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‘No sé cómo sobreviviré’. Las mujeres han sido más afectadas por el costo económico del COVID

A Latina mother, daughter and grandmother
Alejandra Siciliano, a la izquierda, con su hija y su nieta frente al hotel Four Points by Sheraton en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, donde trabajó como ama de llaves durante 14 años. Fue despedida en febrero de 2021 cuando el hotel cerró.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)
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Alejandra Siciliano estaba aterrorizada de contraer COVID-19 mientras trabajaba como ama de llaves de un hotel. Despedida en marzo, ahora reza por cualquier empleo para pagar las deudas.

Jamie Eagen ha estado educando en casa a su hijo de 8 años durante la pandemia. La madre soltera y exgerente de oficina necesita trabajar, pero ¿quién cuidaría de su hijo?

Janae Franklin, una gerente corporativa que recurrió a los cupones de alimentos después de ser despedida, ha adquirido una nueva perspectiva sobre el trabajo.

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La pandemia la hizo “hacer un examen de conciencia”, dijo Franklin, y aunque sus seres queridos la instan a tomar cualquier trabajo disponible, ella decidió darle una oportunidad a la iniciativa empresarial.

Antes de que el virus se cimentara, los californianos de ambos sexos disfrutaban de la misma baja tasa de desempleo, 4.1%. Pero en el último año, las mujeres han sufrido más: el 12% ha perdido trabajos en todo el estado, en comparación con el 10.4% de los hombres.

Y mientras el país lucha por reabrir su economía, muchas mujeres están lidiando con preguntas preocupantes: ¿Es seguro regresar al trabajo? ¿Puedo encontrar un puesto comparable? ¿Qué pasa con mis hijos no vacunados? ¿Realmente quiero hacer lo que estaba haciendo antes?

Los economistas lo llaman una “ellacesión” de COVID-19, con consecuencias inquietantes para la fuerza laboral estadounidense después de décadas de avances duramente ganados por las mujeres trabajadoras.

“Nadie cree que la nueva normalidad vaya a ser exactamente como antes”, explicó María J. Prados, economista de la USC que ve la pandemia como un gran revés en la lucha por la igualdad en el lugar de trabajo.

A diferencia de la recesión de 2007-2008, cuando los sectores dominados por hombres como la construcción y la manufactura sufrieron las mayores pérdidas, la recesión impulsada por la pandemia ha afectado especialmente a las ocupaciones de servicios que las mujeres suelen tener, como peluquería y limpieza.

Diversos trabajos administrativos sobrevivieron durante el último año, ya que abogados, contadores y desarrolladores de software trabajaron desde casa. Si continúan haciéndolo, muchos empleos para mujeres en empresas de limpieza, restaurantes y minoristas que atienden a oficinistas podrían desaparecer, dicen los economistas.

McKinsey & Co., la firma consultora, predice que las mujeres tardarán 18 meses más en recuperarse del desempleo en todo el país en comparación con los hombres, según un análisis basado en datos del Censo de Estados Unidos y la Oficina de Estadísticas Laborales.

A woman, seated at left, helps her daughter with homework
Jamie Eagen fue despedida de su trabajo como gerente de un bufete de abogados en junio de 2020. Arriba, se sienta junto a su hija Marina, de 8 años, durante una sesión escolar de Zoom en su casa en el oeste de Los Ángeles.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

En el estudio anual Women in the Workplace realizado por McKinsey y Leanin.Org, publicado en septiembre, más de 1 de cada 4 mujeres dijeron que estaban contemplando la posibilidad de cambiar sus profesiones o dejar la fuerza laboral por completo.

“Esta es una emergencia para las empresas estadounidenses”, escribieron los autores. “Las empresas corren el riesgo de perder mujeres en el liderazgo y deshacer años de minucioso progreso hacia la diversidad de género”.

Retroceso

A medida que las restricciones pandémicas han disminuido, las mujeres están retornando al trabajo: alrededor de 6.000 regresaron a la fuerza laboral de California en marzo, pero más de un millón permanecieron desempleadas, en comparación con 358.000 el año anterior.

Las mujeres de color, es decir, más del 60% de la población femenina de California, siguen siendo las más afectadas.

En marzo, el 13.4% de las mujeres latinas, el 12.8% de las mujeres negras y el 12.5% de las mujeres asiáticas en todo el estado estaban oficialmente desempleadas, una definición que cuenta solo para las que buscan trabajo activamente. Eso se compara con el 11.5% de las mujeres caucásicas.

En una tarde reciente afuera del Hotel Four Points by Sheraton en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, donde una vez ganó $17.40 por hora, Siciliano recordó la ansiedad al ser cesada en marzo de 2020, regresar a trabajar a tiempo parcial en agosto, y ser despedida permanentemente en febrero, una montaña rusa que muchos experimentaron cuando el virus disminuyó y luego volvió a surgir.

