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El año perdido para los estudiantes de preparatoria: soledad y desesperación, resiliencia y esperanza

A student sits on the floor of his bedroom watching an online class.
Kellen Gewecke, estudiante de último año de Alhambra High School, observa una conferencia en su habitación durante una clase en línea, a principios de marzo.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)
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Cuando la escuela cerró sus puertas, en marzo de 2020, algunos estudiantes de Alhambra High School dieron la bienvenida al receso. En unas pocas semanas, les dijeron, la cuarentena por coronavirus terminará.

Un año después, los miembros de las generaciones 2021, 2022, 2023 y 2024 han redefinido los parámetros de ser un estudiante de preparatoria.

Sufrieron el aislamiento del aprendizaje en línea. Sin lugar a dudas, extrañan a sus amigos y los momentos ruidosos y felices entre clases. Echan de menos el reunirse después de la escuela y pasar un rato antes de practicar para la banda, béisbol o baloncesto. Han adquirido pasatiempos, se han aferrado a sus pasiones; han intentado mantenerse motivados. Las calificaciones han subido y bajado. Han experimentado la soledad.

El Distrito Escolar Unificado de Alhambra, donde el 50% de los alumnos son asiáticos, el 41% latinos y el 65% provienen de familias de bajos ingresos, comenzó el proceso de reapertura de sus escuelas, como otras en el condado de Los Ángeles. Pero después de haber estado un año fuera del campus, un estudiante de primer año, uno de segundo, varios de tercero y cuarto, explican cómo se han modificado sus sueños, cómo lidiaron con la decepción, y más que nada, cómo miran hacia el futuro.

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Alhambra High School freshman Abigail Velazquez in the kitchen with an apron and mixing bowl
Abigail Velázquez, estudiante de primer año de Alhambra High School, lanzó Abbie’s Pastries y vende galletas con chispas de chocolate, pasteles de queso y otras delicias.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Una estudiante de primer año y el consuelo de un nuevo pasatiempo

Un viernes de marzo de 2020, Abigail Velázquez y sus compañeros de octavo grado se fueron a casa temprano, creyendo que volverían a estar juntos pronto. Pero mientras su regreso a Fremont Elementary School, un campus de K-8, se retrasaba constantemente, Abigail perdió la esperanza. “Comprender eso fue tan triste para mí”, afirmó. “Que no podría ver a mis amigos durante mucho tiempo”.

Su escuela celebró una graduación desde el automóvil, y a través de la ventana del pasajero la joven se despidió de sus queridos maestros.

Pero Abigail, ahora de 14 años, miró hacia adelante, e imaginó cómo sería la primera vez que cruzara las puertas de Alhambra High como estudiante de primer año, el “comienzo de algo nuevo”. Iba a hacer una prueba para el equipo de fútbol, y deseaba conocer nuevos compañeros y profesores. Nuevamente, la esperanza se transformó en nada.

Entonces comenzó a hornear para pasar el tiempo y lanzó Abbie’s Pastries, para vender galletas con chispas de chocolate, pasteles de queso, pasteles de café y otras delicias. “Esto es algo que he podido hacer para mantenerme entretenida y lidiar con todo esto”, reflexionó Abigail.

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¿Su próximo sueño? Llegar al campus para “finalmente tener la experiencia que tanto esperaba”.

A student poses in front of lockers with a mural on them
La estudiante de segundo año Meghan Webster, en un campus de Alhambra High School casi vacío.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Tiempo de aprender a adaptarse para una estudiante de segundo año

Durante los torneos de oratoria en el otoño de 2020, Meghan Webster miraba a la audiencia mientras dominaba el escenario y reforzaba su mensaje con amplios gestos de las manos.

Pero durante un torneo virtual reciente, Meghan mantuvo cuidadosamente sus gestos dentro del marco de la cámara de su computadora portátil. Sin embargo, no pudo controlar el inestable wifi; mientras se acercaba al final de su discurso, su conexión a internet se cortó.

Cuando logró reconectarse, los jueces le permitieron continuar donde lo había dejado. Finalmente, ocupó el primer lugar en su categoría, interpretación oratoria.

