuestras redes de zooplancton recuperaron una buena cantidad de sus estados jóvenes”.

Estos aparecieron en masa durante “la mancha”, una masa de agua caliente y estancada que apareció frente a la costa del Pacífico alrededor de 2014. El crucero CalCOFI del año pasado también detectó muchos de los organismos etéreos con forma de tubo y los científicos están trabajando para entender por qué son tan abundantes, además de lo que eso revela sobre las condiciones actuales del océano.

“Creo que las aguas verdes y los pirosomas están probablemente relacionados, que los pirosomas están aprovechando esta alta productividad”, dijo.

Lilly dijo que este era su primer crucero CalCOFI, aunque ha utilizado los datos de series temporales en su trabajo de doctorado y ha participado en otros cruceros de investigación. Estaba emocionada al darse cuenta de que esto también era parte del primer equipo científico exclusivamente femenino.

Pero quizá el aspecto más notable de ese hito es que fue una idea tardía y no un esfuerzo planificado. Lilly dijo que ella y sus colegas debían esa confianza sobre su papel en la ciencia a las mujeres que lucharon por un lugar en un laboratorio, barco o nave espacial antes que ellas.

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“En mi carrera científica lo doy por sentado y no pienso en mi género”, manifestó Lilly. “Puedo hacer lo que quiero hacer. Pero eso es porque muchas mujeres han presionado durante bastante tiempo por un trato igualitario en la ciencia y otros ámbitos de la vida. Marie Curie, hace 100 años, estaba trabajando en la radiación. Es gracias a mujeres así, y a Sally Ride, y a mujeres cuyos nombres ni siquiera recordamos, que puedo caminar en un barco y ni siquiera pensar en ello, en que tenemos un equipo científico exclusivamente femenino”.

Deborah Sullivan Brennan escribe para el San Diego Union Tribune.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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