La exmaestra de 53 años dijo que emigró de El Salvador hace más de una década con su hija de 9 años, después de recibir amenazas de muerte de un grupo que realizaba extorsiones. Un trabajo de limpieza era un paso hacia abajo para una graduada universitaria, pero uno que ella apreciaba por su salario y beneficios protegidos por el sindicato.

A woman stands near a sign that reads Four Points by Sheraton
Alejandra Siciliano ha sobrevivido con ahorros, cheques de estímulo y cupones de alimentos desde que fue cesada en marzo de 2020 y despedida como empleada de limpieza de hotel en febrero de 2021.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Siciliano, quien es diabética, explicó que muchos huéspedes del hotel no usaban cubrebocas. Pero cuando se le pidió que volviera a trabajar durante el verano, no lo dudó. Le dieron dos días a la semana, en lugar de cinco. “Todos los días le pedía al Padre Santo que me protegiera”, comentó.

Pero ahora, sin ningún trabajo en absoluto, comentó: “No sé cómo puedo sobrevivir”.

Los ahorros de Siciliano, junto con los cheques de estímulo del gobierno, cubrieron las deudas de algunos meses. Los cupones de alimentos ayudaron a evitar el hambre, junto con visitas a iglesias evangélicas donde esperaría hasta cuatro horas para conseguir frijoles, pollo y frutas enlatadas. Ella debe $4.000 en renta atrasada y teme ser desalojada del apartamento de South Gate que comparte con otros cuatro miembros de la familia. Su arrendador no completará los documentos requeridos para el apoyo de alquiler emitido por el gobierno. Siciliano comentó que no ha explicado por qué.

Otros en su hogar también están luchando. Violeta Osorio, la hija de Siciliano de 25 años, fue despedida dos veces durante la pandemia. Con su padre discapacitado, su esposo y su niño asmático de 3 años viviendo en el mismo espacio, Osorio ahora no planea regresar al trabajo hasta que su hija esté vacunada: “Tengo miedo de llevar el virus a casa”.

Los puestos de trabajo en el sector del ocio y la hospitalidad de Los Ángeles se están recuperando lentamente. Pero permanecen un 27% por debajo de su auge prepandémico. El sector ha eliminado casi 150.000 puestos de trabajo desde marzo de 2020.

A nivel nacional y en California, la participación general de las mujeres en la fuerza laboral, que había caído más que la de los hombres el año pasado, está repuntando. Las latinas son una dura excepción.

A diferencia de las mujeres de otros grupos raciales y étnicos, las latinas todavía están saliendo de la fuerza laboral a un ritmo más rápido que sus homólogos masculinos: en marzo, la tasa de participación de las latinas de California en la fuerza laboral estaba un 3% por debajo del nivel prepandémico, en comparación con el 2.7% de hombres latinos.

“Las latinas se encuentran en una grave desesperación económica”, dijo Mary López, economista de Occidental College. “Con salarios más bajos, menos ahorros para emergencias, menor acceso a licencias pagadas o seguro médico, tienen pocos recursos para lidiar con la pandemia”.

Los latinos de California también están muriendo de COVID-19 a una tasa más alta que cualquier otro grupo demográfico, según funcionarios de salud. Muchos inmigrantes viven en hogares multigeneracionales abarrotados y trabajan en empleos de primera línea de atención médica, el comercio minorista, el envasado de carne, el almacenamiento y otras industrias vulnerables.

Especialmente para las latinas, “la pandemia sacó a la superficie las desigualdades”, dijo López. “Para volver a un trabajo que le dio muy poca flexibilidad y un salario muy bajo cuando apenas podía pagar el cuidado de los niños, es posible que algunas de esas mujeres regresen a la fuerza laboral a un ritmo más lento”.

Decisiones difíciles

Ya sean trabajadoras con salarios bajos o con salarios más altos, los estudios muestran que las mujeres asumieron la mayor parte de la carga del cuidado cuando el coronavirus enfermó a los padres ancianos y obligó a cerrar las escuelas y las guarderías. El Banco de la Reserva Federal de San Francisco informó el mes pasado que las madres abandonaron la fuerza laboral estadounidense durante la pandemia a una tasa mucho más alta que los hombres o las mujeres sin hijos.

Cuando la pandemia golpeó hace más de un año y las escuelas cerraron, Eagen se quedó en casa para ayudar a su hija, Marina. Luego, la gerente de la oficina de abogados fue despedida en junio.