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Como otros, con el tiempo y la práctica, Meghan convirtió la educación remota en una lección propia: resiliencia, comentó su entrenador, Kevin Tong. Meghan se clasificó recientemente para los campeonatos estatales en abril.

En cierto modo, aseguró, se siente afortunada de haber perdido su segundo año por la pandemia: tiene dos años más de escuela secundaria para tener la oportunidad de presentarse ante una audiencia en vivo.

A baseball player stretches with resistance bands
Un estudiante de tercer año de Alhambra High School, Justin Flores, se estira con bandas de resistencia mientras calienta para la primera práctica de béisbol desde que comenzó la pandemia.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

‘Una pérdida de tiempo’ para los alumnos de tercer año

El tercer año es, a menudo, una prueba académica para los estudiantes que desean ir a la universidad. “Este año, para mí, es el que más cuenta”, remarcó Justin Flores, de 16 años. “Tercero es el más difícil porque también estás pensando en el SAT, ACT... Es duro”.

Justin al menos pudo evitar un estresante rito de iniciación, mientras planea postularse a universidades estatales que ya no requieren los exámenes estandarizados.

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De alguna manera, el aprendizaje a distancia es más fácil, admite. Puede dormir más tarde con un inicio a las 8:30 a.m. Pero los hábitos de rutina en el aula (levantar la mano en clase para hablar, pedir ayuda para comprender mejor el material) son difíciles en un entorno virtual.

“Yo soy más práctico”, reconoció. “Es difícil [aprender] frente a una pantalla”.

El inquieto joven también intentó mantenerse en forma después de perderse las temporadas de baloncesto y béisbol. Echa de menos hacer payasadas con sus compañeros de equipo y está ansioso por volver. El semestre pasado obtuvo calificaciones ‘A’, pero ahora tiene una mezcla de ‘A’ y ‘B’.

Leila Potter sits with her face reflected in a mirror
La estudiante Leila Potter, de tercer año en Alhambra High School, en su casa en Covina. “Siento como si hubiera perdido una parte de mi vida”, aseguró.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Leila Potter, de 17 años, siente que su vida ha estado en pausa: el rigor académico y la estructura que necesita para sobresalir se evaporaron. “Siento como si hubiera perdido una parte de mi vida. Me quitaron un año entero”, dijo. “Parece una pérdida de tiempo”.

A veces, Leila se ha sentido sola y desmotivada. La postergación de las tareas a veces la llevó a entregar trabajos tarde y a obtener una puntuación más baja. Si bien solía sentirse cómoda levantando la mano en clase, su ansiedad aumenta en las clases online debido a que teme repetir una pregunta o plantear una duda incorrecta cuando todos la escuchan.

Aún así, intenta concentrarse pensando en su objetivo profesional: ser enfermera de partos.

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Aunque aprende mejor en un salón de clases, Leila comprende los temores sanitarios. Ella y sus padres aún no han decidido si regresará esta primavera. Pero el último año será diferente. “Tener alguna esperanza de poder ir a la escuela es suficiente para mí”.

Alhambra High School senior Lucas Lozano tosses a flag into the air
Lucas Lozano, estudiante de último año de Alhambra High School, lanza una bandera mientras se mantiene alerta como portaestandarte en la entrada de su casa.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Para los estudiantes de último año, un tiempo desafiante de perseverancia y oportunidades perdidas

En muchos sentidos, los alumnos de último año sienten que fueron los que más perdieron: un momento histórico de recuerdos, que fueron reemplazados por la soledad.

Sin embargo, la separación de sus compañeros ofreció un respiro para Lucas Lozano, que es gay y orgulloso de ello. El joven de 17 años comentó que a menudo lo insultaban, a veces con palabras homofóbicas, cuando la escuela estaba en sesión. Eso se terminó con las clases en línea.

Pero el estrés adicional del año pasado también desenterró sentimientos de ansiedad y, a veces, tristeza.

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Nunca llegó a practicar rutinas como portaestandarte de la escuela, ni a actuar antes de animar a las multitudes en los partidos de fútbol americano. Sus padres perdieron sus empleos cuando comenzó la pandemia, y hubo un momento en que les preocupaba pagar las facturas.