La escuela pública de Marina en el oeste de Los Ángeles comenzó a reabrir el mes pasado, pero si regresaba, recibiría solo tres horas de enseñanza diaria y tendría que ser recogida antes de las 3 p.m., lo que dificulta que Eagen, de 43 años, encontrara trabajo. “Las mamás se ven obligadas a elegir entre la seguridad, el bienestar de sus hijos y mantenerlos económicamente”, destacó.

A woman seated on stairs holds a pink box of beauty products
Janae Franklin fue despedida de su trabajo como gerente de personal en una empresa temporal en julio de 2020. Está tratando de hacer crecer un negocio de productos de belleza que comenzó con un socio.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Durante meses de desempleo, explicó Eagen, se ha “sentido atrapada, derrotada, como una prisionera en mi propia casa”. En un momento dado, tanto para salir del apartamento como para ganar algo de dinero extra, publicó una petición en la aplicación NextDoor para que los vecinos le dieran botellas y latas, las cuales ella y Marina llevaron a un centro de reciclaje. “Me dio la esperanza de que podemos hacer cosas a través de la comunidad para salir adelante”, señaló Eagen.

Ganaron $100 esa semana.

Los beneficios por desempleo de Eagen se agotaron en diciembre y no ha podido obtener una extensión debido a problemas con la agencia de empleo de California. Ahora está completamente vacunada y ha comenzado a hablar con los encargados de las contrataciones, pero dijo que no puede seguir adelante sin un cuidado infantil estable. Con el alquiler de su apartamento de $2.450 al mes, pensó: “Tengo dos meses antes de que me derrumbe financieramente”.

El ambicioso Plan de Familias Estadounidenses del presidente Biden, presentado el mes pasado, abordaría muchas preocupaciones de las mujeres trabajadoras, con preescolar universal, licencia parental, familiar y por enfermedad ampliada, apoyo para el cuidado de niños y créditos fiscales para familias con niños de bajos salarios.

“Muchas mujeres pueden estar ansiosas por regresar al trabajo, y la reapertura de las escuelas les da esa opción”, señaló Lynn Reaser, economista de la Universidad Point Loma Nazarene en San Diego. “Pero para otras, la pandemia ha puesto de relieve la cuestión del equilibrio entre el empleo y la vida”. Las empresas deben ofrecer horarios flexibles o arriesgarse a perder a estas empleadas, dijo.

Nuevos caminos

Franklin, de 33 años, quien ganaba $60.000 al año como gerente de una firma de personal en Torrance, se encuentra entre las que tienen dudas sobre el camino a seguir.

Después de que la despidieran en julio, comenzó a enviar 20 solicitudes al día, pero solo consiguió cinco entrevistas en ocho meses.

Franklin también se ha visto envuelta en la disfunción del sistema de desempleo de California y se quedó sin beneficios durante semanas. Su teléfono fue desconectado temporalmente y su auto fue embargado. Los cupones de alimentos y el apoyo para el alquiler del condado la ayudaron a sobrevivir, y sus pagos por desempleo se han reanudado.

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Simon y Brittany Cheng con su hija, Rylan, de 15 meses, en su casa en Anaheim. Brittany no se siente segura de regresar a un lugar de trabajo ni de contratar a una niñera para que cuide a su hija en casa.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

“Estoy en foros de Facebook donde todos los días ves a personas que dicen: ‘Me desalojaron y estoy viviendo en mi auto’ o ‘Solo necesito un lugar para darme una ducha’”, señaló Franklin. “Así que estoy agradecida de no estar en las calles”.

Pero como mujer negra, puntualizó, está cansada de lidiar con la discriminación racial y las microagresiones que ha experimentado en varios lugares de trabajo.

Y con las variantes de COVID-19 en circulación, la reapertura de la economía parece prematura.

En lugar de buscar otro trabajo de oficina, Franklin planea hacer crecer un negocio de productos de belleza que comenzó con un socio poco antes de que llegara el virus. “No estoy en el punto de, Dios mío, puedo ser rica y aparecer en ‘Shark Tank’”, dijo. “Pero me ayuda a sentir que todo mi mundo no ha decaído”.

Brittany Cheng, de 31 años, también está tomando un nuevo camino. La terapeuta ocupacional de Anaheim había planeado regresar a su trabajo a principios del año pasado después de la licencia por maternidad. Descubrió que no podía manejar el trabajo de telesalud durante la pandemia mientras cuidaba a un nuevo bebé.

Contratar a una niñera y volver al lugar de trabajo no parece seguro. Por eso, Cheng ha comenzado su propio negocio ofreciendo talleres para padres en línea. Puede que no compense el salario de 70.000 dólares al que está renunciando, “pero la pandemia hizo que mucha gente volviera a ver cuáles son las cosas importantes en la vida”, señaló.

“De una manera extraña, ha sido una bendición disfrazada” concluyó.

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