“Nunca me sentí estresado antes, pero este año mi cerebro me dice: ‘Esto es lo que vas a sentir durante los próximos meses’”, expresó. A veces no puede concentrarse y pospone las tareas escolares, que luego se acumulan. Sus calificaciones han sufrido. Antes de la pandemia, obtenía todas ‘A’ y ‘B’. Ahora, tiene ‘C’ y ‘D’, y una ‘F’.

“Siempre soy muy mental”, comentó Lucas durante una videollamada. “Si pienso demasiado en lo que estamos haciendo y cómo va a terminar esto, o si se va a acabar en algún momento, me pongo triste”.

Para hacer frente a esa sensación, se refugia en los libros. Actualmente está leyendo una serie que cuenta el trasfondo de los villanos en las películas de Disney. A veces, va al aire libre para practicar la última rutina que aprendió como portaestandarte antes de que el campus cerrara, y arroja su bandera al cielo.

A student holds a saxophone on a house's front porch
Julio Illingworth, estudiante de último año de Alhambra High School, hace un alto en su práctica de saxofón cuando su hermana Lulú lo interrumpe para sacar a pasear al perro.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

En casa, Julio Illingworth, de 18 años, ha tenido que enfrentarse a la educación en línea mientras que sus hermanos mayores, ya en la universidad, también asisten a clases de forma remota.

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Cuando necesita un espacio tranquilo, sale a su porche. Aunque extraña a sus amigos, Julio dice que sus cursos han sido más ligeros, sus calificaciones son buenas y ha dedicado más tiempo a aprender música, ya que quiere estudiar composición musical en la universidad.

Al igual que otros alumnos del último año que perdieron tercero, nunca experimentará el baile de graduación en la preparatoria. Todavía no sabe si podrá haber un picnic o la tradicional celebración de despedida con la banda de música. Y ni siquiera está seguro de asistir a clases presenciales.

“No querría arriesgar la vida de alguien querido, o de un familiar de alguien, solo por no esperar hasta que las cosas se pongan más seguras”, dijo. Su madre ha perdido familiares en México por COVID-19.

Kellen Gewecke waters a bonsai juniper tree
Kellen Gewecke, estudiante de último año de Alhambra High School, riega su enebro bonsai en el patio trasero de su casa.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Los días de Kellen Gewecke son tranquilos. Solía bromear con sus amigos y meterse en problemas por hablar en clase. Pero hoy en día, riega y cuida su bonsai de enebro pacíficamente entre clases.

Como estudiante y atleta, a menudo pasaba el rato con sus amigos antes y después de la práctica. Pero tras asistir a clases en línea durante varias horas, está cansado de mirar una pantalla, incluso para charlar con amigos. En cambio, a menudo termina sus tareas antes de la fecha límite y prepara la cena para su familia, con la cual comparte más frecuentemente, “Ha sido agradable pasar más tiempo con toda mi familia”, reconoció.

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Antes de la pandemia, Kellen soñaba con asistir a una universidad con un programa de béisbol de primer nivel. Practica ese deporte desde que tiene tres años, y su padre, Steve Gewecke, es entrenador del equipo de Alhambra High.

Su sueño sigue ahí, pero enmendado: sus aspiraciones de jugar en Hawái desaparecieron, comentó, porque las plantillas de los equipos se han reducido. Aún considera otras escuelas.

Su padre ha entrenado a los Moors durante los últimos 25 años. Ver a su hijo terminar su carrera de béisbol en la preparatoria sin jugar una temporada ha sido “un trago amargo”. “Le digo, y me digo a mí mismo, que esto está fuera de nuestro control. No hay nada que podamos hacer al respecto”, reflexionó Steve Gewecke.

Kellen y sus compañeros de equipo se reunieron en Moor Field, cerca de la preparatoria, para practicar por primera vez en un año, un martes reciente. El joven espera volver a clases, aunque sea por poco tiempo. “Todo lo que podamos lograr en este momento, creo, sería bueno”, aseguró. Incluso si es solo algún tipo de graduación en persona -algo que Alhambra High está considerando- para despedir a los estudiantes del último año.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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